Las diez plagas de Europa: cuando Dios responde a Bruselas (2)

Cuando una sociedad y su gobierno se rebela contra Dios, siempre hay respuesta de parte de Él.

01 DE FEBRERO DE 2023 · 11:25

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Imagen de Brina Blum en Unsplash.

Dios no ha dejado de hablar al mundo. Él se sigue comunicando de muchas maneras. Una de ellas es lo que nosotros llamamos “desastres”. Nadie desafía a Dios de forma impune. Y cuando una sociedad y su gobierno se rebela contra Dios, siempre hay respuesta de parte de Él. La base teológica de esta afirmación expuse en artículos anteriores. El refrán acierta cuando dice: “Dios tarda, pero no olvida”.

Es una verdad teológica que goza de pocos adeptos en nuestro tiempo. Más agradable es hablar de otras cosas. Pero cuando un tsunami llega, no tiene sentido alabar el buen tiempo y pasar el día en la playa.

Hace dos semanas empecé con una presentación de lo que podríamos llamar las diez plagas de Europa. Se trata de un análisis de algunos de los desastres que ya han empezado a desencadenarse.

Más de un lector se habrá preguntado: Y ¿esto qué tiene que ver con teología? La respuesta es sencilla: tiene que ver con la teología de la santidad de Dios y de su justicia. Estos conceptos forman la base de este tipo de respuesta divina.

Y aunque nos cuesta aceptarlo: cuando Dios habla a través de sus juicios al mismo tiempo demuestra su amor, porque por lo menos nos sigue hablando. Es la tarea de la teología no solamente exponer esta verdad, sino también aplicarla.

Seguimos por lo tanto en nuestra lista de plagas y juicios. Hablemos de otro dios popular y de la respuesta correspondiente.

 

5. Los testigos del clima

Cuando un continente entero deja la fe que ha profesado durante siglos no es de extrañar que otras religiones y creencias ocupen su lugar. La fe cristiana había derrotado en su momento el paganismo de los pueblos europeos para moldear sus convicciones y sus culturas. Por lo tanto, el vacío que se ha creado con la eliminación del cristianismo se llena rápidamente por religiones neo-paganas. Pero no volverán Júpiter, Tor o Zeus como personificaciones de un error antiguo que confunde al Creador con su creación, sino que la nueva religión le concede al planeta directamente un estatus divino. “Salvad el clima” es el nuevo credo de moda y hasta el Banco Central Europeo se confiesa creyente.1

Para evitar malentendidos: quiero constatar que a cada cristiano le debe importar cuidar la creación. Eso viene implicado en el relato de Génesis 1 y 2. Además, no pongo en duda que el clima cambie. De hecho, cambia continuamente y siempre ha cambiado dentro de los parámetros que Dios ha establecido cuando puso fin al diluvio (Génesis 8:21-22). Groenlandia tenía praderas cuando los vikingos lo poblaron. Hasta la raíz lingüística de su nombre lo indica así. El norte de África era la canasta de pan del imperio romano y los soldados de Aníbal cruzaron los Alpes montados en elefantes, no en renos y lo consiguieron sin máquinas quitanieves.

Bastante más dudoso es si los cambios del clima realmente son resultado de la acción humana. El clima se enfriaba en siglos posteriores, pero no porque el Imperio Romano había decretado un impuesto que limitaba la emisión de gases de su ganado.

No es el momento para profundizar el tema aquí, pero queda fuera de duda que el movimiento de algunos activistas climáticos ha adoptado rasgos religiosos propios de una secta que siembra el pánico al grito: “el fin del mundo ha llegado”. Al lado de organizaciones como la “Última Generación” los Testigos de Jehová parecen unos aficionados. Y los que se atreven a poner en duda los credos de los testigos del clima son silenciados sistemáticamente por la nueva inquisición de los medios de comunicación con sus “fact checkers” que cuidan del pensamiento asistido. Esta fiebre apocalíptica, irracional y sectaria explica porque una de las figuras de proa del movimiento es una joven sueca, manejada por un equipo de asesores de imagen profesionales2 que se caracteriza sobre todo por sus discursos histéricos y chillones.

