Salió del banquillo y...
En el partido de nuestra vida, sabemos que hemos merecido muchas tarjetas rojas.
01 DE JUNIO DE 2025 · 09:04

En un partido de fútbol muy disputado, y cerca del final del encuentro, uno de los jugadores comete una falta gravísima. El árbitro pita con todas sus fuerzas con un silbato estridente que no deja lugar a dudas que eso no se va a quedar así.
Mientras el árbitro se acerca rápidamente al culpable metiéndose la mano en el bolsillo para sacar la tarjeta roja, el entrenador se interpone entre el árbitro y el jugador y le susurra algo al oído al árbitro.
Para sorpresa de todos los hinchas que abarrotan el estadio, del banquillo sale otro jugador. El árbitro levanta la tarjeta roja y expulsa del terreno de juego a ese jugador desconocido que regresa al banquillo para que el jugador culpable pueda seguir jugando.
Y hasta aquí la historia que ilustra la doctrina de la sustitución que afirma que Cristo murió en lugar de los pecadores para que pudieran escapar del castigo del infierno y pasar la eternidad en presencia de Dios en el Reino de los Cielos.
Estimados futboleros, eso es precisamente lo que hizo Cristo por nosotros:
“que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. {...} Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” (2ª Corintios 5:19 y 21).
En el partido de nuestra vida, sabemos que hemos merecido muchas tarjetas rojas. Pero gracias a Dios que es un Árbitro benevolente y decidió enviar a Cristo en nuestro lugar por amor para que no nos tuviera que expulsar del Cielo. Para lograrlo, sacó al Salvador del banquillo y lo envió al terreno de juego para padecer el castigo que nuestro pecado merece:
“De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).
Los que dejan de cometer faltas y confían en el Sustituto verán la vida eterna.
¿Tienes tú esa esperanza?
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