Los Niños De Dios y la Familia Berg (1)
Tenemos que aceptar el diagnóstico de Dios, para poder aceptar su remedio. Y si en Cristo está la salvación, el problema es el pecado.
07 DE AGOSTO DE 2018 · 09:00
Este año hace medio siglo también que comenzaron Los Niños de Dios, sin duda la secta más provocadora y perseguida que haya nacido en el medio evangélico. Aprovecho una estancia hospitalaria para contar en varias entregas la vida de David Berg (1919-1994) desde una perspectiva, espero que más compasiva de lo habitual. Hijo de una conocida predicadora de sanidades, pastor de la Alianza Cristiana Misionera y colaborador de David Wilkerson en la misión de alcanzar a los hippies en las playas de California, pero también acusado de incesto por sus propios hijos, así como de abusos a menores en el permisivo entorno de La Familia, sin duda la figura más oscura del mundo sectario evangélico.
En 1968 la playa de Huntington era para el sur de California, lo que Haight-Ashbury era para la bahía de San Francisco. Allí no sólo se hacía surf, sino que el pelo largo iba acompañado de drogas, sexo libre y una nueva forma de pensar. El Huntington Beach Light Club era un café llevado con propósitos misioneros, donde actuaban grupos de música y se hacían estudios bíblicos. Lo había establecido la organización de David Wilkerson, Desafío Juvenil (Teen Challenge), el predicador que fue a Nueva York en los años 50 para evangelizar y sacar de la droga a los jóvenes que formaban entonces violentas pandillas.
Wilkerson era un pastor de Asambleas de Dios en un pequeño pueblo, cuando sintió el llamado de ir a la Gran Manzana. Aunque la película que cuenta su historia, La cruz y el puñal, lo sitúa en los 70, la historia fue en realidad en los 50. El venía de un medio pentecostal tradicional, hijo y nieto de pastores. No tenía nada que ver con la cultura juvenil de los 60. Llevaba siempre traje y venía de una tradición de santidad, que se marcaba también con el aspecto externo. Lo que tenía era un gran corazón por los jóvenes. Y apoyó la iniciativa en 1966 de dar una alternativa a los “love-in” –lugares de reunión hippy–, para presentar a Jesús como “el último” o “definitivo viaje eterno” –la expresión “viaje / trip”, se usaba entonces para describir la experiencia de la droga–. Esas eran las palabras que había en el muro detrás del escenario.
MADRE PREDICADORA
Berg era mayor que Wilkerson. Había nacido en Oakland (California) en 1919 –Willkerson en el 31–, pero su madre tenía un espíritu todavía más joven que él, ya que fue ella la que empezó a llevar y repartir gratis sándwiches de crema de cacahuete a los hippies que entraban en el café de la playa de Huntington. Esta señora era increíble. Venía de una familia de judíos alemanes que se habían convertido al cristianismo y en el siglo XVIII viajaron a América treinta años antes de la independencia. Los Brandt eran menonitas de Stuttgart. Viven como granjeros en Pensilvania y luego en Ohio.
El abuelo de David se hizo metodista. Nació en Somerset (Ohio) en 1868 y comenzó a predicar a los 17 años. Pastor y profesor desde los 24 años, llegó a presidir la Universidad de Virginia. Se une al movimiento de Restauración de Campbell y funda medio centenar de iglesias de los Discípulos de Cristo, mientras escribe dieciséis libros. Su hija Virginia, la madre de David, llevaba ya de soltera una misión para chicas. Estaba comprometida con un primo rico del actor Humphrey Bogart, pero en una fiesta conoció a un tenor sueco llamado Hjalmer Berg. Se enamora y se casa con él.
El padre de David, Hjalmer, va al seminario de los Discípulos de Cristo en Des Moines (Iowa), cuando en 1911 tienen su primer hijo. A la vuelta del hospital donde nació el hermano mayor de David, algo extraño ocurrió ese frío día de diciembre. Ella contaba en su testimonio que se quedó paralizada de cintura para abajo durante cinco años, como resultado de un accidente de coche. Su hija Deborah cuenta en el libro sobre su padre, que en el año 82 unos familiares le contaron que no fue así. Ya que del 11 al 17 no sólo estaba activa en la iglesia, mientras estudiaba en la universidad cristiana de Texas, sino que tuvo otra hija cuando estaban en Ukiah (California).
