La agonía del gran planeta Tierra: aplazada

¿No sería el momento de apartarnos de sensacionalismos para volver a una simple y llana exégesis del texto bíblico?

06 DE MAYO DE 2020 · 10:56

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Imagen de Priscilla Du Preez en Unsplash.

Con este artículo vamos a llegar al final de esta pequeña serie escatológica. Algunos van a alegar que no he tomado en cuenta los argumentos a favor de la teoría del arrebatamiento inminente o incluso que los desconozco. Como ya escribí: no es el lugar para un estudio pormenorizado del tema. Me lo reservo par más adelante, si el Señor lo permite.

Por lo tanto, quiero poner hoy un pequeño toque personal. El Señor me convirtió en el año 1974. Desde el primer momento el tema de los últimos tiempos y la segunda venida de Cristo ocupó un espacio importante en mis estudios de la Biblia. Estábamos con la fiebre del arrebatamiento inminente en aquellos años: Guerra en Medio Oriente, la crisis del petróleo, terrorismo armado por toda Europa. Eran señales de la segunda venida de Cristo. Así lo entendí, por lo menos, y también los autores de los libros que leí.

Cuando entré en el seminario en el 1978 era un firme defensor del modelo que entonces y hoy es el más popular entre los evangélicos: la versión pre-milenarista y pre-tribulacionista de la escatología general. Hasta entonces me había leído todos los libros que cayeron en mis manos sobre el tema, particularmente los clásicos de Hal Lindsey, John Walvoord y dos docenas de autores más, la gran mayoría norteamericanos. Incluso en un viaje extenso a EE.UU. en 1980 tuve la posibilidad de conocer personalmente a un buen número de estos autores entre ellos John Walvoord, Chuck Smith, Harold Camping y Chuck Swindoll.

Mi seminario teológico en Basilea no tenía una línea definida en el tema. Esto facilitaba el diálogo y los debates a veces hasta altas horas de la madrugada entre los estudiantes y a veces los profesores. Aunque hay que reconocer lo que suele pasar en muchos debates: no sirven para aprender, sino simplemente para esperar el turno de cada uno para defender la propia postura de uno sin haber entendido siquiera los argumentos de los demás.

Llegó el verano de 1983 y nuestro profesor de NT nos mandó una exégesis del texto griego de los capítulos de Mateo 24 y Lucas 21 para la tesis final. Al inicio estaba entusiasmado, pero luchando con el texto en su versión original me entraron serias dudas: mis convicciones simplemente no concordaban con el texto griego. Saqué una buena nota para el trabajo, pero el resultado me dejó desconcertado: todo indicaba que ambos pasajes hablaban de un acontecimiento ya pasado: el de la destrucción de Jerusalén en 70 dC.

En los próximos dos años trabajaba para la Sociedad Bíblica de Ginebra en un proyecto de traducción del griego al alemán. Tuve dos años para estudiar la Biblia y encima me pagaban por ello. Dos libros que me tocaban traducir eran el libro de Apocalipsis y la parte de Marcos donde sale en el capítulo 13 -el texto paralelo de Mateo 24 y Lucas 21-. Me quedé aún más confundido. ¿Podría ser que una parte de lo que había leído sobre la segunda venida de Cristo habría que entenderlo de otra manera? De todos modos, a estas alturas entendí por qué Juan Calvino nunca había publicado un comentario sobre el Apocalipsis.

Tardé otros 15 años marcados por estudios pormenorizados del tema hasta que finalmente me rendí y llegué a la conclusión de que esos capítulos apocalípticos eran una profecía cumplida en la destrucción de Jerusalén. Y con eso recuperé la capacidad de predicar sobre cualquier texto bíblico, hasta el libro de Apocalipsis (que tardé tres años en cubrir expositivamente entre 2012 y 2015).

Pero aparte de la exégesis, me llamó otra cosa la atención: me di cuenta de que la idea de un arrebatamiento antes de la “Gran Tribulación” es una doctrina reciente que no apareció hasta el año 1830 y en circunstancias algo “extrañas”, por decirlo amablemente. Desde luego no tenía su origen en una exégesis bíblica. Porque una cosa es el premileniarismo histórico de Ireneo o Tertuliano. Otra cosa las ideas de Walvoord y Lindsey.

Para decirlo en una frase: el modelo del arrebatamiento pre-tribulacionista no fue enseñado y ni siquiera debatido antes de 1830.

Todo indica que tenía su origen en una “visión profética” de Margaret Macdonald, una señora que en 1830 formaba parte de una secta, llamada los “Irvingianos”. La gente de su entorno difundió su doctrina escatológica y así llegó a la “Iglesia Católica Apostólica”, dirigida por Edward Irving1. A raíz de su expectación de un arrebatamiento inmediato anunciaron la venida de Cristo para el 22 de octubre de 1844. Cristo no vino para la fecha, por supuesto.

A través de los Irvingianos, la doctrina llegó finalmente a John Darby que llevó esa escatología particular entre los años 1862 y 1877 a Estados Unidos. Los escritos de Darby han aportado mucho para definir un cristianismo bíblico. Pero en mi opinión no andaba con prudencia en este aspecto escatológico.

