Un «reality» recoge la vivencia de cinco hombres recluidos en un monasterio

Un alcohólico rehabilitado, un ex narcotraficante, un veterano de la guerra de Irak, un aspirante a pastor episcopaliano y un hombre con una visión completamente negativa de la vida son los protagonistas de los cinco programas de una hora de duración que comenzaron a emitirse el pasado 22 de octubre y que ocuparán la parrilla televisiva hasta mediados de noviembre. Seis semanas de rodaje Como ya ocurrió en la experiencia británica, el escenario escogido ha sido un monasterio de la orden benedictina, en concreto, el de Cristo en el Desierto, situado al norte de Nuevo México. Este lugar privilegiado, ubicado entre montañas y acostumbrado al silencio y la paz de la oración y el trabajo diario, ha visto cómo, durante las seis semanas que ha durado el rodaje, multitud de cámaras y cables de televisión inundaban las distintas estancias monacales. No obstante, el abad Philip Lawrence, más que incomodidades, lo que ve es una oportunidad para acercar la espiritualidad del monacato a la sociedad: «Nosotros estamos compartiendo la vida monástica y diciendo que sí, que nuestra fe es válida. Y estamos proclamando también que la vida espiritual no es doctrina y dogma, sino que es mucho más que todo eso», señala. Eso sí, para ayudarlos a adaptarse en este nuevo medio, a cada uno de los participantes se les ha asignado un monje con el que compartir sus experiencias y dificultades diarias. Además de esto, se les ha proporcionado una cámara de vídeo personal para filmar sus reflexiones y pensamientos durante este tiempo. Por su parte, la productora de la serie, Sarah Woodford, asegura que este proyecto, lejos de tratarse de un «reality show» cualquiera, pretende ser un «documental de observación» que muestre el comportamiento de unas personas que se encuentran de repente en una encrucijada espiritual. «El fin no es crear trampas para atrapar a gente desgraciada. Estamos interesados en explotar cómo gente como nosotros puede vivir una vida nueva y con buenos propósitos y lo que una tradición monástica de 1.500 años puede enseñar a la gente de hoy», añade la productora.