Hago pájaros de barro...
Suspiro aliviada al entender que en el fondo no te has ido del todo, estás aquí, cercanamente alejado, brotando entre nosotros.
12 DE DICIEMBRE DE 2014 · 18:56

Por si el tiempo me arrastra
a playas desiertas,
hoy cierro yo el libro
de las horas muertas.
Hago pájaros de barro.
Hago pájaros de barro y los echo a volar. (Manolo García)
Si pudiera volver atrás para traerte hasta aquí, decidiría romper con el ritual de siempre, logrando sin esfuerzo convertir lo trivial en algo sorprendente.
Hablaría sin pausas, rompería el silencio con la multitud de palabras que nunca te he dicho, esas que tras tu partida se me quedaron dentro y que hoy forman un cúmulo de dolor del que no consigo liberarme.
Si pudiera volver atrás, atraparía el tiempo con mis manos y enlazándolo con brío lograría hacer de él un espacio eterno en el cual poder compartir todo aquello que aún guardo en mi corazón.
A veces me descubro buscándote.
Buscándote entre rostros desconocidos que nada tienen que ver contigo y en los que ilusoriamente encuentro rastros de ti.
Te busco entre las canciones que oías, los libros que leíste, las películas que te gustaban y que en nuestras charlas destripábamos sacándole un jugo que no tenían.
El hueco que has dejado sigue vacío, sé que nunca será ocupado, sólo tú tenías cabida en él.
Es un hueco que lastima, que supura dolor, una herida que el tiempo lamerá cual perro amigo y puede que hasta llegue a cicatrizar dejando una indeleble marca, una huella que con el más liviano roce de aire dolerá haciéndome recordar que lo verdaderamente importante jamás se olvida.
Desde que te marchaste las horas transcurren distintas, vagan con unos tonos diferentes, se deslizan calmosas y nostálgicas, punzantes y plagadas de recuerdos.
¿Cómo se vive omitiéndote? ¿Cómo disfrutar de todo lo que me recuerda a ti sin ti?
Vivo viviendo, consciente de que nada se detiene, que la vida continua, el tiempo sigue su curso descaradamente, excluyendo nombres, pisando vidas, arrasando con todo aquello que se pausa.
Te busco en ella . La miro y te veo. Es parte de ti, tú sigues viviendo a través de ella.
Crece, salta, juega, canta y me estremece la idea de que estás ahí, agazapado dentro de su gran corazón. Floreciendo, emanando, creciendo en sus avances, en su creatividad, en esa ingenuidad que me conmueve y me lastima.
No te has ido, no puedes irte, no te atreverías a hacerlo.
Vives prendido en su pecho, galopando en cada latido. Estás junto a ella cuando ríe, cuando llora, cuando mira alegremente una estrella y nos dice que ahí vive su papá.
Vives cuando ella canta y mueve sus brazos cual alas que se baten para poder llegar al cielo.
Vives en su mirada, en su descubrir diario, en lo sorprendente que le asalta llevándola entusiasmada a querer compartir contigo el motivo de su exaltación.
Suspiro aliviada porque entiendo que en el fondo no te has ido del todo, estás aquí, cercanamente alejado, brotando entre nosotros con el dulce contoneo de una canción no olvidada, una melodía plagada de remembranzas que nos lleva a vivir menos tristes. Y yo, entre son y son, hago pájaros de barro y los echo a volar…
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