Venciendo la sombra (IV): el fenómeno de las experiencias cercanas a la muerte
La Biblia proporciona un marco: cualquier “visión” debe alinearse con la Escritura, no contradecirla. Dios siempre controla el velo entre vida y eternidad.
22 DE OCTUBRE DE 2025 · 11:20
Er yace en el campo de batalla, herido de muerte, su cuerpo frío y sin vida. Días después, ante el asombro de todos, abre los ojos y relata un viaje extraordinario: un túnel hacia la luz, un juicio ante seres divinos, visiones de paraíso y un retorno forzado al cuerpo para contar su historia.
Esta no es una escena de una película moderna; es el relato más antiguo conocido de una experiencia cercana a la muerte, narrado por Platón en su obra La República hace más de 2.400 años[1]. Estos fenómenos —túneles de luz, encuentros con seres relucientes, revisiones de vida— llenan miles y miles de artículos, foros en las redes sociales, libros, documentales y hasta tesis doctorales. Lógicamente, surge la pregunta: ¿se trata de invenciones de un cerebro agonizante, o son ecos de algo real? Como cristianos, estos relatos también nos intrigan, no por curiosidad morbosa, sino para discernir cómo encajan en la verdad revelada en la Biblia. Negar o ignorar lo que ha sido documentado en miles de publicaciones —algunas del más alto nivel— no es una actitud recomendable. Más bien, tenemos que encontrar una respuesta a fenómenos innegables en consonancia con una cosmovisión bíblica.
Las experiencias cercanas a la muerte (ECM) no son un invento reciente; sus raíces se hunden —como acabamos de ver— en la antigüedad. Reflejan un anhelo humano universal por trascender a la muerte. La historia de Platón es el ejemplo paradigmático. Er, un soldado pamfilio, muere en batalla, pero revive ante su pira funeraria. Describe cómo su alma sale del cuerpo. Viaja a un prado donde las almas son juzgadas: las justas suben a un cielo luminoso de recompensas; las injustas descienden a un inframundo de castigos. Los paralelismos con miles de testimonios contemporáneos —salida del cuerpo, revisión de vida, luz y la decisión de un ser superior de tener que volver al cuerpo humano— son sorprendentes. Relegar todo esto al mundo del ocultismo o de la imaginación no toma en cuenta que este tipo de experiencias no excluyen a cristianos. Posiblemente, incluso más de un lector de este artículo habrá tenido alguna experiencia por el estilo.
En la Biblia, encontramos fenómenos similares, pero siempre bajo el control soberano de Dios. Pablo relata en 2 Corintios 12:2-4 cómo fue “al tercer cielo” —quizá en éxtasis (literalmente: salida del cuerpo) o visión profética—, donde escuchó “cosas inefables que no le es dado al hombre expresar”. No detalla túneles o luces, pero pone de manifiesto una actitud humilde ante lo indecible, un patrón repetido en muchas ECM donde el regreso trae transformación, pero no presunción.
La Biblia proporciona un marco: cualquier “visión” debe alinearse con la Escritura, no contradecirla. Dios siempre controla el velo entre vida y eternidad. Esto queda claro cuando leemos este tipo de experiencias que son comunes a personas de cualquier trasfondo, cultura y creencia.
La Edad Media abundó en relatos, a menudo entrelazados con la teología cristiana. Monjes y visionarios describían éxtasis místicos. Tomás de Aquino, en su Summa Theologica (siglo XIII), mencionó visiones de almas separadas del cuerpo, influenciado por Aristóteles y Platón, pero anclado en la fe: el alma, inmortal, espera la resurrección[2].
Estos relatos servían para edificar la fe, pero también generaban debates. ¿Se trata de una experiencia auténtica o de un engaño?
El Renacimiento y la Ilustración trajeron un escrutinio racional; sin embargo, no se acabaron los relatos. En el siglo XVIII, George de Benneville, un cuáquero francés, relató una ECM tras un accidente que había sufrido: vio un río de fuego purificador, almas en tormento y una luz de misericordia que lo envió de vuelta. Su testimonio, publicado en La Resurrección de George de Benneville (1815), influyó en el movimiento cuáquero.
Llega el siglo XX con su racionalismo y sorprendentemente se publican cada vez más experiencias cercanas a la muerte. Lo cierto es que la gran mayoría no se atreven a contar sus historias por el temor de ser ridiculizados. Pero finalmente Raymond Moody, un psiquiatra norteamericano, publica el libro Vida Después de la Vida (1975). Es el primero que describe ciertas experiencias de personas clínicamente muertas, tras estudiar 150 casos: salida del cuerpo, túnel brillante, revisión de vida, seres de luz y barrera de retorno. Moody nota patrones universales, independientemente de la cultura o la fe, pero advierte contra el dogmatismo. Su libro vendió millones, inspirando a la suiza-americana Elizabeth Kübler-Ross y su trabajo investigador sobre el mismo fenómeno. Históricamente, la publicación de ambos estudios coincide con avances médicos. Reanimaciones cardíacas salvan vidas, permitiendo relatos de “muertes clínicas”, aunque también es cierto que no todo el mundo que ha tenido un paro cardíaco prolongado ha vivido este tipo de experiencias.