La historia de su curación milagrosa, sin embargo, fue la razón no sólo de su salida de los Discípulos de Cristo, que no creían en la sanidad por la fe, sino también del comienzo de su ministerio itinerante como predicadora –algo que tampoco aprobaban las Iglesias de Cristo–, que le llevó a fundar en Miami el Tabernáculo de la Alianza en 1925. El marido se convierte en el pastor asociado y lleva el estudio bíblico, mientras el hijo mayor estudia en el colegio bíblico de la Alianza y el pequeño David empieza a predicar en el Tabernáculo. Con la llegada de la crisis económica en la Depresión, ella se queja de que no le pagan lo suficiente y se marcha para formar otra iglesia en Miami, para acabar siendo una predicadora itinerante en campañas de avivamiento.
PASTOR Y EVANGELISTA
Este es el medio en que se cría David con su hermano mayor Hjalmer y su hermana Virginia. Le llaman a filas en la Segunda Guerra Mundial, pero queda exento del ejército al tener problemas de corazón. En el 44 conoce a su esposa durante una misión en la pequeña iglesia de Sherman Oaks, cerca de Los Ángeles. Tras su matrimonio, sigue trabajando en el equipo de su madre como evangelista itinerante. Tuvo dos hijos antes de llegar a ser pastor de la Alianza Cristiana Misionera en un pequeño pueblo de Arizona, Valley Farms, que él mismo construyó físicamente.
Gran parte de la amargura que sentía ante las iglesias tradicionales, viene de su expulsión de la iglesia que él mismo fundó. Como en todo, hay varias versiones de la historia. Una decía que había habido un escándalo sexual, pero la que él contaba era que como resultado de su testimonio a los indios que vivían en una reserva cercana, la hipocresía racista de esa iglesia blanca hizo que le echaran. En su carta de despedida de la Alianza Cristiana Misionera en 1951 rechaza ya lo que llama “sistema eclesiástico”.
Desorientado, va a estudiar a la universidad de Phoenix, donde se interesa por el socialismo y el comunismo. Eso no es una acusación de sus enemigos. Es lo que él mismo dice en una Carta de Mo en 1972, el medio oficial de comunicación de los Niños de Dios –unas curiosas cartas con ilustraciones de cómic que firmaba con la abreviatura de Moisés, Mo, el nombre que se dio en la secta, aunque era llamado simplemente Papá en La Familia–. Enseña entonces en una escuela secundaria, cuando entra en contacto con un evangelista llamado Fred Jordan, que tenía una Clínica del Alma para formar misioneros y un programa de televisión que se llamaba la Iglesia en Casa.
Tras hacer un “curso de testimonio personal” de tres meses, entra en la organización para promover con viajes su programa. Como es habitual en este mundo, Jordan no tenía ninguna autoridad por encima de él, a la que responder. Berg trabajó con él durante quince años, hasta que Jordan prescinde de sus servicios. Se convierte en evangelista itinerante y viaja con tres hijos adolescentes. Linda está ya casada desde los 17 con alguien que su padre mete a trabajar en las oficinas centrales de Jordan en Los Ángeles. Luego se le llamó Deborah, por cierto. Esto de los nombres es algo muy confuso en los Niños de Dios, ya que los cambiaban. Al abolir luego los vínculos familiares, ni siquiera registraban los matrimonios o adopciones, lo que se convierte en un problema legal cuando son perseguidos.
LA GENTE DE JESÚS
Después de año y medio rondando por el país, van a ayudar a su madre en la misión fundada por Wilkerson en la playa de Huntington. Berg conectaba tanto con los jóvenes, que llegó a tener tres adolescentes viviendo con ellos. Los tres llegaron a ser Niños de Dios –uno de ellos se casó incluso con su hija, Arnold Dietrich–. Bueno, al principio no se llamaban Niños de Dios, sino Adolescentes para Cristo (Teens For Christ), jugando con el nombre de Desafío Juvenil en inglés, Teen Challenge. Wilkerson le da la responsabilidad de la misión a la Fraternidad de Hombres de Negocios del Evangelio Completo, la organización evangélica fundada por el millonario armenio Demos Shakarian para empresarios pentecostales.
