“Silenciar las voces de las víctimas y encubrir su dolor es deshumanizarlas y ejercer violencia contra sus almas, a menudo en nombre de Dios”
El fiscal Robert Peters ha investigado todo tipo de casos de abusos en iglesias. En una entrevista con Protestante Digital argumenta que el “enfoque históricamente pasivo y superficial” debe cambiar radicalmente y ofrece claves para la acción.
ESPAÑA · 04 DE SEPTIEMBRE DE 2025 · 11:30
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Robert Peters ha visto de primera mano muchos casos de abuso de poder en iglesias evangélicas. Este exfiscal ha impulado proyectos de protección de la infancia en entornos rurales, digitales y eclesiales, y ha formado a muchos en este campo.
Peters forma parte del grupo de expertos de GRACE (en inglés, Godly Response to Abuse in Christian Environments), una entidad líder en EEUU que investiga crisis iniciadas por abusos en comunidades de fe.
El trabajo de esta entidad, que reúne a abogados, psicólogos, expertos en trauma y teólogos, busca cambiar la “cultura de encubrimiento” que aún encuentra justificación en algunos entornos cristianos, a menudo al faltar una conciencia real sobre la destrucción que una mala gestión produce a todos los niveles.
Protestante Digital ha seguido el trabajo de GRACE en los últimos meses. El debate interno que se ha originado en contextos evangélicos como el español este verano hace especialmente interesante el enfoque de Robert Peters, que ha contestado a preguntas de este diario.
“Un enfoque pasivo y superficial no logra resolver los problemas que posibilitan el abuso”
Pregunta. ¿Por qué es importante que una situación de pecado o abuso dentro de la iglesia no se trate de manera superficial ni se “resuelva por sí sola”, sino que se investigue de manera exhaustiva y rigurosa?Respuesta. Un enfoque superficial del abuso nunca llega a resolverse por sí solo. Más bien, el pecado se enquista y extiende su veneno por toda la cultura de una organización y más allá.
Las crisis actuales en las comunidades de fe de todo el mundo son un doloroso recordatorio de que, como escribía recientemente el director de Evangelical Focus, Joel Forster, estamos ante “una conversación necesaria que no es nueva”.
Estas crisis demuestran que nuestros enfoques históricamente pasivos y superficiales han sido profundamente débiles y no han logrado resolver los graves problemas culturales que posibilitan el abuso.
Más allá del fracaso práctico, esa estrategia es también moralmente reprobable y fundamentalmente anticristiana. Cristo no abandonó a la oveja perdida, ni se apartó de los vulnerables.
Como iglesia, estamos llamados a reflejar su corazón priorizando y protegiendo a los vulnerables que se encuentran entre nosotros. Esto nos exige erradicar el mal de forma honesta y transparente, sin importar el coste que ello suponga para la reputación de nuestra institución. Debemos comprometernos con la difícil tarea de crear una cultura en la que la seguridad y la dignidad sean prioritarias.
“La cultura del encubrimiento miente a las víctimas y al mundo sobre quién es Dios”
P. ¿Qué efectos tiene una cultura del encubrimiento en las víctimas, en la iglesia del abusador y en la sociedad que las rodea?R. Nuestros enfoques históricamente pasivos y superficiales han sido profundamente endebles y no han logrado resolver los arraigados problemas culturales que permiten el abuso. Una cultura del encubrimiento miente a las víctimas y al mundo sobre quién es Dios y qué piensa Él de ellas. Sustituye el amor sacrificial de Cristo por una avaricia autoprotectora que prioriza la imagen de la institución por encima de la imago Dei en cada persona. Cada individuo es precioso a los ojos de Dios. Silenciar sus voces y encubrir su dolor es deshumanizarlos y ejercer violencia contra sus almas, a menudo en nombre de Dios.
El precio de este fracaso es severo, tanto para el individuo como para el testimonio colectivo de la iglesia.
Cuando la iglesia no vive según los valores que profesa, le está indicando al mundo que la observa que en realidad no cree en estos valores. Esta hipocresía erosiona la confianza no solo en una iglesia específica, sino en la institución de la iglesia en su conjunto: debilita su autoridad moral y su testimonio en la sociedad.
