Pastores como zorras
De estos pastores, lo menos que se puede decir es que no buscan pastorear, sino contar ovejas. Sin su hoja de cálculo de contabilidad no son nada.
29 DE JUNIO DE 2025 · 21:05

Me topé con una revistita que hacía hace tiempo. Justo un número de junio de 1988, ¡37 años! Advertía de algunas cosas que ya entonces me parecía que eran destructivas para la Iglesia. (He ido a peor, pero tampoco he cambiado mucho.)
Contando la fidelidad en medio de la persecución de los covenantes escoceses, preguntaba en retórica, pues la respuesta sería que se podrían contar con los dedos de la mano de un medio manco: ¿Cuántos pastores (sin sueldo, sin mes de vacaciones, sin gloria humana) quedarían hoy disponibles para predicar en un conventículo?
También preguntaba, por equilibrar, que caso de haber alguno, ¿con cuántos creyentes se encontraría para celebrar el culto? (Pues los hubo, y en muchos sitios. De los hugonotes del desierto, ni te cuento. Y más…)
También he escrito y advertido en mis predicaciones sobre la insensatez de esos mismos covenantes. Pues el rey que los persigue, fue puesto por la espada de ellos mismos. (No se olvide Dunbar, 1650.)
Dos meses antes también escribí en esa revistita: “La multiplicación del error doctrinal y la conducta pecaminosa no pueden traer bendición. ¿Nos traerán bendición las zorras? (Ezequiel 13:4-6). Si los pastores son ejemplo de avaricia, corrupción, adulterio, etcétera, ¿dónde quedarán las ovejas? Y si el verdadero y fiel pastor [me refería a Pedro en su bronca con Pablo] debe ser reprendido cuando no anda conforme a la verdad del Evangelio, ¿cómo justificar el silencio ante los falsos maestros y profetas?”
Esas son las zorras del título. “Profetiza contra los profetas de Israel que profetizan, y dí a los que profetizan de su propio corazón: … Así ha dicho Jehová el Señor: ¡Ay de los profetas insensatos, que andan en pos de su propio espíritu, y nada han visto! Como zorras en el desierto fueron tu profetas, oh Israel. No habéis subido a las brechas, ni habéis edificado un muro alrededor de la casa de Israel, para que resista firme en la batalla en el día de Jehová. Vieron vanidad y adivinación mentirosa. Dicen: Ha dicho Jehová, y Jehová no los envió; con todo, esperan que él confirme la palabra de ellos…”
De estos pastores, que nuestros buenos profetas dicen que son un montón, en todas las épocas, lo menos que se puede decir es que no buscan pastorear, sino contar ovejas. Sin su hoja de cálculo de contabilidad no son nada.
Su padre y enviador, ya se sabe, les pide cuentas. Cuentas de cómo han edificado su templo, con cuántas gentes, cómo han cumplido sus mandamiento morales… de cómo han predicado el evangelio de su salvación, etc., etc. En fin, de como predicándola, han negado la cruz del Cristo y puesto la de su padre, el anticristo.
Una advertencia final, aunque ya dicha desde hace 37 años, por lo menos. Estas zorras señaladas por el profeta te “exhortarán”, y esto así en general no está mal, si no está mal, (pero suele ser palabra de mercadería para sumar puntos de contabilidad), a que, por tu bien espiritual, claro, busques y asistas a una iglesia local, en lugar de quedarte en tu casa cada día del Señor.
Es necesario que el creyente se someta a la autoridad de Dios y pertenezca, como miembro, a una iglesia local para que sea bíblicamente pastoreado, exhortado y animado… Lo normal es que esto lo proponga siempre (tal vez el 99%) un pastor que busca no pastorear sino contar sus ovejas.
Eso de “bíblicamente pastoreado”, y “miembro” de una iglesia local, suena a mercadería. Y ya se sabe la advertencia de nuestro Apóstol, que querrán hacer mercadería con nosotros empleando palabras infladas. Y eso no es del papado solo, también de sus iglesias hermanas, y sus pastores.
Nuestro Antonio del Corro, en su comentario dialogado (¡singular método de comentar!) de la carta a los Romanos [está fuera de edición, pero, d.v., lo reeditaremos], además de tomar el ejemplo que pone Ezequiel después de los versículos citados, sobre los recubridores del muro con lodo suelto, avisa:
“Cuando viereis que los doctores y pregoneros del Evangelio no sirven a Jesucristo, sino más bien a su propio vientre, evitadlos como a lobos muy atroces… Para decirlo más claramente: cuando tú vieres a algún doctor que abre para sí mismo escuela propia, que gana para sí mismo discípulos, no preocupándose para nada de la Iglesia Católica y Universal, sino más bien a esto de tener muchos amigos, seguidores, panegiristas y admiradores de sus conferencias y escritos, rehúyelo. Pues -créeme- ése no sirve a nuestro Jesucristo, sino a sí mismo; no busca la gloria del Redentor, sino que cultiva la suya propia y desea mirar por su vientre de todas las maneras. Bajo el nombre de vientre no entiendas sólo los banquetes o las suntuosidades de los cubiertos, sino entiende también las riquezas, la gloria vacía, la fama entre los mortales…” [Y se refiere a doctores, ¿qué decir de mediocres palabreros?]
Cuando nuestros buenos profetas, Ezequiel, Jeremías, Isaías… avisan tanto de tantos falsos profetas y maestros, lo mismo que nuestros buenos apóstoles, y que tan poca atención se les concede, nosotros aquí en nuestro grupito, por si acaso, nos hacemos eco.
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