Su comentario de la Biblia llegó en su momento a manos de prácticamente todos los predicadores del Reino Unido, Estados Unidos y Canadá. Muchos de ellos no tenían otro comentario, por falta de recursos. Y así llegó a manos de Cyrus Scofield, un abogado norteamericano que incorporó la escatología de Darby en su Biblia de estudio que salió en el año 1909.

Sus comentarios sobre los pasajes “claves”2 de la doctrina han moldeado la convicción escatológica de decenas de millones de cristianos evangélicos en todo el mundo hasta el día de hoy.

Scofield también inventó la palabra “rapto” del vocablo latino raeptius que representa la palabra harpadso en 1ª Tesalonicenses 4:17. Todo indica que era Scofield que “anglizaba” esa expresión y formó la palabra “rapture” de la cual tenemos el término teológico “rapto” en castellano, aunque por supuesto la palabra misma existió anteriormente con otro sentido.

Otro que popularizó la idea del arrebatamiento pretribulacionista fue William Blackstone con su libro Jesus is coming del año 1878 del cual se vendieron más de un millón de ejemplares.

La doctrina recibió un nuevo empuje cuando John Walvoord del Seminario Teológico de Dallas escribió su famoso libro “The Rapture Question” en 1957. Entonces aún no había asumido una postura dogmática sobre el tema y es fácil ver en su libro hasta qué punto depende de los comentarios de Scofield y no tanto del texto bíblico -y aún menos en griego-.

Pero la obra que contribuyó más que ningún otro para popularizar la idea del rapto antes de la Gran Tribulación era el libro de Hal Lindsey The Late Great Planet Earth3, del cual se vendieron más de 15 millones de ejemplares. Lindsey graduó en 1962 del seminario de Dallas. El presidente entonces era precisamente Walvoord. Aparte de su modelo escatológico debatible (por razones exegéticas) y bastante sensacionalista, sus libros contienen falsedades4 históricas y afirmaciones absurdas.5

Para concluir estas reflexiones, simplemente quiero resumir brevemente las especulaciones de los últimos años con sus intentos fallidos de poner fecha al arrebatamiento porque se habían supuestamente cumplido las señales. Voy a mencionar algunas personajes que en el mundo evangélico en su momento gozaban de un gran prestigio.

En 1948 se fundó el estado de Israel. Mucho se especuló que sería por lo tanto el año 1981 el posible año del rapto: 1948 + 40 - 7 (el periodo de tribulación de siete años6. No fue así.

La siguiente fecha era el año 1988: 1948 + 40. El libro más famoso que promulgó la fecha era el libro de Edgar Whisenant7: 88 razones por las que el rapto será en 1988. No fue así.

Oportunamente, Whisenant llegó a la conclusión de que no había tomado en cuenta el cambio del año 1 aC al año 1 dC: su nueva fecha era 1989. Nada pasó en aquel año.

Llegó Pat Robertson que indicaba que la fecha clave de partida no era 1948, sino 1967: la recuperación de Jerusalén como capital de Israel. La siguiente fecha para el arrebatamiento quedó por lo tanto en el año 2007 (1967 + 40). Nada pasó.

Llegó la hora de Harold Camping que anunció la llegada de Cristo para mayo de 2011. No vino Cristo. Luego cambió a septiembre de 2011. Tampoco vino. Camping por lo menos tenía el gesto de confesar poco antes de morir que se había equivocado.

Ahora ocurre una cosa curiosa: se desvincula el arrebatamiento de fechas conectadas con la fundación del estado de Israel, porque a estas alturas llega a ser muy complicado mantener esta conexión. El tema central ahora son simplemente las circunstancias que supuestamente anuncian un rapto inminente. En esto estamos ahora, con el Covid-19 y el último candidato a anticristo: Bill Gates. Me atrevo a pronosticar: no habrá rapto tampoco en el año 2020.

Con todo esto me surgen una serie de preguntas, sin ánimo de ofender, ni faltar el respeto a nadie:

¿No podría ser que el sistema pretrib/premil está simplemente basado en varios errores, tanto históricos como teológicos?

¿No sería el momento de apartarnos de sensacionalismos para volver a una simple y llana exégesis del texto bíblico?

¿No sería buena idea de cuidarnos a la hora de aplicar la frase “la Biblia así lo ha profetizado” a cualquier noticia mala que nos llegue para no desprestigiar la Biblia y lo que supuestamente “dice” delante de otros?

¿No podría ser que aún quedan muchos años, décadas y tal vez siglos para que la Iglesia del Señor triunfe y pueda hacer discípulos a todas las naciones?

Los días del confinamiento llegarán pronto a su final. Sería bueno que nuestra capacidad de reflexionar también salga de su respectivo confinamiento.

 

Notas

2 Juan 14:2–3; 1 Corintios 15:49–55; Filipenses 3:20-21; 1 Tesalonicenses 4:15–17; 2 Tesalonicenses 2:1-7 y Apocalipsis 3:10

3 Hal Lindsey: La agonía del viejo planeta tierra, Vida Publishers, 1985

4 Por ejemplo en The Apocalypse Code, p.78 cambia una cita de Mateo 24 para “adaptarla” a sus ideas.

5 En Road to Holocaust (1990) Lindsey tacha de antisemitas a todos los que no compartan su modelo escatológico.

6 Chuck Smith: End Times: A Report on Future SurvivalCosta Mesa, California (1978)

7 https://archive.org/details/ReasonsWhyTheRaptureWillBeIn1988.PDF

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