Eben Alexander, un neurocirujano que ha sido ateo toda su vida, relata en su libro Proof of Heaven (2012) una ECM durante un coma inducido por meningitis: un reino lleno de maravillas, colores y música celestial. Todo ello sin actividad cerebral detectable, lo que desafía frontalmente las explicaciones materialistas y su propia postura racionalista.
Una entrevista reciente del famoso periodista Tucker Carlson con el autor y apologeta evangélico Lee Strobel finalmente llamó la atención de muchos cristianos evangélicos. Strobel, basándose en investigaciones propias, relata en la entrevista casos verificados que desafían explicaciones tradicionales. [3]
Uno es el de María en un hospital de Londres: clínicamente muerta, su conciencia flotó y percibió una pegatina roja en la parte superior de una pala del ventilador, un detalle invisible desde el suelo. Cuando los empleados de la clínica lo verificaron subiendo a una escalera, confirmaron su observación.
Otro relato impactante que cuenta Strobel es de una niña de 8 o 9 años, ahogada y declarada muerta durante tres días, con hinchazón cerebral. Al revivir sin secuelas, dibujó la sala de emergencias con precisión y describió escenas familiares distantes que había observado durante la coma: su madre cocinando sopa de pollo, su padre sentado en una silla específica y su hermano jugando con un Jeep G.I. Joe. La niña incluso describió las ropas que vestían.
Strobel menciona también el expediente de Vicki Umipeg, ciega de nacimiento. Ella experimentó durante un accidente automovilístico una visión clara de los esfuerzos de reanimarla, de amigos de la infancia y de paisajes que nunca había visto. Al regresar, volvió a su ceguera. Los investigadores concluyeron que esto es imposible basado en el conocimiento médico actual. Sin embargo, un estudio con 21 personas ciegas corrobora percepciones visuales en ECM, según Strobel.
Lo interesante de la entrevista vino al final. Carlson reflexionó sobre su propia ECM en un accidente aéreo —donde solo había sentido “tristeza” y “arrepentimiento”—, un episodio que transformó su vida: dejó el alcohol y abrazó a la fe.
Pero no todas las experiencias son agradables; una cuarta parte resulta “aterradora”, como la de Howard Storm, un ateo que durante un ataque cardíaco fue arrastrado por seres abusivos a un lugar oscuro. “Ninguna película de terror puede capturar el horror que viví”, relata Storm[4]. Este y muchos otros casos, analizados por John Burke en un estudio de 1.500 ECM revelan elementos comunes: encuentros divinos, reuniones con difuntos, revisiones de vida que armonizan con la Biblia (Hebreos 9:27: “destinado a morir una sola vez y luego el juicio”).[5]
No se pueden negar estas experiencias bien documentadas, que en muchos casos han sido verificadas por testigos independientes y estudios científicos. Sugieren que nuestra autoconciencia persiste después de la muerte física. No es otra cosa que un reflejo de la enseñanza bíblica sobre el alma inmortal. Sin embargo, no todas las experiencias son agradables. Hay historias positivas, llenas de paz y encuentros divinos, pero también un porcentaje significativo —hasta el 24 % según algunos estudios— son muy negativas. Con personas que describen visiones de infierno, tormento y oscuridad aterradora. Muchas veces, estos relatos oscuros no se publican ampliamente, quizá por temor a generar pánico o por sesgos culturales que prefieren enfocarse en lo positivo.
Pero hay un hecho curioso: para los creyentes, estas experiencias, sin excepción, han sido agradables: paz sobrenatural, reuniones con seres queridos y una luz que evoca la presencia de Dios. Esto coincide perfectamente con el testimonio bíblico: el criminal arrepentido en la cruz recibe la promesa inmediata de paraíso de parte de Jesús (Lucas 23:43), y Lázaro, el mendigo de Lucas 16, descansa en el seno de Abraham. Un lugar de consuelo eterno.
Todo esto debería sensibilizarnos para una realidad que la Biblia revela con claridad. Hay un mundo invisible que nos rodea: guerras espirituales (Efesios 6:12), ángeles ministradores y fuerzas oscuras que no percibimos con nuestros sentidos limitados (2 Reyes 6:17). Sabemos de ese mundo invisible por la Escritura, que nos urge a mirar “lo que no se ve” como eterno (2 Corintios 4:18). Sin embargo, el materialismo actual nos cautiva, reduciendo la vida a lo tangible. Por lo tanto, la mayoría dedica poco tiempo a esta dimensión que define nuestro destino. Es cierto: para el creyente estos fenómenos aportan poca información nueva. Pero nos afirman en una cosa: la muerte no es el final, sino el inicio de un viaje increíblemente agradable a casa. Mucha falta nos hace sintonizar nuestras antenas para una realidad que trasciende lo que nuestros ojos perciben. Sería buena idea recordar la antigua oración: “Señor, ayúdame a glorificarte con mi vida y con mi muerte también”.
Notas
[1] Platón, La República, Libro X)
[2] Tomás de Aquino, Summa Theologica, Parte I, Cuestión 89
[3] https://www.youtube.com/watch?v=3C6seqJQSW8
[4] Howard Storm: My Descent Into Death: A Second Chance at Life (2005, ed. Doubleday)
[5] John Burke: Imagine Heaven: Near-Death Experiences, God's Promises, and the Exhilarating Future That Awaits You (Baker Books, 2015)
— Imagine the God of Heaven: Near-Death Experiences, God's Revelation, and the Love You've Always Wanted (Tyndale House Publishers, 2023)
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