‘Efecto Matilda’: origen protestante

A través de la historia, grandes filósofos y científicos han considerado a la mujer inferior y sin capacidad para ser científicas. #NoMoreMatildas.

15 DE FEBRERO DE 2022 · 08:00

Katherine Johnson, Dorothy Vaughan y Mary Jackson: figuras ocultas de la NASA,Katherine Johnson, Dorothy Vaughan, Mary Jackson
Katherine Johnson, Dorothy Vaughan y Mary Jackson: figuras ocultas de la NASA

El 11 de febrero se celebró el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, proclamado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2016  y que celebra los logros de las mujeres, los conocidos y los desconocidos, los recordados y los olvidados

Con sólo seis ediciones, su repercusión es enorme, especialmente en España, país felicitado por la ONU en 2019 por organizar más de tres mil actos relacionados con la mujer y la ciencia. Por ello, en 2022 no podemos dejar de sumarnos a esta celebración. Esta celebración ha ayudado a poner de manifiesto el papel crucial de las investigadoras en la lucha contra el covid-19, desde el conocimiento del virus hasta el desarrollo de las vacunas contra el mismo; en este campo cabe destacar el trabajo de la investigadora húngara-norteamericana Katalin Karicó en las vacunas de ARN-mensajero, por el cual le otorgaron el Premio Princesa de Asturias 2021.

Pero también ha servido para mostrar las dificultades de las científicas para desarrollar su trabajo. Veamos algunas.

 

Mitos falsos

A través de la historia, grandes filósofos y científicos han considerado a la mujer inferior y sin capacidad para ser científicas. Es relativamente conocida la definición del filósofo griego Aristóteles de las mujeres como varones imperfectos incapaces de pensar, o la afirmación del alemán Arthur Schopenhauer (s XIX) de la mujer como un animal de cabellos largos y miras cortas. O la de que el cerebro de la mujer es más pequeño e incapaz de estudiar carreras científicas (S.XIX) del Dr. H.Clark, autor de “El sexo en la educación” y decía así: La constitución física de las mujeres no tolera la dureza de unos estudios superiores”.

Ideas como esta impidieron a las mujeres el ingreso en las universidades, puerta de acceso a la ciencia, hasta el siglo XX. En España se les permitió a partir de 1910, después de una ardua lucha. Sabemos que algunas se “colaron” en las aulas disfrazadas de hombre. Así se han alimentado los mitos falsos y los estereotipos que hoy tenemos que desmontar, según los cuales “a las niñas se les dan peor las matemáticas y las ciencias que a los niños" “a las niñas no les gustan las matemáticas ( ni las ciencias)", “no ha habido grandes matemáticas ni científicas en la historia". En resumen vienen a decir que a las niñas no son tan aptas para los se llama profesiones STEM (Ciencia, Técnicas, Ingeniería y Matemáticas). No hay ninguna prueba de diferencia biológica entre niños y niñas para las habilidades matemáticas o científicas.

 

Peores condiciones para ellas

La investigación está muy mal en general, se invierte muy poco y están muy mal pagados los científicos. Mucho peor está para las mujeres. La precariedad de la ciencia no es la única barrera. El sexo femenino, como casi siempre, marca un plus de dificultad:  las mujeres que llegan a la ciencia se encuentran con las barreras habituales de prejuicios hacia ellas, de mayor exigencia, incluida la maternidad y los cuidados de los dependientes. Según explica Carmen Fenoll,[1] investigadora y presidenta de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT), las mujeres que logran acceder a la ciencia se encuentran con entornos académicos hostiles, todavía plagados de estereotipos y sesgos contra su capacidad, que dificultan su progreso de un modo sutil pero real. Muchas mujeres abandonan y otras se quedan estancadas y nunca consiguen desarrollar su potencial. Por eso solo ocupan en torno al 20% de las plazas de mayor nivel profesional en la investigación. Durante una baja por maternidad, por ejemplo, ellas no están en el laboratorio. Y otros les quitan las oportunidades. Hay muy pocas mujeres con puestos de responsabilidad porque si deciden dedicase más a la familia tienen que optar por trabajos más técnicos, que permiten la conciliación familiar y trabajo.

 

Sin referentes para las niñas: científicas invisibles

Hay muchos nombres de pioneras y aquellas que han hecho aportaciones relevantes, pero permanecen en el anonimato. Un botón de muestra: las mujeres afroamericanas que ayudaron a ganar la carrera espacial.

Detrás del éxito de John Glenn, el primer estadounidense que orbitó la Tierra, y de la llegada de Neil Armstrong y sus compañeros a la Luna está el trabajo oculto y los cálculos que realizó un grupo de mujeres matemáticas afroamericanas en la NASA durante los años 60, en plena carrera espacial y en la lucha por los derechos civiles de la comunidad negra estadounidense. El desconocido trabajo de Katherine Johnson, Dorothy Vaughan, Mary Jackson y otras ‘computadoras humanas’ salió a la luz con la publicación del libro Figuras Ocultas,[2] y la posterior película, (no dejéis de verla)

La consecuencia inmediata de la falta de imágenes y referentes de mujeres (menos del 8% en los libros de secundaria) es que niñas, niños y jóvenes perciben que la ciencia es cosa de hombres. En general la sociedad, las familias y las escuelas dudan de la capacidad de las niñas para dedicarse a la ciencia y a la ingeniería, haciendo que estas niñas terminen dudando ellas mismas.