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P. ¿Cuál es la diferencia entre cometer adulterio y el abuso espiritual de un líder espiritual que deriva en una relación sexual?
R. En GRACE, definimos el abuso del poder pastoral o espiritual como un patrón de comportamiento coercitivo o controlador en un contexto religioso que se basa, al menos en parte, en la posición formal o informal de liderazgo del agresor.
Calificar el abuso sexual por parte del clero como “adulterio” o “aventura” es un error grave que demuestra un malentendido fundamental de la dinámica de poder en juego.
El término “adulterio” parte de la base de que existe una equivalencia de poder entre dos personas y un consentimiento significativo y afirmativo. En el contexto de un líder espiritual y un feligrés, dicha equivalencia no existe. El desequilibrio de poder inherente, a menudo acompañado de sofisticadas tácticas de manipulación, invalida cualquier noción de consentimiento verdadero.
Recientemente hemos explorado este tema en profundidad en una conversación en directo de GRACE, disponible en YouTube, titulada “No es una aventura: el abuso sexual por parte del ministro adulto”.
“Cuando la iglesia no vive según los valores que profesa, le está indicando al mundo que la observa que en realidad no cree en estos valores”
P. ¿Existen patrones comunes en el perfil de los abusadores en las iglesias? ¿Qué dinámicas o características tienden a repetirse en quienes abusan en el contexto cristiano?R. Las investigaciones establecen que los abusadores utilizan comportamientos de captación comunes tanto en el contexto secular como en el religioso.
Como señalan los investigadores Spraitz y Bowen (2019), “el clero... no es diferente de otros abusadores sexuales de menores en lo que respecta al acoso”. La mayoría de los delincuentes sexuales se identifican a sí mismos como religiosos, lo que significa que este no es un problema exclusivo del mundo secular, sino que afecta directamente a todas las instituciones religiosas.
De hecho, las comunidades de fe son un blanco único para los delincuentes, ya que a menudo se las percibe como lugares donde pueden localizar a víctimas y cometer sus delitos con mayor impunidad.
En los entornos religiosos, a las tácticas habituales de captación se suele añadir una capa adicional e insidiosa de abuso espiritual. Los abusadores utilizan las Escrituras, la teología y su autoridad espiritual como armas para confundir, manipular y silenciar a sus víctimas. El reciente artículo de Asun Quintana en Protestante Digital describe muy bien el lenguaje y las tácticas específicas que ilustran este acoso espiritual. Para aquellos que deseen comprender mejor estos patrones, nuestro nuevo podcast, The GRACE Awakening: Reckoning with Abuse in the Church (El despertar de GRACE: enfrentarse al abuso en la Iglesia), es un recurso muy útil.
“Los abusadores usan las Escrituras, la teología y su autoridad espiritual como armas para confundir, manipular y silenciar a sus víctimas”
P. Según su experiencia, ¿por qué algunos pastores o equipos de liderazgo se atrincheran cuando reciben pruebas de corrupción? ¿Por qué algunos empeoran la situación con una actitud a la defensiva?R. La respuesta breve es que a menudo hay una teología deficiente y una profunda falta de fe. Si realmente creemos que Dios es soberano, no nos apresuraríamos a proteger la reputación de nuestras instituciones humanas, porque Dios no necesita nuestra ayuda. Con demasiada frecuencia, los líderes religiosos escuchan los consejos de supervivencia de sus abogados, compañías de seguros o empresas de relaciones públicas, en lugar de escuchar a Jesús, quien estableció con gran detalle a quién y qué debemos proteger y priorizar: a «los más pequeños».
Concretamente en Estados Unidos, a menudo hemos establecido criterios muy erróneos para elegir a nuestros líderes. Damos más importancia al carisma y a la capacidad de llenar las iglesias que a los requisitos bíblicos que exigen carácter, humildad e integridad.
No debería sorprendernos que los sistemas que incentivan el liderazgo carente de carácter produzcan líderes que fracasan de manera predecible cuando se pone a prueba su carácter.
P. ¿En qué momento se debe hacer público un caso de abuso?
R. Se trata de una cuestión compleja que requiere asesoramiento externo y una aplicación reflexiva de los principios basados en el trauma a los hechos específicos de cada caso. No existe una fórmula sencilla. Las decisiones pertinentes deben incluir la colaboración y la reciprocidad con las víctimas que han dado un paso al frente. Sus voces, su seguridad y su bienestar deben ser el centro de cualquier proceso de toma de decisiones.
