Mendigo, príncipe y Ser supremo

Érase una vez un hombre que vivía de la limosna que otros le daban. Salía a la calle vestido de mendigo (era su ropa de trabajo), pedía como mendigo y se comportaba como mendigo.

20 DE AGOSTO DE 2009 · 22:00

,
Sin embargo, escondía su gran capacidad para el trabajo. Cuando alguien le ofrecía un empleo, lo rechazaba y seguía pidiendo. Los domingos iba a la iglesia vestido con su mejor ropa y se ponía su mejor careta, como de costumbre. Érase también otro hombre que vivía como un príncipe ya que sus negocios le iban bien. Sin embargo, para ocultar su bienestar, salía a la calle vestido de mendigo (era su ropa de despiste) y se comportaba como mendigo a pesar de no serlo. Así evitaba que alguien le pidiera limosna. Los domingos iba a la iglesia vestido con su mejor ropa y se ponía su mejor careta, como de costumbre. Érase, igualmente, un Ser supremo inventor de todas las cosas. Creador de todo lo vivo. Listísimo a rabiar. A él nadie le engañaba pues era conocedor de todas las triquiñuelas. Había creado al mendigo y le había dado suficientes oportunidades para que tuviese un trabajo digno, pero éste las rechazó porque prefería vivir del cuento. Además, había creado al hombre de negocios dándole un corazón blando y la oportunidad de compartir, pero éste se había vuelto egoístamente tacaño. Los domingos, el Ser supremo no iba a la iglesia. No le gustaba como vestían los que allí se congregaban, ni las caretas que se ponían al entrar, ni los comportamientos que allí encontraba, ni las risas falsas, ni el cambio tan brusco que se producía en sus vidas nada más salir a la calle. En fin, para acabar pronto, que no le gustaba la mentira y por eso no se hacía pasar por pardillo.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Tus ojos abiertos - Mendigo, príncipe y Ser supremo