¿Más que un carpintero?

Se ha extendido la idea de que Jesús era solo un carpintero. Pero ¿qué podemos entender de la palabra usada en el idioma original sobre la profesión que tuvo Jesús?

20 DE MARZO DE 2024 · 11:10

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Imagen de Avel Chuklanov en Unsplash.

Poner en duda que Jesús fue carpintero puede sonar a herejía para algunos, ya que la idea está profundamente arraigada en la tradición cristiana. Johnny Cash, por ejemplo, cantó en 1970 una canción titulada Jesus was a carpenter (Jesús era carpintero). Cash estaba convencido de que las manos de Jesús podrían fabricar una mesa lo suficientemente sólida como para perdurar para siempre. Así por lo menos lo aseguraba en su canción.

Siete años más tarde, Josh McDowell publicó uno de los libros más vendidos en el mundo evangélico con el título “Más que un carpintero.

¿De dónde viene la idea de que Jesús era carpintero?

Vamos a examinar dos versículos. El primero es Mateo 13:55, que dice: “¿No es este el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas?

En el primer siglo, un hijo por regla general seguía la profesión de su padre. Así que si José era carpintero, enseñaría carpintería a su hijo. Esto es particularmente relevante por lo que pasó después. Todo indica que José murió entre el episodio en el templo cuando Jesús tenía 12 años y el comienzo de su ministerio público. ¿Qué habrá hecho Jesucristo en estos 20 años? La respuesta está implicada en el segundo versículo que se encuentra en Marcos 6:3. Es más explícito:

¿No es este el carpintero, el hijo de María?

A raíz de este versículo podemos constatar cuatro cosas: en primer lugar, aquí se afirma claramente que Jesús era carpintero. Por lo menos así casi todas las Biblias lo traducen. En segundo lugar, ya no se habla de su padre adoptivo, José. Y como tercer punto van al baúl de los mitos todas esas historias que vinculan a Jesucristo con alguna secta judía, como por ejemplo los esenios. Porque queda claro que en aquel momento la gente le conocía como “el carpintero” y no como el “maestro” o “rabino”. Esto vino después, a raíz de su ministerio público. Porque si uno se dedicaba a una profesión artesanal, no le quedaría tiempo para otra cosa. Además, y en cuarto lugar, llama la atención el artículo definido “el carpintero”, porque indica que era notoriamente conocido en Nazaret por su profesión.

Hasta aquí pocas novedades.

Ahora vamos a examinar con lupa la palabra en cuestión, la que comúnmente se traduce como carpintero. Todo depende de su significado en el texto original. La expresión griega utilizada tanto en Mateo 13 como en Marcos 6 es tektōn. Este término se refiere a una persona que construye algo, utilizando cualquier material disponible, ya sea madera (carpintería), piedra (albañilería) o metal (herrería).

Correctamente, los diccionarios más recientes enfatizan que tektōn se refiere a alguien que trabaja en la construcción en general. Un tektōn sería hábil en el uso de madera, piedra y metal. De esta manera queda claro que el término no se limita exclusivamente a la idea de un carpintero.

Pero ¿cómo entendió y utilizó la gente la palabra en el siglo I? No hay que olvidar que siempre es el contexto el que define el significado de una palabra.

No hace falta buscar mucho para averiguar una cosa: muchos usos de tektōn no encajan con la idea de que se refiera exclusivamente a un carpintero. Por ejemplo, Plutarco usó la palabra para describir el trabajo de un herrero, es decir: alguien que trabaja con metal1. Pero los detalles más interesantes nos facilita Flavio Josefo, historiador judío y contemporáneo de Jesucristo. Escribió dos obras famosas: Antigüedades Judías y La Guerra de los Judíos. La palabra en cuestión aparece cuatro veces en La guerra de los Judíos, y en todos los casos se refieren a un constructor y no específicamente a un carpintero. Josefo escribe por ejemplo:

[Convocaron] a los tektōn y les ordenaron que aumentaran la altura de la muralla.2

Si un tektōn era alguien que trabajaba solo con madera, nadie llamaría a un carpintero para aumentar la altura del muro. La razón es sencilla: estos muros no estaban construidos de madera, sino principalmente de piedra. Por lo tanto, convocarían a un constructor. Josefo, por lo tanto, deja constancia que convocaban a los tektōn porque eran personas expertas en la construcción con diversos materiales. De la misma manera, todos los usos del vocablo en cuestión en La guerra de los judíos describen el trabajo de un constructor y no de un carpintero.

