A contender ardientemente por la fe

Jairo Mendoza

25 DE ABRIL DE 2012 · 22:00

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Carta de Judas (no el traidor, sino un discípulo de Cristo) en la Biblia Estas palabras no suenan muy agradables para el día de hoy, y mucho menos en el ámbito religioso, a sabiendas de las grandes atrocidades que en nombre de la cruz se han llevado por el planeta. No obstante, la carta de Judas es dada a la iglesia en un ambiente y contexto de falsas enseñanzas y gente mala, llamada impía, aunque estaba en la iglesia. Como buen sumario periodístico, Judas (no el Iscariote) expone las características de estos falsos maestros y falsos hermanos que se gozaban en la enseñanza del error y de la falsa doctrina. Tales hombres se caracterizan por lo siguiente: “… que comiendo impúdicamente con vosotros se apacientan a sí mismos; nubes sin agua, llevadas de acá para allá por los vientos; árboles otoñales, sin fruto, dos veces muertos y desarraigados; fieras ondas del mar, que espuman su propia vergüenza; estrellas errantes, para las cuales está reservada eternamente la oscuridad de las tinieblas.”(v. 12-13) ¡Qué triste y desgraciada realidad para estos días! Es penoso y vergonzoso cuando, en vez de apacentar a las ovejas, nos dedicamos a acariciarlas (que no es malo, mas no la única opción). Es desastroso cuando el mensaje bíblico lo adecuamos a la cultura, o el éxito ministerial lo medimos según las exigencias ultra postmodernas y no a la manera de Dios. ¡Qué bien nos hace recordar 1ª Tim. 4:6! “Si esto enseñas a los hermanos, serás buen ministro de Jesucristo, nutrido con las palabras de la fe y de la buena doctrina que has seguido”. No podemos, mis amados, presentar un evangelio sintético que no compromete las vidas a la santidad y pureza ante el crisol Divino, o que es sólo un relajamiento moral pero que deja por fuera las enseñanzas primordiales y fundamentales de la Palabra de Dios. Los métodos y artimañas de los especialistas en publicidad han invadido nuestras vidas, y las horas dedicadas a la oración ya han sido suplantadas desde hace rato; los medios de comunicación modernos y masivos, las últimas tecnologías nos obligan a difuminar al mejor estilo photoshop el mensaje de lo Alto. Estamos más preocupados por llenar el local donde nos reunimos o por impresionar con malditos números preocupados de las egoístas estadísticas, que de preparar discípulos para el reino de Dios y el reino de Cristo. El mayor interés es la popularidad moderna con una mezcla de espiritualidad llena de falsa tolerancia, aunque ello implique un detrimento de la verdad bíblica. Sirvamos al Señor con alegría, no negociemos ni vendamos el mensaje del evangelio, no comprometamos la doctrina de Cristo, no vivamos como si no fuéramos a rendir cuenta al amo cuando venga (Mt. 25), vivamos de tal manera que estos falsos creyentes y falsos maestros sean derribados, vivamos de tal manera que ofrezcamos a otros, con la ayuda del Espíritu Santo, la salvaciónde todos los pecadores, con la ayuda de Jesucristo. Renunciemosa creer que la iglesia y el pueblo de Dios es un club de entretenimiento para jóvenes o que todos los oyentes tienen que salir contentos porque el estómago les ha hecho cosquillas, sin importar que su alma vaya de cabeza al infierno y no se le confronte con su pecado para que no se ofendan, aunque tristemente sí ofendemos a nuestro Dios, Amo, Señor y Salvador, y eso muchas veces eso no nos importa. Vivamos de tal manera, enseñando y sirviendo a nuestro Dios, Amo y Salvador, tomando en serio las verdades bíblicas, porque después de todo tendrán un impacto eterno. Dios merece todo nuestro esfuerzo y fidelidad, merece un compromiso serio e incuestionable a su Palabra aunque eso nos lleve a la impopularidad o hasta la misma muerte. No nos avergoncemos del Salvador y formemos verdaderos discípulos y no parásitos egoístas llenos de misticismo espiritual. Jairo Mendoza – Pastor – Sevilla (España)

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