Tan sutil como una alarma antiincendios

No ignores la alarma divina.

30 DE AGOSTO DE 2025 · 23:00

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Foto de Mitchell Luo en Unsplash

La presente es una de las paradojas que se merece la medalla de oro. Por su naturaleza, una alarma es todo menos sutil. A veces, podemos intentar ser sutiles para ver si cuela algo. Pero esa no es la manera en que la Palabra de Dios actúa. La Biblia llama las cosas por su nombre sin titubear. La leche clara y el chocolate espeso. Por eso, se puede afirmar que la Escritura es tan sutil como una alarma antiincendios. Y vaya si lo es, que es la mejor alarma antiincendios que existe. Lea el manual y tiene la garantía de evitar el fuego.

El fuego representa la sentencia tras el Juicio en numerosas ocasiones en la Biblia (Isaías 66:15, Joel 2:30, Lucas 12:49, Éxodo 19:9-29, Hebreos 12:29, que cita Deuteronomio 4:24, Deuteronomio 33:2).

“¿Quién podrá estar en pie cuando él se manifieste? Porque él es como fuego purificador, y como jabón de lavadores” (Malaquías 3:2b).

Malaquías se refiere a Cristo en ese versículo. Cristo ha resucitado. Va a regresar para juzgar a vivos y muertos (Juan 5:28-29). Pero mientras tanto, está en los cielos a la diestra del Padre intercediendo por Su pueblo (Isaías 53:12f, Romanos 8:34, Hebreos 7:25).

Una de las funciones actuales es la de santificar a sus hijos. Se sienta como platero para eliminar la escoria de la plata y purifica a los que son suyos (Malaquías 3:3). Ese fuego purificador no es de temer pues el resultado es mostrar una fe genuina más preciosa que cualquier metal valioso:

“Vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo” (1ª Pedro 1:6-7).

El escritor de la epístola a los Hebreos está de acuerdo: Dice que Cristo disciplina a Sus hijos “para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad. Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados” (Hebreos 12:10-11).

Como digo, ese fuego no es de temer porque el resultado nos lleva a la presencia del Salvador con el fruto de santidad sin el cual no podemos “estar en pie”: “Seguid {…} la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (Hebreos 12:14).

Menos mal que la alarma antiincendios sigue sonando esperando que la gente reaccione antes de que el fuego sea de temer:

“Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios” (Hebreos 10:26-27).

De “sutil” nada. Pero espero que la gente escuche ese persistente pitido de la alarma y acuda al Salvador en vez de seguir como si nada tapándose los oídos. Si se quemara tu casa, de poco serviría lamentarse tras el incendio diciendo “si tan solo hubiera invertido en una alarma antiincendios…” Pues es mucho peor seguir ignorando la alarma divina porque no hueles humo.

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