La Gente de Jesús es el movimiento evangélico que se produce cuando tantos hippies se convirtieron al cristianismo en la costa oeste de Estados Unidos a finales de los 60 y principios de los 70. Los llamados “locos por Jesús” tenían influencia carismática, pero su aspecto y formas tenían poco que ver con el mundo pentecostal del que procedía Wilkerson. En un vídeo de una televisión local que hay ahora en Internet, se puede ver como el fundador de Desafío Juvenil visita San Francisco para hacer un libro y una película. Se reúne con cuatro que llevaban la misión de Living Room en Haight-Ashbury y les somete a un interrogatorio para saber si los hippies que se convertían, todavía toman drogas, practicaban sexo libre y llevaban el pelo largo. Ellos le dicen que llaman a las personas a Cristo y que eso es legalismo.
Wilkerson habla en la película –no había vídeo entonces, ¡claro!- con uno de los primeros hippies convertidos al cristianismo en San Francisco, Ted Wise. Él venía de la cultura beat que mezclaba las artes con la experiencia de la droga que había conocido en la Marina cuando estuvo en el Pacifico. Su esposa Liz entra en contacto en 1964 con un pastor bautista llamado John MacDonald, que había estudiando en el seminario reformado de Westminster. Los Wise llevaron a la fe a los otros tres que salen en el vídeo, Doop, Heefner y Sands, todos casados y convertidos con sus respectivas esposas. Detrás se ve rondando el grupo a un joven Lonnie Frisbee, el evangelista hippy que está al principio de la Capilla del Calvario y la Comunidad de la Viña hasta que se descubre su doble vida homosexual y acaba muriendo de sida.
En 1968 Wise aparece en la portada de la revista evangélica Vida Cristiana como “cristiano psicodélico”. El artículo aprecia su misión, pero Wilkerson les contacta para advertirles a quien estaban apoyando. Ellos niegan las acusaciones a MacDonald, que luego reconoce que “tristemente, había algo de verdad en las críticas”. Todo parece indicar una enseñanza antinomiana, o sea que no hay ley para el cristiano. Así en Internet se puede escuchar una grabación de Berg en la misión de la playa de Huntington repitiendo una y otra vez que la única ley es el amor.
Berg no era un predicador al estilo clásico. Compartía el tiempo con un grupo de música que formaban sus tres hijos y una nuera. Es así como recorre iglesias pentecostales, bautistas e independientes, como Adolescentes para Cristo. Usaba ya el nombre antes de su separación de la misión fundada por Wilkerson. El éxito que no había tenido recorriendo iglesias, lo consigue en las playas de California. Dos de la Gente de Jesús en San Francisco, Kent Philpott y David Hoyt recuerdan como Berg y sus hijos iban vestidos al principio con trajes oscuros, pero pronto cambian de aspecto. Los hombres se dejan crecer el pelo y la barba, a la vez que se ponen vaqueros y las mujeres llevan vestidos largos al estilo hippy.
RECHAZO A LAS IGLESIAS
La llamada de Berg a la Revolución por Jesús combinaba una crítica a la sociedad americana con un mensaje escatológico que anunciaba el triunfo del comunismo y la destrucción de los Estados Unidos. La esperanza estaba en un arrebatamiento previo a la Tribulación, que anunciaba el Juicio de Dios a un sistema, que incluía las iglesias organizadas. Como la Gente de Jesús, Berg combinaba el rechazo a los valores de la clase media americana con la especulación profética que condenaba a la religión. La diferencia es que para él, esta condena incluía también a las iglesias evangélicas conservadoras, como parte de ese sistema a desechar.
A principios del año 69 el grupo tenía medio centenar de miembros, pero estaban dedicados a tiempo completo al movimiento. A diferencia de la Gente de Jesús, buscaban también la publicidad por la confrontación. En enero apareció en la prensa que hacían visitas sin anunciar a las iglesias, durante el culto. Recorrían el pasillo principal, descalzos con su apariencia hippy, para ponerse delante del templo y gritar una y otra vez “Amén” o “Alabado sea el Señor” durante el sermón, para hablar luego con los asistentes de la necesidad de un discipulado radical.
