Natán y David en el metaverso

Vi pasar la historia del pecado de David y la denuncia de Natán en un universo paralelo y distópico.

02 DE SEPTIEMBRE DE 2025 · 18:00

Nordseher, Pixabay,campo castillo
Nordseher, Pixabay

Tuve anoche un sueño. Extraño. Vi pasar la historia del pecado de David y la denuncia de Natán, pero en otro universo muy distinto al bíblico, paralelo y distópico sería la mejor definición.

En ese sueño Natán sabía que Betsabé no era la única mujer que David acosó, pero sí de la que era público y notorio el gran pecado cometido (el resto de las mujeres no se atrevía a dar testimonio público de lo ocurrido). Por lo que decidió poner al rey ante su culpa con Betsabé, confrontando la dureza de su corazón.

Pero se le ocurrió comentarlo con la Casa Real, sorprendiéndole descubrir que hacía tiempo que varios conocían lo ocurrido sin que hubieran hecho nada (ni siquiera hablaron con Betsabé, o con las otras mujeres, solo con David que les dijo que había sido una “caída moral”). Y le advirtieron a Natán que si señalaba a David iba a colaborar con los enemigos de Israel, ensuciando la figura del ungido de Dios.

Todo fue una avalancha de ideas que le lanzaron como flechas una detrás de otra: desestabilizaría el reino, se convertirían en la comidilla de todos, serían el hazmerreír de los filisteos, ¡incluso podía estar en riesgo la venida del Mesías por ser descendiente de David!

Quedó Natán compungido. Pero lo que no imaginaba es que la Escuela de Profetas al enterarse de su propósito, arremetiera contra él.

Recibió mensajes diversos que le acusaban de querer romper la unidad de Israel y de ser un inquisidor. Además, le decían, la gran culpable de todo era Betsabé, esa seductora que se atrevió a bañarse en su propia terraza. Y por último le insistieron en que debía callarse y estar tranquilo ya que iban a crear un Comité que en la intimidad trataría el tema.

Y salió un edicto de la Casa Real anunciando tolerancia cero con el pecado sexual, unido a la necesaria y deseada restauración del rey que -decían- era objeto de mentiras y calumnias. Nadie pidió disculpas a Betsabé, ni pensó en ella o en las otras mujeres acosadas (que, por cierto, Natán iba descubriendo que cada vez eran más que las iniciales).

Pero Natán se sentía impelido por su conciencia, cautiva ante Dios y su Palabra. Y pese a todo expuso lo ocurrido a David delante de la Corte; mas nadie movió un dedo. Lo único que ocurrió es que la Escuela de Profetas y la Casa Real proclamaron el año de restauración para David (que siguió reinando tal cual) creando la Plataforma de Amor Restauración Interior Pureza y Esperanza (PARIPE) para supervisar las actividades del rey.

Nuestro profeta fue desterrado y le requisaron sus pocos bienes, con la amenaza de prisión si volvía a pisar el suelo del reino.

Y Natán lloró por David y su familia, por la Escuela de Profetas y por la Casa Real. Y por el pueblo, que vivía todo entre ignorante de lo ocurrido o indiferente por costumbre; aunque hubo una corriente de inquietud de algunos que no sabían cómo reconducir su necesidad de verdad y justicia, sin dejar de lado la misericordia, pero sin confundirla con permisividad.

Y en mi sueño distópico nació el hijo de Betsabé fuerte y sano, y todos se alegraron. Y David construyó el Templo de Jerusalén que se inauguró con una gran fiesta. Le siguió un censo perfecto del ejército en medio de aquella bonanza. Y David siguió componiendo salmos de alabanza y cantando con su arpa.

Y todo Israel celebró la bendición de Dios mientras la Escuela de Profetas predicaba y predicaba la importancia de la Palabra de Dios, y la Casa Real hablaba de la verdad, la justicia y la transparencia... y David seguía aprovechándose de su poder y posición para seducir jovencitas que dejaba luego como muñecas rotas.

Pero Dios había dado la espalda a aquel David y abandonado a aquel Israel por una generación entera. El Mesías nunca nacería en aquel metaverso. La flor cortada no tardaría en marchitarse, y vi en mi sueño un fuego que ardía alcanzando a los jardines de los silencios de los hombres buenos.

Me desperté llorando. ¡Nunca ocurra esto en la Iglesia del Señor!

 

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Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Teide - Natán y David en el metaverso