Cinco ideas falsas sobre el diablo
Al diablo le gustan los extremos: le agrada igual la exageración de su poder como la negación de su misma existencia.
15 DE JULIO DE 2020 · 10:39
Se ha dicho muchas veces - y con toda razón - que la primera víctima en una guerra es la verdad. Lo sabemos de sobra por la historia. Particularmente la parte que es militarmente inferior suele exagerar su fuerza aunque tenga que exhibir misiles de cartón pintado. Exactamente la misma verdad se aplica a la guerra que se libra en el ámbito espiritual todos los días: la lucha contra el diablo y sus huestes. La única barra de medir para no equivocarnos es fiarnos de la información revelada en las páginas de la Biblia. Y hacemos bien en no ir más allá de ella. Porque hay mucha propaganda enemiga para engañarnos y hacemos bien en no caer en sus mentiras.
Al diablo le gustan los extremos: le agrada igual la exageración de su poder como la negación de su misma existencia. Con ambas variantes está cómodo. Porque detrás de ambas sabe esconderse a la perfección porque ambas le sirven.
De la negación de su existencia ya hemos hablado. Hoy vamos a considerar el otro extremo: la exageración del poder satánico.
Empezamos al inicio: Satanás es un ángel que en su momento fue creado por Dios. Su nombre original era Lucero. Era un querubín, un ángel poderoso. Pero no todopoderoso.
Todas las características que tienen que ver con la infinidad divina le faltan: ni es omnipresente, ni omnisciente, ni omnipotente. Sin embargo muchas veces uno tiene la impresión de que más que un creyente considera a Satanás casi como una especie de anti Dios: un ser maligno que está casi a su nivel. Pero no lo es - ni por asomo - como lo veremos en seguida.
Vale la pena que consideremos cada una de estas tres cualidades por un momento porque tienen consecuencias importantes para nuestra visión de la vida cristiana. Corrigen las primeras tres ideas equivocadas en cuanto al diablo.
Satanás no es omnipresente
No puede serlo, porque solamente Dios lo es. Sin embargo, el diablo cuenta con la ayuda de sus ángeles, los demonios. Y le gusta que nosotros tengamos la idea que él mismo está en todo. No es así. De hecho, es muy improbable que Satanás en alguna ocasión se ocupe de nosotros personalmente. Para eso tiene a sus demonios que trabajan bajo su mando. Él mismo tiene cosas más urgentes que hacer.
Satanás no es omnisciente
Ya lo dice el refrán, acertando como en tantos casos: “Más sabe el diablo por viejo que por diablo.” Y así es. Su conocimiento es amplísimo, pero no total. Por ejemplo, la Biblia no afirma en ningún lugar que él es capaz de leer nuestros pensamientos. De hecho, su inteligencia se ve condicionada sobre todo por el autoengaño de su propio orgullo.
También significa que no puede saber el futuro. Es una de las razones por las que tanto videntes profesionales, charlatanes mediáticos y cualquier otra persona que pretenda saber el futuro de otra fuente que no sea la Biblia, fallan más que una escopeta de feria. Un creyente no debería dejarse impresionar ni por las supuestas profecías de Nostradamus, ni por otro tipo de predicciones siniestras.
Satanás no es omnipotente
Una de las características que llaman la atención es su incapacidad de crear algo de la nada. Solo Dios puede hacerlo. El mismo ha sido creado pero no puede crear. Y no es creativo en el más profundo sentido de la palabra. Por lo tanto, su especialidad es la imitación y la remodelación: hacer de algo bonito algo repugnante. Por eso, Lutero le llamaba el “mono de Dios” porque siempre intenta imitar, como los monos de feria en los tiempos de Lutero.
Pero hay otro factor que nunca se debe olvidar: no puede hacer nada sin el permiso de Dios. De hecho, Dios se sirve también del diablo para alcanzar sus fines.