Las visitas no sólo incluían iglesias como la episcopal de la playa de Newport, sino también la primera Asamblea de Dios de Santa Ana y la que luego sería la Catedral de Cristal de Anaheim, cuando todavía era la iglesia comunitaria de Garden Grove. Schuller les hizo marcharse, pero en el Centro Cristiano de Melodyland el pastor de Anaheim, Ralph Wilkerson –sin parentesco con David– se enfrentó físicamente con Berg, la segunda vez que vino a interrumpir el culto. Durante la semana visitaban las universidades para distribuir folletos. Una de las veces arrestaron a seis de ellos, incluido un hijo de Berg, Jonathan. Todo esto hizo que la Fraternidad de Hombres de Negocios del Evangelio Completo les echara del local.
¿NO HAY OTRA LEY?
Su hija Deborah atribuye el carácter conflictivo de su padre a la manera en que su madre le había idolatrado. No es casualidad que cuando su madre muere a principios del 68, él comienza la secta a causa de una revelación que ella había tenido sobre él. Él no aceptaba la autoridad de nadie. Justificaba todo lo que hacía. Nunca reconocía haber hecho algo mal. No aceptaba la culpa, ni pedía perdón por nada. Su individualismo le aísla de otras comunidades cristianas y alimenta un complejo persecutorio.
La madre no era diferente. Ella estaba acostumbrada a ser el centro de atención desde sus días de gloria en el Tabernáculo de Miami. Su personalidad dominante había creado un modelo matriarcal en una familia con muchos problemas. El hermano mayor de David se hizo agnóstico y su hermana se marchó de casa a los 16 años. Se casaron y divorciaron, pero ambos rechazaron la educación que habían recibido.
El centro de todos los sueños de la madre era David. Sobre él, profetizó que estaba lleno del Espíritu Santo desde que estaba en su vientre. Sería un predicador y maestro famoso, como su abuelo, pero la verdad es que en 1968 Berg tenía 50 años, carecía de trabajo, no había acabado su educación y le habían expulsado del único pastorado que había tenido. Toda esa frustración había llevado a que intentara tener relaciones sexuales con su hija Deborah a los 7 y 12 años. Ella le rechaza, pero no su hermana menor, Faithy, que reveló en 1982 que había tenido relaciones incestuosas siempre con su padre.
Para Berg, no había más ley que el amor. Y ese amor todo lo justificaba. Su teología venía de una moralidad llena de excepciones, que encontraba siempre en la Biblia. “¿Cómo crees que Adan y Eva extendieron la raza humana?, ¿de dónde piensas que sacó Caín a su mujer? Era una de sus hermanas, ¡claro! Y ¿qué acerca de Lot y sus hijas? Dios hizo una gran nación de ellos”. Así justificaba el incesto, como la sexualidad fuera del matrimonio. Ya que Salomón, David y Abraham tuvieron varias mujeres. Y sin embargo, fueron siervos ungidos de Dios para una tarea especial.
Un texto que le solía gustar citar a él, era el que dice que “para los puros, todas las cosas son puras” (Tito1:15). Así distorsionaba la Escritura. Para él, ser espiritual era compartir tu cuerpo con otros. Hablaba de la libertad que nos ha dado Dios en Cristo y el amor que todo lo abarca. Esa era su única ley. La cuestión es si esa era la ley de Jesús. El dice que no ha venido a abrogar la ley, sino a cumplirla (Mateo5:17). Si le amamos, guardaremos sus mandamientos (Juan 15:15). Su amor no es sin ley.
El problema de Berg en el fondo, no era la inmoralidad sexual, sino el rechazo a la ley. El apóstol Pablo dice que “por medio de la ley viene el conocimiento del pecado” (Romanos 3:20). Y si dejamos de llamar al pecado, pecado, ya no sabemos qué pensar sobre nada. Ese fue su error y el de muchos que rechazan la ley, para justificarse ellos mismos. Tenemos que aceptar el diagnóstico de Dios, para poder aceptar su remedio. Y si en Cristo está la salvación, el problema es el pecado. De él, ninguno de nosotros estamos libres.
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