Los íbices de Tierra Santa

Son característicos de esta especie los enormes cuernos curvados de los machos, que pueden alcanzar un metro de longitud y presentan numerosos nudos o anillos.

26 DE MARZO DE 2020 · 21:10

Ejemplar joven de íbice de Nubia  en el que puede apreciarse la contrastada coloración de las patas, así como las características pupilas horizontales que les permiten una visión más panorámica capaz de detectar mejor a los posibles depredadores. ,
Ejemplar joven de íbice de Nubia en el que puede apreciarse la contrastada coloración de las patas, así como las características pupilas horizontales que les permiten una visión más panorámica capaz de detectar mejor a los posibles depredadores.

Nada abominable comerás. 

Estos son los animales que podréis comer:

el buey, la oveja, la cabra, el ciervo, la gacela, el corzo,

 la cabra montés, el íbice, el antílope y el carnero montés. (Dt. 14:3-5)

La palabra hebrea rael, que aparece en algunas citas bíblicas como la anterior, significa literalmente “el escalador” y se refiere al íbice de Nubia (Capra nubiana), una especie de mamífero artiodáctilo de la familia Bovidae, que era abundante en tiempos bíblicos en Tierra Santa, y todavía hoy vive en las regiones desérticas de Israel, Arabia Saudí, Jordania, Líbano, Argelia, Egipto, Sudán, Etiopía, Omán y Yemen.

A pesar de su abundancia en la antigüedad, los hebreos no conocían bien sus costumbres ya que son animales tímidos que huyen de la presencia humana. Por eso Job pregunta: “¿sabes tú el tiempo en que paren las cabras monteses?” (Job 39:1).

También el nombre bíblico femenino de “Jael” significa “íbice” en hebreo (Jue. 4:18-22; 5:6, 24). El número de estos animales ha ido disminuyendo debido sobre todo a la caza y se ha reducido a menos de diez mil ejemplares adultos. Actualmente están protegidos en todos los territorios de Israel, así como en otros países colindantes.

Son característicos de esta especie los enormes cuernos curvados de los machos, que pueden alcanzar un metro de longitud y presentan numerosos nudos o anillos transversales engrosados, terminados en sendas puntas finas.

Las hembras también tienen cuernos pero mucho más pequeños (30 cm). Las patas muestran también un contrastado dibujo blanco y negro. Habitan preferentemente en zonas montañosas y algo inaccesibles para los humanos. Tal como escribió el salmista: “los montes altos para las cabras monteses (Sal. 194:18).

Los íbices de Tierra Santa

Los machos jóvenes y adultos del íbice de Nubia suelen entablar frecuentes luchas rituales, con el fin de medir fuerzas y entrenarse para los posibles combates reales
 

Antiguamente se creía que el íbice de Nubia era una subespecie del íbice de los Alpes (Capra ibex) y se le denominaba Capra ibex nubiana. Sin embargo, posteriormente se le ha llegado a considerar como una especie separada (Capra nubiana).

Son animales que pueden llegar a medir hasta 75 cm de altura en el hombro y pesar unos 50 kg. Están perfectamente adaptados a los terrenos secos y accidentados, alimentándose de pasto y hojas durante el día. Sus principales depredadores naturales son leopardos, lobos, zorros, águilas y buitres.

El gran predicador Spurgeon, comentando las palabras del salmista: Quien hace mis pies como de ciervas, y me hace estar firme sobre mis alturas (Sal. 18:33), escribe:

“David había trepado por los muros de fortalezas inexpugnables sin dar un solo traspié ni sufrir un simple resbalón; y había permanecido de pie en lugares altos y escabrosos en los que escasamente las cabras montesas logran mantener el equilibrio; y por todo ello hace aquí digna y justa mención de la misericordia que lo ha guardado y preservado en tales trances. También nosotros tenemos nuestros propios lugares altos, tanto de honor y servicio como de tentación y peligro, y también hemos sido guardados y preservados de caer en todos ellos. Empuñemos pues nuestras arpas y emulemos al salmista en su gozosa acción de gracias. Si hubiéramos resbalado y nos hubiéramos caído, bien seguro que nuestros lamentos hubieran sido largos y sonoros; puesto que no ha sido así y que por la gracia de Dios hemos permanecido en pie, hagamos que nuestras voces expresen del mismo modo nuestra ferviente gratitud.”[1]

[1] Spurgeon, C. H. 2015, El Tesoro de David, CLIE, Viladecavalls, Barcelona, p. 463.

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