La influencia de esta nueva religión pagana es de tal índole que ha conseguido imponer sus criterios a gobiernos enteros que de momento se encargan de desindustrializar Europa y convertir el continente en un museo de tiempos mejores. El resultado ya se deja notar: hablamos del hundimiento económico y político que se muestra por ejemplo en el caso de Alemania de una forma escalofriante. No se va a conseguir bajar así el nivel del mar, pero con toda seguridad el nivel de vida de millones de personas en Europa, a menos que haya una corrección a corto plazo.

 

6. De la democracia a la idiocracia

Llevamos disfrutando en Europa desde hace décadas de un sistema democrático que parecía sólido. La realidad no es así y por muchas razones. Para empezar, los partidos políticos han abusado de su papel privilegiado para secuestrar todo el sistema. El ciudadano de a pie prácticamente no tiene influencia sobre las listas de candidatos de los partidos. Puedes votar por un partido, pero no por una persona.

En esta partidocracia solo los personajes más útiles para los partidos de turno llegan a los primeros puestos de las listas. Suelen ser aquellos que se han mejor adaptado al aparato de su organización, pero no suelen ser los más calificados, ni los más lúcidos. De hecho: para llegar a ser político no hace falta ningún tipo de calificación, salvo el instinto de poder. Por eso, una buena parte de los escaños son ocupados por personas sin aptitud ninguna para la responsabilidad que tienen. Me temo que en un mercado laboral de libre competencia la mayoría de sus señorías no serviría ni para botones.

Se trata de una selección a la inversa, la supervivencia de los más ineptos. Obviamente, el error ya viene programado en el sistema. El grado de corrupción que ha infectado nuestro sistema político asusta y es consecuencia directa de una falta de ética y de valores que solamente la fe cristiana puede facilitar. Creyendo en la quimera humanista de la bondad del ser humano hemos creado con todas las buenas intenciones del mundo un monstruo con muchas cabezas. En nuestros días hemos llegado a la fase final de este proceso. Y lamento tener que constatar: a mi me recuerda de los años treinta del siglo pasado cuando personas de mente limitada y estrecha se convirtieron en dictadores y se encargaron de aplastar la democracia y el sentido común en casi toda Europa.

 

7. Inflación de precios y corrupción

Las últimas plagas se explican fácilmente por el patrón recurrente que nos facilitan los famosos jinetes de Apocalipsis 6. Hablamos primero del tercer jinete: la inflación de precios.

Cuando se gobierna mal a una nación, el primer remedio milagroso es la inflación. Y lo segundo suele ser la guerra (véase plaga nº 10). Ambos incluso llevan en los primeros momentos a una corta fase de bonanza que parece ser la solución, pero al poco tiempo conduce al desastre total. Nuestro tiempo será un ejemplo más.

Escribí en su momento sobre el origen y la razón de la inflación3 y por que para muchos gobiernos es conveniente. Nunca nada ocurre por casualidad. Y la causa de la inflación suele ser el mal manejo del dinero. La peor variante es cuando una demanda creciente -facilitada por el control de precios y el aumento del dinero en circulación- se encuentra con una escasez de alimentos y artículos de uso diario. El efecto es una subida brutal de precios. Se trata de un fenómeno que siempre indica una cosa: la manipulación estatal de la economía. Es decir: la maldad y la corrupción aumentan de tal manera que el ciudadano de a pie no solamente lo nota en el bolsillo, sino que le empobrece y en casos extremos incluso gente muere de hambre. En pocos desastres se nota la conexión entre causa y efecto de forma tan clara como en este.

Hablemos claro: la UE está dirigida por una casta prepotente que ha convertido la corrupción en su modelo de negocio. En estos días no solamente se ha detenido la vicepresidenta del parlamento europeo, sino ahora su presidenta -que antes condenaba la corrupción de la vicepresidenta- está bajo sospecha del mismo delito4. Para los ciudadanos esta falta de ética significará finalmente la ruina. La comisión europea ha conseguido con la ayuda del Banco Central Europeo -por cierto: dirigido por una persona condenada por corrupción5- la sistemática distribución del patrimonio de sus ciudadanos hacia una pequeña minoría relacionada con un poder absoluto y con impunidad total.

Consecuencia de todo esto será el final del sistema monetario europeo y la vuelta a un nacionalismo creciente. Y esto traerá pobreza generalizada y riesgo de enfrentamientos sociales.

