Columnas labradas

Tengo que actuar y comportarme como una persona que es igual a otra. El concepto de igualdad empieza por una misma.

04 DE MARZO DE 2022 · 09:00

Foto de <a target="_blank" href="https://unsplash.com/@martinfahlander?utm_source=unsplash&utm_medium=referral&utm_content=creditCopyText">Martin Fahlander</a> en Unsplash CC. ,
Foto de Martin Fahlander en Unsplash CC.

8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres.

 

Amigas y amigos, animémonos. Gracias al esfuerzo que muchas personas realizan a favor de la igualdad la estamos alcanzando. Se produce en todos los ámbitos, si bien en las iglesias va despacio y me surgen varias preguntas; ¿por qué? ¿Tomamos todas las medidas? ¿Nos rendimos ante la primera reprimenda? Porque eso es lo que se nos pide: rendición y sometimiento.

Sin embargo, no hay marcha atrás. Avanzamos siempre, aunque el camino sea duro y el ritmo lento causado por los palos en las ruedas que dificultan nuestra misión. 

Recordemos aquellas palabras de Jesús profetizando que a los pobres siempre los tendríamos con nosotros, del mismo modo, el patriarcado también nos acompañará, no hay duda. 

El machismo que se declara público se acepta y se cuenta con sus errores, provocados quizá por algún trauma que estas personas han podido sufrir; por miedo, por celos, por una educación inadecuada y a saber por cuántas causas más. También nos acompañan los que, ajenos a su condición sexista, incluso creyéndose feministas, hacen el mismo daño. Son víctimas de lo que han recibido a lo largo de su vida y no ven hacia adelante sino que, atrapados, miran hacia atrás. Lo peor empieza cuando no tienen intención de cambiar y la discriminación se torna violencia. No podemos consentirla, ni dentro ni fuera de la iglesia. De una congregación religiosa se puede salir corriendo, del hogar no es fácil. Es muy doloroso, pero hoy más que nunca hay instituciones oficiales y grupos de ayuda donde encontrar apoyo y escapar. 

Acostumbrados a recibir textos en contra, a veces nos convencemos de que para eliminar el machismo hay que agotarse rebatiendo con versículos todos los obstáculos que nos llegan. Pienso que la solución no está en aprender de memoria cómo defenderse, sino en actuar como personas que no se sienten diferentes. 

Las y los que trabajamos fascinados porque Dios no hace distinción entre sus criaturas seguimos progresando. Recordemos que se trata de caminar, dar un paso, otro, otro más, todos rectos, sin mirar a derecha ni a izquierda. 

Échame tierra y verás como florezco, decía Frida Kahlo. Que nos echen toda la que quieran y floreceremos hermosas dando testimonio del Señor que nos cuida.

No estoy desilusionada. Y no lo estoy desde que entendí que tengo que actuar y comportarme como una persona que es igual a otra. El concepto de igualdad empieza por una misma.

De igual modo que no entramos a dar explicaciones de nuestro respirar constante, el sentido común, y sobre todo el amor de Dios, tampoco precisan ser justificados de manera sistemática. No se trata de ganar una guerra a bibliazos. Aclaro esto porque quiero terminar con un verso del salmo 144:12. Y lo hago, ni más ni menos, por su belleza, no por acreditar nada, sino porque es así como debemos sentirnos y actuar en consecuencia.

Nuestros hijos crecen como plantas en un jardín;

nuestras hijas son cual columnas labradas

que sostienen la estructura del templo.

En este texto David cambia los roles: los hijos son como plantas de un jardín, las hijas cual columnas labradas. ¿Hay algo que pueda confortar más? 

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Tus ojos abiertos - Columnas labradas