También el Antiguo Testamento nos facilita alguna información interesante. Los constructores no solían especializarse en una área determinada, como la madera, el metal o la piedra. Por ejemplo, Éxodo 35:30-35 describe a Bezalel como un artesano que trabajaba con distintos materiales. El constructor israelita no se limitaba a trabajar con un solo material. Podía pasar de la piedra al metal y a la madera según surgiera la necesidad o la oportunidad.

Nehemías 3:8 y 31 también nos confirma esta idea. Los constructores del Antiguo Testamento no solían especializarse, porque eran contratistas generales. Mantenían la envergadura de su trabajo lo más amplia posible para poder trabajar donde hubiera necesidad de encontrar empleo.

En resumidas cuentas, un tektōn era alguien que trabajaba con piedra, madera y metal. Jesús seguramente hacía carpintería, pero sobre todo albañilería y además trabajaba con metales.

Por lo tanto, llegamos a la conclusión de que José y Jesús eran constructores en el sentido general y no específicamente carpinteros. Así que, la idea de que Jesús fuera exclusivamente carpintero es errónea. En este sentido, Jesús era indudablemente más que un carpintero.

Una vez que hemos llegado a esta conclusión, nos queda por preguntarnos cómo hay que imaginarse el día a día de esta pequeña empresa de constructores, José & Hijo.

A tan solo 40 minutos de camino de Nazaret se encontraba la ciudad de Séforis (o Tsippori) Era una gran ciudad judía de influencia romana llena de cultura, comercio y activismo político. Conocida como la Joya de Galilea, llegó en varias épocas a ser la capital de la provincia. Destruida por los romanos en el año 4 a. C., pronto fue reconstruida por Herodes Antipas en un enorme proyecto de construcción que tuvo lugar durante una buena parte de la juventud de Jesús. La construcción de la ciudad terminó en el año 19 d. C.

Para este proyecto se precisaba la ayuda de todos los artesanos de la zona. Y Jesús y José formarían sin lugar a dudas parte de los miles de artesanos requeridos por orden real para participar en la reconstrucción de Séforis.

Por supuesto, esto no encaja muy bien con la idea romántica de Jesucristo, trabajando con su padre, día tras día, en un pequeño taller en Nazaret, fabricando muebles. Incluso antes y después de las obras de Séforis hay que imaginarse esa pequeña empresa familiar más como los constructores de hoy en día: muchas veces iban a diferentes lugares de trabajo en su zona para una variedad de proyectos de construcción. Y durante muchos años el proyecto más importante en la zona era la reconstrucción de Séforis que requería la participación de todos los constructores de la zona. Probablemente, esta obra pública era la principal fuente de ingresos para la familia de Jesús.

En el año 19 d.C. terminaron las obras en Séforis y en algún momento antes o después murió José. Jesús - como hijo primogénito de la familia - tenía la tarea de seguir en el trabajo de José para sacar adelante la familia. Así lo requerían las costumbres inquebrantables de una familia judía.3

Pero aparte de la lingüística, la historia y la arqueología, hay que hablar de un fenómeno interesante del texto bíblico mismo: en todas sus enseñanzas, Jesucristo raras veces hace referencia a la carpintería. Al mismo tiempo utilizó docenas de imágenes y ejemplos de la construcción (por ejemplo, Mt 7:24; 21:42; etc.).

En sus discursos y parábolas, está hablando continuamente de fundamentos, piedras, casas en construcción, etc. Una de las pocas veces donde se refiere a la madera es cuando habla de un accidente de trabajo muy común entre alguien que trabajaba en la construcción: la entrada de una astilla de madera en el ojo (Mateo 7:4.5). En aquella época no había gafas de protección.

Desde luego llama la atención que el discípulo más destacado de los doce recibe de su maestro precisamente un nombre que más que ninguno tiene que ver con la construcción: Pedro. La palabra no significa otra cosa que “piedra”.

Y la obra sigue adelante. Incluso después de su resurrección, el gran Constructor de Nazaret sigue con su trabajo: está construyendo un templo, hecho de piedras vivas. Esa obra maestra suya aún no ha concluido. Pero lo más curioso es que tú y yo podemos formar parte de la obra de construcción más grande de todos los tiempos.

 

Notas

1 Plutarcho: La vida de Pericles

2 Flavio Josefo: La guerra de los judíos, II,3,12

3 Uno de los primeros que presentó este tema a un público amplio fue el arqueólogo alemán Carsten Peter Thiede, fallecido en 2004. Véase el artículo publicado en el ABC, del domingo, 13 de octubre de 1996, pp. 70.

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