Te echaré de menos
Quienes rechazan al Salvador, lo hacen con todas las consecuencias.
14 DE JUNIO DE 2025 · 22:03

No me gustan las despedidas. Algunos lloran y lo expresan de dicha manera, otros no pero no por ello les duele menos. Simplemente son menos expresivos. Cuando añoramos la compañía de seres queridos, no es agradable estar separados de ellos temporalmente. Pero cuando esa separación es permanente, es desgarrador.
“Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo” (Juan 17 :24).
Es el deseo que manifestó Cristo antes de ir a la cruz. Quería que todos pudiéramos estar con Él en la Gloria. Es el único pasaje donde oímos a Cristo decir “quiero”. El resto del tiempo, estaba haciendo cosas por los demás. Ese deseo fue la motivación para morir por los pecadores. Lo deseaba tanto, que fue y lo hizo:
“Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios” (Hebreos 12:2b).
Ahora bien, Cristo no se impone contra la voluntad de la gente. Le duele mucho el rechazo, pero lo permite, y lo hace con todas las consecuencias. Y quienes rechazan al Salvador, lo hacen con todas las consecuencias igualmente. Y aunque le duela, Cristo es todo un caballero y nos respeta en todo:
“Ven y sígueme. Oyendo el joven esta palabra, se fue triste” (Mateo 19:21-22).
Si lees dicho pasaje del joven rico en los tres evangelios sinópticos, verás que ninguno dice que Jesús le agarró y le dijo que no, que le había dicho que le siguiera. Así pues, el joven rico dejó a Jesús. Gravísimo error pero Jesús le dejó. Y sigue siendo el caso: Cristo deja que le dejemos.
Eso no quita que antes del Juicio, el Salvador esté insistiendo en llamarnos:
“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo” (Apocalipsis 3:20).
El Señor te echará de menos si te apartas de Él. Pero por mucho que te sientas a salvo al hacerlo, eventualmente serás tú quien eche de menos ese tiempo en que pudiste haber estadocon el Salvador. Una vez que cruces el umbral de la eternidad, tus intentos por acudir al Salvador caerán en oídos sordos. No pierdas la oportunidad mientras todavía la tienes. Para ello, sigue las instrucciones que leemos en Hebreos 12:28-29:
“Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor”.
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