Satanás no aparece en forma humana
Puede sorprender esta afirmación, pero no existe ni un solo ejemplo en la escritura, donde Satanás asume forma humana para interactuar con los hombres. Lo mismo se aplica a los demonios. Otro asunto muy distinto es su capacidad de poseer personas. Eso le distingue claramente de los ángeles de Dios que sí tienen capacidad de aparecer en forma humana.
Satanás es uno más en el infierno
Otra idea bastante popular tiene que ver con el diablo y el infierno. Son innumerables los chistes y comentarios donde Satanás aparece come aquel que es el “jefe” de este lugar terrible, armado con un tridente y echando humo y azufre. Sin embargo, la Biblia no apoya esa idea en absoluto. Lo que aprendemos en sus últimas páginas es que el diablo - lejos de ser dueño del infierno - será simplemente uno más allí. Es lugar de castigo. Y el que lo lleva a cabo es Dios que es fuego consumidor.
Para hacernos una idea correcta del estado de nuestro enemigo, vale la pena que miremos rápidamente las diferentes etapas de su juicio gradual.
La semana pasada mencioné dos pasajes del Antiguo Testamento que hablan de la caída de Satanás del cielo. Ha perdido su lugar privilegiado. Pero esto sería solamente su primera derrota.
Más adelante le encontramos en el mismo Edén donde desempeña su papel triste de tentador. Pero leemos en el mismo capítulo de Génesis que su lucha contra la “simiente” de Eva no será colmada con éxito, sino que finalmente se le aplastará.
Y esto nos lleva precisamente a la cruz del Calvario donde Satanás recibe su golpe decisivo: lo que pareció su victoria final, en realidad era la consumación de su derrota. A partir de este momento su derrota definitiva se ha llevado a cabo.
Mientras tanto, Satanás está envuelto en batallas de retirada. Me parece fundamental que la Iglesia del Señor sea consciente de esta verdad: el triunfo de la Iglesia, redimida y empoderada por su Salvador Jesucristo será un hecho. Satanás ahora está perdiendo la guerra cada día un poco más. Nunca deberíamos perder de vista este aspecto de los planes de nuestro Dios. Y por eso no debemos dejarnos impresionar por sus fuegos artificiales propagandísticos.
Al final de la historia será confinado durante un tiempo. Sin entrar ahora en la interpretación del milenio constatamos un hecho bastante curioso: es una ironía de parte de Dios que un ángel cualquiera descienda del cielo para encerrar a Satanás en el abismo (Apocalipsis 20:1). Ni siquiera se dice su nombre. Simplemente se trata de “un ángel”. Satanás que originalmente mandó sobre los ángeles ahora no tiene fuerza para resistir a un ángel cualquiera.
Y la última vez que leemos algo del diablo es en Apocalipsis 20:10: será echado en el lago de fuego y azufre, donde ya se encuentran el falso profeta y la bestia. Ya no gozará de buena salud.
Allí el trio infernal será reunido de nuevo y definitivamente: el diablo, el falso profeta y la bestia. Satanás eternamente y para siempre será encerrado sin la más remota posibilidad de poder escapar.
Los últimos tres versículos del capítulo no dejan lugar a dudas: los tres primeros inquilinos del lago de fuego y azufre no se quedarán solos. Dice el versículo 15:
“Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue echado al lago de fuego.”
Satanás no será destruido, sino atormentado eternamente juntamente con aquellos cuyos nombres no están escritos en el libro de la vida. Los versículos 10 y 15 son el golpe final. No habrá vuelta atrás y no habrá amnistía ni para él ni para los que están con él. Podríamos preguntar a Satanás: “¿Realmente ha valido la pena rebelarse contra Dios?".
Ante esa pregunta nos damos cuenta de la profunda irracionalidad del pecado. Por lo tanto, lo mismo podríamos preguntarnos a nosotros mismos: ¿realmente vale la pena rebelarse contra Dios?
Pues, va a ser que no.
Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Teología - Cinco ideas falsas sobre el diablo