La ley de la libertad

¿Cómo podemos afirmar que algo que hay que cumplir nos hace libres?

13 DE OCTUBRE DE 2024 · 21:20

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Imagen de Alina Pkhakadze en Unsplash.

“El que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace” (Santiago 1:25).

“Así hablad, y así haced, como los que habéis de ser juzgados por la ley de la libertad” (Santiago 2:12).

No me queda claro. ¿Una Ley de la Libertad que hay que mirar, una Ley de la Libertad en la que hay que perseverar, una Ley de la Libertad que hay que recordar, una Ley de la Libertad que hay que poner por obra, y una Ley de la Libertad que ha de juzgarnos?

No tengo la impresión que esa Ley me libere demasiado…

Bueno, pues esa Ley de la Libertad también recibe el nombre de la Ley Real:

“Si en verdad cumplís la ley real, conforme a la Escritura: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, bien hacéis” (Santiago 2:8, comparado con Gálatas 5:14).

El quit de la cuestión: La Ley se resume en amar a Dios (Deuteronomio 6:5) y al prójimo (Deuteronomio 19:18). Pero ¿cómo podemos afirmar que algo que hay que cumplir nos hace libres?

“Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:31-32).

Si conoces a Cristo como tu Salvador, si confías en Él, si le sigues y amas la Palabra de Dios para ponerla en práctica, conoces la verdad y eres libre de la condenación del pecado.

Ya no obedeces la Ley de Dios por imposición o para poder ganarte la salvación, sino porque simplemente amas y ese amor va dirigido a Dios y a tu prójimo. No es una carga. Es algo que sale de ti naturalmente. Eres libre para amar y has sido rescatad@ de la servidumbre al pecado. Ahora, la Ley no es lo que te hace sentir culpable. Ahora la Ley no es lo que te restringe. Ahora, la Ley es lo que deseas cumplir desde lo profundo de tu corazón en agradecimiento a Dios por Su salvación. Y es lo que Dios prometió que haría:

“Dice el Señor: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo” (Jeremías 31:33).

En otras palabras, la Ley no es algo que cumples por obligación e imposición externas. Si Cristo te ha salvado, deseas cumplir la Ley de Dios por agradecimiento y deseas cumplirla de tu propia voluntad. Es tu deseo.

Si ves que la Ley te está estorbando, pregúntate si eso de “Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón” se ha dado realmente en tu caso. Si no es así, puede que todavía no conozcas la salvación y que solo tengas una religión. Tienes una religión y nada más porque eso de “yo seré a ellos por Dios” no lo tienes. Si es así, inca las rodillas y acude al Salvador allí donde estás. ¿Qué te impide volverte a Dios de todo corazón para amarle sinceramente y confiar en Él para que te justifique y adopte en Su familia?

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