 

4 cifras con las que se evidencia la gran brecha[3]:

1 Las mujeres constituyen solo un 28% del total del personal investigador en el mundo.

2.Solo un 7% de las chicas de 15 años en España quiere dedicarse a profesiones técnicas o científicas.

3. En España el número es menor a medida que se asciende en la carrera científica. Estudiantes de doctorado hay 5 de cada 10 que son mujeres, puestos de dirección solo 2 de cada 10 son mujeres. El techo de cristal son las múltiples barreras para que las mujeres escojan y desarrollen una carrera científica: estereotipos y prejuicios que afrontan las niñas y mayores cargas familiares.

4. Solo el 3% se ha concedido a mujeres desde la creación de los galardones en 1901. Según datos de Maldito feminismo, desde 1901 a 2020, se ha otorgado el Premio Nobel a 58 mujeres –y sólo la mitad relacionados con la ciencia– frente a los 876 hombres que han recogido este premio que hoy supone reconocimiento pero también la jugosa cuantía de 800.000 euros.

El problema es tan evidente que el espacio europeo de investigación ha identificado la igualdad de género como 1 de sus 5 máximas prioridades.
 

El Efecto Matilda y su origen protestante[4]

El efecto Matilda debe su nombre a Matilda Joslyn Gage, la activista norteamericana del siglo XIX que denunció por primera vez que a las mujeres investigadoras se les negaban sus méritos y la autoría de sus descubrimientos. La campaña #NomoreMatildas, fue iniciada por la AMIT.

En 1993, una historiadora especializada en el mundo de la ciencia, llamada Margaret W. Rossiter, definía el “Efecto Matilda” para poner de manifiesto la gran diferencia tanto salarial como de reputación que existe en el ámbito científico entre hombres y mujeres. Margaret se había inspirado en una sufragista norteamericana, Matilda Joslyn Gage, quien dedicó su vida a la lucha por los derechos de las mujeres, para crear este concepto.
Matilda Electa Joslyn Gage nació el 24 de marzo de 1826 en Cicero, Nueva York. Fue la única hija del doctor Hezekiah Joslyn y su esposa, una pareja muy activa en favor del abolicionismo y profundamente creyentes protestantes, que había organizado en su propia casa uno de los llamados ferrocarriles subterráneos para poder ayudar a los esclavos a fugarse.

Cuando se casó en 1845 con un comerciante llamado Henry Hill Gage, Matilda continuó con la tarea activista y organizó en su nuevo hogar en Fayetteville, también en Nueva York, un ferrocarril subterráneo. Matilda dedicó los siguientes años a cuidar de su familia, llegó a tener hasta cinco hijos, y a continuar con la lucha antiesclavista. Pero pronto incorporó a su vida otra inquietud, la lucha por los derechos de las mujeres, denunciando el abuso y la violencia sexual contra mujeres y niños, e incluso denunciando a la propia iglesia como cómplice de abusos contra los esclavos y las mujeres.

En 1852 asistía a la tercera Convención Nacional sobre los Derechos de las Mujeres, celebrada en Siracusa. Allí daría su primer y brillantísimo discurso como sufragista. Matilda se posicionó en el sector más radical del sufragismo, alejada de las posturas conservadoras que defendían la lucha de las mujeres solamente centrada en el derecho a votar. Aun así, tenía en común con otras sufragistas conservadoras su profunda fe protestante. De hecho, colaboró con las fundadoras del Movimiento Seneca Falls,  Elizabeth Cady Stanton, y Susan B. Anthony y en la Biblia de la Mujer.

En 1875 era nombrada presidenta de la Asociación Nacional del Sufragio Femenino, organización en la que trabajó durante años para que su labor se fuera expandiendo por todo el territorio de los Estados Unidos.

Escribió varias obras que se convirtieron en indispensables para entender su lucha, entre ellos, los panfletos La mujer como inventora, Catecismo de los derechos de la Mujer, y Mujer, Iglesia y Estado, su obra más importante firmada en solitario y que recogía el espíritu de la Women's National Liberal Union, una organización que fundó ella misma en 1890 como contraposición a aquellos movimientos feministas menos radicales, que defendían la unión de iglesia y estado.

Tras su muerte, acaecida en Chicago el 18 de marzo de 1898, sus restos fueron enterrados en el cementerio de Fayetteville bajo una inscripción que reza: Existe una palabra más dulce que madre, hogar o cielo; esa palabra es libertad.

 

[1] https://elpais.com/ciencia/2021-02-11/por-que-hemos-lanzado-nomorematildas.html.

Carmen Fenoll es catedrática de Medio Ambiente en la Universidad de Castilla-La Mancha.

[2] La película está basada en el libro de Margot Lee Shetterly Publicado en español en enero de 2017 Figuras Ocultas.

[3] UNESCO / European Research Area
Organisation for Economic Cooperation and Development (OECD)
Científicas en Cifras 2015. Ministerio de Economía, Industria y Competitividad.
Gobierno de España

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Seneca Falls - ‘Efecto Matilda’: origen protestante