Fábulas judaicas

Con la Escritura tenemos el deber de cerrar la boca de esas enseñanzas vanas y sin provecho.

17 DE MARZO DE 2024 · 20:00

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Imagen de Aneta Hartmannová, Unsplash.

Si nuestro Pablo dice que no atendamos a fábulas judaicas, pues no se deben atender, pero eso indica que existen (Ti. 1:14). Que hay muchos habladores de vanidades y engañadores, pues hay muchos. Una cosa son esas fábulas, y otra la interpretación de símbolos de la Escritura, ese lenguaje destinado a mostrar la oscuridad de la mente, y a mostrarle a los redimidos su redención y las obras poderosas de Dios. Por ejemplo, habrá miles de doctrinas humanas sobre la Jerusalén celestial; habrá miles de enseñanzas engañadoras para provecho de sus promotores, pero también hay una Jerusalén celestial a la que pertenecemos los elegidos para ser de ella. ¿Fábulas judaicas? Sí; la verdad de la Sagrada Escritura, también. Precisamente con la Escritura tenemos el deber de cerrar la boca de esas enseñanzas vanas y sin provecho(aunque de ellas se aprovechen los aprovechados).

Y con esto nos vamos a ese episodio tremendo de cuando nuestro Aventroot puso a los Estados Generales (Holanda, para entendernos) en dirección de conquistar Perú, como medio de vencer definitivamente a España, y de ser el primer eslabón para romper la cadena tiránica sobre Sudamérica. Pues en él encontramos aspectos de profetismo apocalíptico que nos viene bien mirar un poco.

Si nos acercamos al día a día de este nuestro buen protestante calvinista, (pongamos desde más o menos el inicio del siglo) nos encontramos con algunas cosas extrañas. No seria extraño que tuviese más de un amigo judío que manejara abundantes fábulas judaicas. Eso en ese momento era muy común. Lo cierto es que lo vemos convencido de ciertos pasos que dependían de algunas señales privadas, o de sumas sobre episodios, que realmente no tienen, a mi modo de ver, nada que ver con la fe calvinista. Pero su tiempo y circunstancias son las que son.

Un episodio paradigmático es cuando, en pro del envío de la escuadra para conquistar Perú, mirando sus libros de contabilidad, porque él financiaba parte del proyecto, notó unas gotas de sangre fresca en la página que miraba. Las tocó y no tuvo dudas, eso era sangre fresca, y era una señal de lo correcto de la empresa (este dato lo da él mismo). De modo que tenemos a un personaje que está proponiendo algo de lo más apropiado, con su generosa ayuda, pero que se convence por algo que a nosotros (a mí, al menos) no nos convence. Lo mismo esas gotas de sangre le cayeron de la nariz (a veces ocurre); era sangre real, pero la vio como otra cosa. El proyecto, muy bien. La lectura de señales, mal. En sus libros de contabilidad, rigurosos como buen financiero, cada cosa estaba en su sitio. No ponía los datos en sitios equivocados; pero en su libro de contabilidad existencial le bailaban los números y la catalogación.

En su libro de contabilidad de la historia tenía un apartado esencial, que él aceptaba sin titubear , y era que el papado caería en sus días. Empezaba a contar desde el 316, donde comienza la lucha de la bestia de Apocalipsis 13. Esa acción durará 1260 años, y entonces será el fin del papado. (Luego cambió algún año.) No se trata de contar para certificar la segunda venida de Cristo; eso no entra en sus cuentas. Se trata solo de la caída del papado, con toda su significación. No era partidario de ninguna doctrina de la continuidad de la historia aquí en la tierra tras la segunda venida del Mesías. El triunfo del evangelio lo será tras la destrucción de la estructura del papado, pero por el poder de la Palabra y el Espíritu Santo, no por la presencia corporal de Cristo.

Esta manera de pensar no la veo vinculada a fábulas judaicas, sino a una manera de leer ciertos símbolos de la Escritura. En su caso, mezclada con señales y números particulares. Lo uno, sí; lo otro, no. De todos modos, ese método de ver el final del papado como un dato de la contabilidad histórica tiene su buen razonamiento, pues será el principio de la realización de promesas mundiales que ya los profetas señalaron. No tenia dudas sobre que el papado era el anticristo, pues aunque no niega formalmente al Padre y al Hijo, y que éste vino en carne, con sus doctrinas lo niegan en la práctica. 

Sobre el particular, no estará de más recordar que nuestro Cipriano de Valera tenía un modelo de lectura semejante. En su caso, como en otros, uniendo a la ruina y caída del papado la del Islam. Los dos pilares caen al mismo tiempo, pues surgen en tiempo semejante, y entonces vendrá la gran cosecha de redención por toda la tierra. No por obra de un cambio moral, sino por la obra de gracia dispuesta por Dios. Eso se verá, pues el tiempo lo dirá. Sin embargo, Cipriano de Valera y otros comenzaban las cuentas no en el 316, o algo cercano, sino en el momento de la fundación histórica del papado. Con esa contabilidad, resulta que estamos en el tiempo de descuento. Ya veremos.

Este modelo sirvió para, incluso cuando lo evidente parecía otra cosa, como cuando el papado se vio reducido a una parcela del suelo de Roma, y parecía que desaparecía, y este modelo afirmaba que eso no seria así, pues tenía que ser en nuestros días. Un ejemplo: David Steele, pastor de la Iglesia Reformada Presbiteriana en Filadelfia, escribía en 1870 susNotes on the Apocalypse, donde afirmaba que el inicio para empezar a contar esa cuenta era “cuando Focas, sobre la sangre de los ciudadanos, para asentar su poder, declaró a Bonifacio III obispo de Roma, cabeza de la iglesia universal. Este acto impío tuvo lugar en el año 606. El papa se convierte también en un príncipe temporal en el 756. No podemos saber con certeza cual de esos sucesos, o si alguno de los mismos, marca el periodo de tiempo cuando los 1260 años comienzan. De manera que permanecemos sin saber el tiempo exacto cuando este tan interesante periodo terminará”. Por la cuentas me parece más apto el momento de la donación de Pipino (la fecha segunda). Ya veremos.

La semana próxima, d.v., hablamos un poco sobre la tolerancia. Un lío. Porque es tema de mucha confusión, donde se usan términos comunes de los que cada uno tiene un concepto diferente. Pero, con cuidado de no entrar en discusiones vanas y sin provecho, podemos aprovechar algo.

 

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