 

8. Enfermedades

En Europa, de momento se observa una mortalidad excesiva6. Es un hecho y no quiero aquí indagar en las posibles causas. Los dos años de pandemia con todo lo que conllevaba y los efectos que aún perduran significan un riesgo serio para la salud de mucha gente. Aún no está aclarado si el virus fue de diseño y se escapó de algún laboratorio o si se trata de una mutación “normal”. El efecto es el mismo y deja una cosa clara: si un virus relativamente manejable ha parado el mundo durante casi dos años, es mejor no imaginarse lo que puede pasar en caso de un virus más letal.

 

9. El holocausto de los niños

El aborto representa el egoísmo humano elevado a su suma expresión. El lema “mi cuerpo es mío” simplemente tapa la cruda realidad: una persona -amparada por leyes que justifican lo injustificable- decide que un ser humano tiene que morir porque otra persona así lo ha decidido. Es una vuelta al infanticidio de romanos y griegos7 - paganos de los cuales nuestra Europa tanto se jacta.

Las cifras son escalofriantes. En al año 2020 nacieron en la UE 4 millones de niños8. Un tercio de los embarazos terminaron en aborto provocado. Significa que solo dos de tres niños logran sobrevivir antes de nacer. Esto convierte al aborto en la causa de muerte más frecuente en Europa9, por delante del cáncer. Esos niños faltan para construir una sociedad donde se respete el derecho a vivir. En las últimas décadas se han exterminado 40 millones de niños antes de nacer. Esto equivale a la población de Rumanía.


 

10. Guerra

Y así llegamos a la décima plaga. Durante 75 años, Europa gozaba de una de las épocas más largas de paz de su historia. Las guerras siempre se libraban en otros sitios, pero en Europa pocos enfrentamientos había. Incluso la guerra civil de la antigua Yugoslavia no se notaba mucho en el resto del continente. Pero ahora las cosas han cambiado. La guerra de Ucrania no solamente está amenazando de convertirse en un enfrentamiento bélico mundial, sino esta vez la posibilidad del uso de armas nucleares parece de repente completamente realista.

“En Ucrania se defienden los valores occidentales y nuestra libertad”, repiten nuestros políticos como si de un mantra se tratara y de una verdad absoluta que no admite opiniones discrepantes. Lo que vale el pacifismo humanista con su lema “nunca más guerra” vemos en nuestros días. Hasta los partidos ecologistas se han convertido en abogados de una guerra sin tregua y más que un diputado verde se ha transformado de pacifista en experto en armamento pesado. En el campo de batalla la huella de dióxido de carbono poco importa, por lo visto. Lo importante es exportar tanques para salvar vidas.10

De momento Europa está a un solo paso de convertirse en el escenario de una guerra con consecuencias incalculables. Quien ha estudiado el comienzo de la primera guerra mundial sabe que de inicios pequeños se puede desencadenar una secuencia infernal con un automatismo escalofriante y mortífero. Nunca hemos estado tan cerca de repetir la historia como en nuestros días.

Si los “valores europeos” se muestran en un desafío de todo lo que es sagrado, Europa no tiene futuro. Y una guerra podría convertir esto en realidad en menos de que cante un gallo.

En resumen: lo descrito en mis últimos dos artículos es la causa por la que nubarrones oscuros se han cernido sobre Europa.

El juicio de Dios está en camino y me temo que a estas alturas es irreversible. El paciente yace en sus últimos días, mortalmente herido por su vanidad, arrogancia y rebeldía contra Dios.

Personalmente, no pienso entonar las endechas que lamentan un cuerpo putrefacto. Yo no asistiré a su funeral, ni lloraré una sola lágrima por su defunción. Pero siento la obligación de trabajar para que de esas cenizas se levante una nueva Europa temerosa de Dios.

Por eso, el último capítulo de esta triste historia no aún se ha escrito. Tampoco el de esta serie de artículos.


Notas

1 Estudios del clima

2 Artículo en La Razón

3 https://bit.ly/3WEcihI

4 Sobre la corrupción en el Parlamento Europeo.

5 Noticia sobre Christine Lagarde.

6 Noticia en El País sobre exceso de muertes.

7 http://bit.ly/3j7qemR

8 Artículo en destatis.de.

9 Artículo en eurekalert.

10 Artículo en notigram.

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