La justificación, ¿un invento de Lutero?
¿Qué decimos exactamente como protestantes cuando hablamos de la justificación? Más importante aún, ¿qué dice la Biblia sobre el tema?
01 DE NOVIEMBRE DE 2025 · 21:00
“Su sangre y su justicia son
mis ropas y mi galardón;
y así vestido quiero estar
cuando ante Dios me vaya a hallar.
Y aunque haya de comparecer
no habrá denuncia que temer,
mi culpa ha sido absuelta ya,
y en Cristo, ¿ quién me acusará?”
Así escribió el famoso líder moravo, el conde Nicolás Ludwig von Zinzendorf, en 1739, en las primeras estrofas de su famoso himno, “Su sangre y su justicia”. Para los protestantes, cantar la justicia de Cristo como nuestra, y como nuestra única esperanza ante el Padre, es una teología gloriosa; sin embargo, durante más de medio milenio, los católicos romanos han condenado declaraciones como estas como herejías que no se encuentran en las Escrituras ni en los primeros 1500 años de la Iglesia.
Entonces, ¿qué decimos exactamente como protestantes cuando hablamos de la justificación? Más importante aún, ¿qué dice la Biblia sobre el tema? Además, ¿inventó realmente Martín Lutero esta enseñanza, o encontramos cristianos antes que él que decían cosas similares? ¿Es la justificación realmente el aspecto más importante de la salvación, o hay algo más central? En este artículo responderemos a todas estas preguntas mientras analizamos la doctrina de la justificación en las Escrituras y la historia, y su rol en el plan de Dios.
Un resumen de la justificación
Antes de profundizar en las Escrituras, sería útil explicar qué queremos decir los protestantes cuando hablamos de la justificación. Este es, obviamente, un tema importante para nosotros, ya que tres de las cinco solas de la Reforma protestante abordan directamente este tema: solo por gracia, solo por la fe y solo en Cristo. Aunque podríamos decir mucho sobre el tema, aquí compartiremos tres ideas clave.
Primero, estamos muertos en nuestros pecados. Así es: no solo somos débiles o apáticos, ¡sino muertos! Desde la caída de Adán y Eva, no somos libres para conocer y amar a Dios, sino que cambiamos la verdad de Dios por una mentira y nos amamos egoístamente a nosotros mismos. Esto afecta todo lo que hacemos, de tal manera que incluso nuestras supuestas buenas obras están contaminadas con pecados como el orgullo, la idolatría y la lujuria.
Segundo, somos salvos solo por gracia, solo por la fe y solo en Cristo. Dios no nos salva porque hagamos nuestra parte y él la suya, sino que él lo hace todo. Y no buscamos la salvación en nosotros mismos ni en ningún otro santo, sino solo en Cristo.
En tercer lugar, aunque no somos salvos por buenas obras, ciertamente somos salvos para buenas obras. Esto significa que la justificación y la santificación están necesariamente conectadas, y que a quienes Dios justifica, también los transforma para que vivan como él. Juan Calvino lo expresó bien cuando dijo que solo la fe justifica, pero la fe que justifica nunca está sola.
¿Qué dice la Biblia sobre la justificación?
La Biblia habla de la justificación en muchos pasajes, y si observamos cómo la trama principal de las Escrituras relata cómo Dios salva a su pueblo a pesar de su pecado y le da nueva vida, podríamos incluso decir que la justificación es uno de los temas centrales de las Escrituras, pero donde la Biblia habla con mayor claridad sobre el tema es en el libro de Romanos.
En los primeros tres capítulos, Pablo dice que todos somos pecadores, totalmente corrompidos por el pecado, y que merecemos la muerte. ¡Es una noticia terrible! Pero en Romanos 3:21–26 Pablo da la noticia radicalmente buena: Dios envió a su Hijo a morir en la cruz por nuestros pecados, para que fuéramos justificados por la fe. Pablo continúa desarrollando la buena noticia en el capítulo 4, donde habla de Abraham siendo justificado por la fe independientemente de las obras, y luego dice esto en el versículo 5: “En cambio, al que no se basa en sus obras, sino que cree en aquel que justifica al impío, su fe le es tenida en cuenta como justicia”.
Finalmente, aunque Pablo aborda el tema de la santificación en el capítulo 6, lo aborda con seriedad en los capítulos 12–15. Es importante destacar cómo Pablo comienza esta sección: “Por lo tanto, hermanos, os ruego por la misericordia de dios que os presentéis vosotros mismos como sacrificio vivo, santo agradable a Dios”. En otras palabras, Pablo basa su llamado a la santificación en la obra previa de justificación de Dios, que describió en los primeros capítulos del libro.
En el próximo artículo veremos cómo la justificación fue tratada a lo largo de la historia de la iglesia y su importancia para el momento presente.
Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Red Credo - La justificación, ¿un invento de Lutero?