“La persecución es parte de la historia, pero no es la última página”

Los testimonios de cristianos perseguidos de China, India e Irán recuerdan a los 5.000 asistentes al Congreso el precio a pagar por la fidelidad a Cristo, “pero estos sufrimientos no son nada comparados con la gloria que nos espera”, expresó el pastor iraní Farshid Fathi.

Daniel Hofkamp

INCHEON (COREA DEL SUR) · 25 DE SEPTIEMBRE DE 2024 · 11:00

El pastor iraní Farshid Fathi en el Congreso de Lausana 4. / Daniel Hofkamp.,
El pastor iraní Farshid Fathi en el Congreso de Lausana 4. / Daniel Hofkamp.

El Congreso de Lausana 3 se celebró en Ciudad del Cabo en 2010. Entre sus asistentes se encontraba el pastor iraní Farshid Fathi. Tras conocer a Cristo a mediados de los 90, Fathi había visto el crecimiento de la iglesia cristiana en su tierra, a pesar de una furibunda persecución desplegada por el régimen islámico, que asesinó a siete líderes cristianos en el 96.

Pero la persecución no frenó a la iglesia. “En 2005 comenzamos con iglesias en casas, éramos solo dos familias. Cinco años después, ya las casas que acogían iglesias llegaban a 50”, recuerda el pastor.

Poco tiempo después de regresar de la conferencia, Fathi fue detenido junto a una decena de cristianos que se reunían en una casa. La policía no solo le detuvo, sino que le condenaron a la cárcel por “amenazar la seguridad nacional”. Fathi fue recluído en un zulo durante un año, sin ver la luz del sol, esperando por su sentencia. “Pero Cristo -recordó Fathi ante la atenta escucha de miles de personas esta mañana en Incheon- es la luz de mi vida”.

En una conversación posterior con Protestante Digital, Fathi contó detalles de aquel tiempo oscuro. “A pesar de que me sentía solo, estaba tranquilo”, sabiendo que “había cientos de miles de personas orando por mí”.

Un año después de esta reclusión total, Fathi fue trasladado a la prisión de Evin, donde estuvo cuatro años más en unas condiciones difíciles, aunque no tan extremas. Tras ser liberado, salió del país y hoy sirve a la iglesia en Turquía, en medio de los cientos de miles de iraníes que se encuentran en el país vecino y donde también hay una vibrante comunidad cristiana.

En su hogar tiene ahora “una estantería donde coloco objetos y frases por las que estoy agradecido”, entre otras, “poder tener un espejo donde mirarme la cara, o poder caminar más de tres metros, o poder encender y apagar la luz de una habitación”. Su sonrisa y expresión de gozo son contagiosas.

 

Crecimiento en medio de la persecución

“Cientos de cristianos han sido encarcelados”, explicó Fathi, y sin embargo “la iglesia no para de crecer. Todos los cristianos comparten el evangelio y, si un domingo alguien no acepta a Cristo, nos preguntamos si algo va mal”. Se calcula que hay actualmente más de un millón de nuevos creyentes en Irán, todos procedentes de un contexto islámico, a pesar de las grandes restricciones para la práctica de la fe cristiana.

“La persecución -añadió el pastor- no es el fin de la historia, sino parte de ella”, y “la mayor manifestación de amor que podemos hacer es estar dispuestos a pasar por sufrimiento”. Sus palabras resonaron en los corazones de los asistentes, que dedicaron gran parte del tiempo de conversación en las mesas para orar por los cristianos perseguidos en todo el mundo.

“La persecución es parte de la historia, pero no es la última página”

Las mesas de trabajo, ocupadas por seis personas, permiten conversar cada tema que se trata. / Lausanne Movement

Al testimonio de Farshid se unió el de Sara Akhavan, iraní-argentina, que contó con gran emoción cómo a través de revelaciones sobrenaturales Dios le guió a llevar el evangelio a siete pueblos de Irán aún no alcanzados, viendo cómo se fundaba en cada uno de ellos una iglesia casera. Cuando ya había llegado a seis ciudades, Sara fue detenida en una redada policial y recluida en prisión. “Cuando estaba en la cárcel, me sentía con miedo y tristeza… pero entonces recordé la promesa de Dios, y empecé a cantar que hay victoria en el nombre de Jesús”. Akhavan cantaba en castellano las palabras que confortaron su corazón.

