Nuestro hermano Carter y Latinoamérica
Algunos evangélicos siguen sin saber traducir la Biblia a más áreas políticas que la defensa de la vida y la familia; Carter nos abrió un camino a explorar.
31 DE DICIEMBRE DE 2024 · 13:09
Jimmy Carter está en la presencia del Señor. Es curioso que sus adversarios políticos, los republicanos, están haciendo una evaluación mucho más positiva y agradecida de su mandato que algunos evangélicos a los que me gustaría ver en su pellejo negociando sobre misiles nucleares con Brezhnev o afrontando el infame secuestro de americanos por la gente de Jomeini (por cierto, en contra de lo que se dice, buscó una solución de fuerza con un ataque militar, aunque fracasó). Pero ya le preguntaremos a nuestro hermano Carter por todo esto en el cielo.
Entre tanto, merece la pena evaluar su papel en Latinoamérica. Muchos no lo saben: Carter aprendió español ¿y saben cómo? Leyendo la Biblia en este idioma. Esto nos da una clave del papel fundamental de la Biblia en su vida, de su compromiso con el Señor y de su interés por acercarse a Latinoamérica y comprender a su gente.
Latinoamérica era importante para el presidente. EEUU la había considerado su patio de atrás y con frecuencia había apoyado dictaduras militares que sometieron con dureza al continente durante décadas. Carter sorprendió al mundo con un cambio radical en esta política; así, empezó por tratar con respeto y dignidad a estas naciones, y el tratado Carter-Torrijos es un notable ejemplo: podía haber continuado con la ocupación del Canal, pero decidió establecer un pacto negociado entre dos naciones soberanas sin aducir diferencia de tamaño. Sin duda, sus principios bíblicos de respeto a la dignidad de las personas y los pueblos y su renuncia a la mera imposición de la fuerza fueron la clave para comprender su actitud, que sorprendió al mundo entero.
Pero donde marcó una inflexión definitiva fue en su política exterior con las dictaduras latinoamericanas. Hasta su mandato, la amenaza de la extensión del comunismo había sido el argumento para que los sucesivos gobiernos norteamericanos apoyasen dictaduras militares crueles y corruptas desde el Caribe hasta la Patagonia; Carter dio un vuelco total a esta política y exigió respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales en todo el continente.
Recuerdo que entonces muchos consideraron esto una ingenuidad; leí a más de uno mofándose de que aquel presidente pretendiese gobernar el mundo con los argumentos de un predicador de Biblia, que valían para la iglesia, pero eran irrelevantes en la alta política. Carter demostró que eran plenamente eficaces y pertinentes y los implementó con pragmatismo.
El presidente americano inició un camino que prolongó sus efectos bastante más allá de su mandato y fueron así cayendo una a una las juntas militares. Si hoy hay democracia en buena parte de Latinoamérica es el resultado directo de la acción política de aquel presidente que se atrevió a traducir principios bíblicos a política exterior. En efecto, su desarrollo político persiste hasta hoy: La Fundación Carter, con un prestigio internacional notable, fue admitida por el dictador Maduro como observadora de las elecciones venezolanas; fue esa fundación la que le dio la puntilla a la imagen del dictador cuando descalificó públicamente al aparato de Maduro y reconoció la victoria de la oposición; eso fue más contundente que ninguna otra manifestación.
Propongo dos temas para reflexionar: Algunos evangélicos siguen sin saber traducir la Biblia a más áreas políticas que la defensa de la vida y la familia; Carter nos abrió un camino a explorar. Debemos tomar su acción política como referencia; puedes concordar o no, pero si tienes una propuesta mejor que la suya, demuéstralo desarrollándola con rigor y excelencia, no te quedes en brindis al sol.
Llamo además la atención sobre la filiación política de Carter, la izquierda del Partido Demócrata norteamericano. Si Carter se presentase con su proyecto presidencial en alguna de nuestras reuniones evangélicas actuales que tratan temas de acción política, lo expulsaríamos sin escucharle. Nos habríamos perdido un gran político, firme creyente, usado hasta hoy por el Señor. ¿A cuántos creyentes como él estaremos acallando hoy mismo sin darles opción a desarrollar su propuesta?
X. Manuel Suárez es el secretario general de la Alianza Evangélica Española.
Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Ollada galega - Nuestro hermano Carter y Latinoamérica