Cristianos de Corea del Norte: una vida de sufrimiento
Tras 20 años en el primer puesto de la Lista Mundial de la Persecución, Corea del Norte se ha colocado este año en el segundo puesto. ¿Significa esto que la persecución ha disminuido en el país asiático?
20 DE FEBRERO DE 2022 · 23:00

Durante años, Corea del Norte ha sido el exponente de la persecución en todo el mundo. Con un nivel de persecución extremo, debido a la dureza con la que el gobierno comunista castiga a los seguidores de Jesús, se calcula que entre 50.000 y 70.000 cristianos se encuentra en prisiones o campos de trabajo forzosos y que otros muchos son brutalmente torturados y asesinados.
Debido a esto, la única forma de vivir la fe para los aproximadamente 400.000 cristianos que viven en este país es hacerlo en la clandestinidad, ocultándolo en muchas ocasiones hasta a sus propios hijos por miedo a ser denunciados a las autoridades.
Partiendo de este contexto, podemos comprobar que no solo la persecución no ha disminuido en Corea del Norte, sino que se encuentra en el punto más álgido de su historia. Que el país haya pasado al segundo lugar es solo consecuencia de la reciente toma de Afganistán por parte de los talibanes, lo que ha incrementado el nivel de persecución hasta los 98 puntos, superando así los 96 de Corea del Norte.
Además de la persecución ya existente, Corea del Norte lleva años sumida en una crisis alimentaria que ahora se ha visto empeorada debido al Covid-19. Las condiciones meteorológicas extremas que en ocasiones sufre el país, provoca que las cosechas sean muy escasas. Además, existe la política de «militares primero», lo que significa que, a la hora de distribuir los recursos, los oficiales de alto rango y aquellos pertenecientes a las Fuerzas Armadas reciben primero los paquetes de alimentos y demás productos. La poca ayuda alimenticia que el gobierno provee jamás llega a los cristianos, debido a que están situados en el escalafón más bajo de la sociedad
Todo lo mencionado anteriormente, sumado al cierre de fronteras como precaución ante posibles contagios, hace que la posibilidad de contrabando de alimentos y material de primera necesidad a través de otros países como China se haya vuelto aún más difícil.
Sin embargo, la iglesia de Cristo en Corea del Norte sigue firme en medio de esta situación de crisis extrema. A través de redes de contacto en países como China, organizaciones como Puertas Abiertas pueden ayudar a los creyentes norcoreanos perseguidos con ayuda urgente (comida, medicina, ropa...), Biblias, formación y material de discipulado. Esto fortalece la iglesia y permite que el Evangelio siga moviéndose en la clandestinidad a través de los cristianos que ponen en juego su vida para seguir a Cristo.
Cristianos como Bae y su esposo que fueron arrestados y enviados a una aldea remota a realizar trabajos forzosos tras ser descubiertos por las autoridades con una Biblia. Esto, sin embargo, no detuvo a Bae, que cruzó la frontera a China para traer comida, medicinas y una Biblia. Estando allí, los hermanos de la casa refugio con la que entró en contacto le ofrecieron quedarse en el país vecino. A pesar de que esto significaba la libertad para ella, no podía abandonar su familia ni la pequeña iglesia de su aldea.
Cuando volvió a casa compartió el material que había obtenido su grupo secreto de creyentes. Estas muestras de amor además de cubrir sus necesidades más urgentes, ha fortalecido la fe de estos hermanos y les permitirá estar firmes en las dificultades diarias que atraviesan, sabiendo que no están solos.
Bae y muchos otros cristianos de Corea del Norte no solo tienen clara su misión, sino que además saben que no están solos. Dios está con ellos, así como los millones hermanos en todo el mundo que oran por su circunstancia y cuyo apoyo práctico permite obtener la poca ayuda que entra en el país.
En palabras de Bae, en una carta que envió a un colaborador local de Puertas Abiertas en China:
«Desde la perspectiva de otros, nuestra vida de sufrimiento debe parecer una vida maldita; pero este sufrimiento es una bendición de nuestro Padre, que lo permite en nuestra vida como una especie de atajo para llegar a Él. Dios conoce nuestro sufrimiento y escucha nuestras oraciones. Le damos gracias a nuestro Padre, que ha hecho tan grandes cosas para preparar la vida para nosotros.
Hermano, tengo una última petición: haz llegar nuestra gratitud a todos aquellos que oran por nosotros. A cambio, prometemos mantenernos firmes para seguir propagando el Evangelio por toda Corea del Norte.»
Sigamos orando y ayudando a nuestros hermanos de Corea del Norte para que la Iglesia clandestina sea la luz que este país tanto necesita.
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