Unas semanas después, salió de la cárcel y pudo completar la tarea, fundando la séptima iglesia casera. “No importa la dificultad que enfrentemos mientras la semilla del evangelio siga siendo sembrada”, concluyó Akhavan.

Los tiempos de siembra y cosecha que a lo largo de la historia se ha repetido en tantos países confirman la enseñanza de Jesús sobre cómo el mensaje del evangelio siempre tiene poder, aunque no siempre podamos verlo. En un vídeo introductorio, se recordaba que en el siglo XIX varios misioneros pasaron su vida en Irán sin ver ningún fruto. “Pero ellos mismos decían que estaban preparando la tierra para la siembra que vendría después”. Hoy la cosecha está en marcha y “es imparable, porque eso es lo que Jesús ha prometido: que las puertas del Hades no prevalecerán”, expresó el pastor Farshid.

“La persecución es parte de la historia, pero no es la última página”

Uno de los momentos de oración por los cristianos perseguidos en Lausana 4. / D. Hofkamp.

China 2030, un movimiento misionero en expansión

Lausana 4 dio espacio al testimonio presencial de un pastor en China, cuyo nombre e imagen no pueden ser revelados por motivos de seguridad. Este pastor recordó cómo en 2010, para Lausana 3, unos 200 pastores y misioneros chinos fueron bloqueados por el Gobierno y no pudieron llegar a Ciudad del Cabo.

“Sin embargo, aquello fue el origen de una colaboración entre pastores que generaría un movimiento misionero de unidad sin igual: China 2030”, explicó el joven pastor, que describió este plan como una herramienta para el crecimiento del evangelio en el país y para enviar misioneros a todo el mundo. “Mi sueño es que, la próxima vez que Lausana se celebre en Asia, sea en China”.

Patrick Fung, que desde Singapur dirige un movimiento que moviliza a misioneros en toda Asia, había hablado por la mañana de las enseñanzas que el libro de Hechos deja sobre la persecución a la iglesia. “En la persecución severa, la iglesia se expande. Pero la persecución nunca acabará con la iglesia; un evangelio falso sí puede hacerlo”, advirtió Fung.

El pastor recordó cómo las marcas del discipulado incluyen el sufrimiento, y cómo la expansión del evangelio es realizada por miles de seguidores anónimos, “desde los márgenes” que son impulsados por el Espíritu Santo para llevar el mensaje.

“Dios es soberano y él permite persecución, incluso a través de nuevas formas en Occidente. La legislación está restrigiendo la expresión religiosa. Pero Dios sigue usando a los no famosos, no nombrados, para la extensión del evangelio”, expresó Fung.

 

India: una lucha por la justicia

Babu Verghese, periodista e historiador, compartió historias durísimas de la persecución que sufren los cristianos en algunos estados de India. Mutilaciones, quema de iglesias y propiedades, difamaciones… Todo ello con la connivencia de las leyes anti-conversión aprobadas en algunos estados “que a pesar de ser anticonstitucionales se están aplicando”, dijo el comunicador.

“La persecución es parte de la historia, pero no es la última página”

Christian Getty dirige la alabanza. / Lausanne Movement

A pesar de que organismos internacionales han denunciado esta situación, la presión del nacionalismo hindú hace difícil que se pueda producir un cambio. “En India hay una batalla contra la Biblia, contra la libertad de creencia”, y Babu animó a los cristianos de otros lugares a no dejar de lado esta batalla, en oración y en solidaridad con el pueblo cristiano de su país.

“Muchas veces escuchamos estas historias, pero cuando les ponemos rostro, es distinto”, apuntaba uno de los presentadores de la sesión. En las mesas que reúnen a 5.000 hermanos en la fe, los siguientes minutos fueron de oración y lágrimas. “Recordad que no somos héroes -dijo uno de los ponentes-, somos como cualquiera de vosotros, somos vuestros hermanos en la fe. No hay nada igual a la familia de Dios, y Jesús es el verdadero héroe que nos ha prometido que “todo este sufrimiento presente no se compara en nada con la gloria que nos espera”.

 

 

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