Los principios de confianza y transparencia con la congregación y el público en general también son fundamentales. En última instancia, el principio rector debe ser la seguridad, tanto física como psicológica.
Nuestro anterior director ejecutivo, Pete Singer, tiene un artículo muy útil, “Hacia una Iglesia más informada sobre el trauma”, que explora estos principios y ofrece orientación sobre cómo vivirlos fielmente.
“Las acusaciones de abuso requieren asesoramiento externo de expertos para que el proceso se gestione con integridad y cuidado”
P. ¿Cómo se maneja un escándalo sexual internacional que sobrepasa las habilidades de la iglesia local o incluso de la denominación nacional de manejarla?R. Independientemente del alcance del escándalo, ya sea local o internacional, los principios básicos para una respuesta justa siguen siendo los mismos.
Cualquier situación que implique acusaciones de abuso requiere que los líderes de fe busquen asesoramiento externo de expertos para garantizar que el proceso se gestiona con integridad y cuidado. Esta no es una tarea que los líderes internos, por muy bien intencionados que sean, estén preparados para manejar por sí solos debido a los conflictos de intereses inherentes, la proximidad a las partes clave y la falta de conocimientos especializados y conscientes del trauma.
Cuando los hechos son controvertidos o la situación presenta una necesidad urgente de aprender de los errores y mejorar la cultura, es necesaria una investigación totalmente independiente realizada por terceros. Dicha investigación debe ser llevada a cabo por un equipo multidisciplinar que sea libre de seguir los hechos dondequiera que conduzcan, garantizando un proceso exhaustivo, fiable y especializado en traumas.
P. Si Grace u otra organización lleva a cabo una investigación, ¿cuál es el curso de acción recomendado con respecto al informe? ¿Qué información recopilada y analizada debe permanecer privada y qué información debe hacerse pública?
R. El propósito de un informe es dotar a una comunidad religiosa de la verdad necesaria para fomentar la sanación, la rendición de cuentas y la restauración. Los líderes que reciben el informe tienen la profunda responsabilidad de utilizarlo para esos fines. Esto requiere un enfoque que equilibre la necesidad crítica de transparencia institucional con la necesidad igualmente crítica de seguridad y empoderamiento de los sobrevivientes.
No existe una respuesta única para la forma en que deben compartirse las conclusiones de un informe, pero los principios de seguridad y transparencia son primordiales. El camino a seguir debe desarrollarse en consulta no solo con expertos externos, sino también con los sobrevivientes, teniendo en cuenta sus opiniones y decisiones con respecto a la divulgación de la información.
Para una comunidad religiosa, los siguientes pasos pueden incluir compartir públicamente el informe, celebrar reuniones informativas y, lo que es más importante, aplicar diligentemente los cambios recomendados. El objetivo final no es simplemente publicar un documento, sino catalizar un movimiento genuino hacia una cultura más segura y sana.
Sobre Robert Peters
Robert Peters es director de Respuesta Institucional en GRACE. Antes, elaboró y proporcionó formación, herramientas y asistencia técnica a fiscales especializados en maltrato infantil y profesionales afines de todo Estados Unidos a través de su trabajo con Zero Abuse Project y el National White Collar Crime Center (NW3C). Es el creador del Simposio de Fiscales STARK (Stopping Technology-Facilitated Abuse of Rural Kids, Detener el abuso de los niños rurales facilitado por la tecnología) y dirigió el desarrollo de NOVA (Nexus for Open-Source Virtual Assistance, Nexo para la asistencia virtual de código abierto), una herramienta de inteligencia de código abierto para las fuerzas del orden.
Robert Peters ha sido fiscal adjunto y fiscal especial en múltiples jurisdicciones de Virginia Occidental, donde se especializó en el enjuiciamiento de delitos sexuales, abuso y negligencia infantil civil y explotación infantil en línea. Además de ser autor de publicaciones prácticas para fiscales especializados en abuso infantil, ha publicado en obras revisadas por pares, como el Handbook on Interpersonal Violence Across the Lifespan, el Journal of Child Sexual Abuse y el Florida Journal of International Law.
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