El psiquiatra Farré Martí redefine la frontera de la adicción al sexo

En una charla científica en Barcelona el psiquiatra Josep Maria Farré Martí, del Institut Dexeus expuso la adicción al sexo, conducta que el médico definió en función del descontrol y la hipoteca vital que ese pensamiento exclusivo cause en el individuo.

BARCELONA · 22 DE OCTUBRE DE 2007 · 22:00

,
Farré Martí explicó que entes se la llamaba satiriasis si la sufría un hombre o ninfomanía en el caso de las mujeres. El psiquiatra definió esta adicción como una necesidad impulsiva de sexo repetitivo y mecánico, practicado con personas anónimas por las que no se siente ningún afecto, sin importar la manipulación del cuerpo del otro y evitando toda obligación o responsabilidad tras el acto. El psiquiatra se esforzó en dejar claro que disponer por fisiología natural de un impulso básico sexual muy alto no equivale a ser un adicto. Aseguró que los conflictos surgen cuando esa elevada impulsividad se descontrola y las ganas de sexo impiden pensar en otra cosa. ESCLAVOS DESBORDADOS El médico desarrolló decenas de descripciones sobre todos los caminos por los que puede transitar un desarrollo sexual enfermizo. Puso el ejemplo de ejecutivos que se encierran a todas horas en el lavabo de su despacho para masturbarse, angustiados y esclavos de un pensamiento único. Farré Martí equiparó los síntomas de esta adicción a los de otras múltiples formas de dependencia. Su abstinencia provoca irritabilidad, náuseas, insomnio y temblores. El 80% de estos individuos son hombres. Éstos, sufren oscilaciones bruscas en sus niveles del neurotransmisor dopamina, el que estimula la excitación y uno de cuyos análogos --la fenilatilamina-- se localiza en el chocolate, apuntó Farré Martí. Desaconsejó los tratamientos químicos que reducen el deseo sexual, por inútiles tras la terapia, y sugirió el aprendizaje psíquico que permite ver venir y evitar el episodio que convierte al sexo en el centro de todo.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Opinion - El psiquiatra Farré Martí redefine la frontera de la adicción al sexo