Robert Redford y ‘El río de la vida’

Este fascinante relato cuenta la vida de dos hermanos, que fluye como un río, sin que podamos resolver muchos de los interrogantes que plantea el misterio de la condición humana. ¿Por qué estos dos hijos, criados en la iglesia de su padre, tienen una existencia tan diferente?

23 DE SEPTIEMBRE DE 2025 · 12:30

Redford filmando a Craig Sheffer, el actor que hace del escritor de El río de la vida.,
Redford filmando a Craig Sheffer, el actor que hace del escritor de El río de la vida.

Desde que en 1980 Robert Redford (1936-2025) leyó “El río de la vida” (1976), estaba obsesionado por llevar al cine la historia de este pastor presbiteriano y sus dos hijos. Siendo de origen escocés y amando la Naturaleza del Oeste de Estados Unidos, el cineasta se vio cautivado por la obra del profesor Norman Maclean (1902-1990) acerca de su padre y su hermano.

Redford estaba todavía casado con la historiadora de origen mormón Lola Van Wagenen, doctorada en la Universidad de Nueva York por una tesis sobre las sufragistas y la poligamia. Por ella, Redford descubre Utah, y establece su residencia en la ciudad de Lola, Provo –la sede de la universidad mormona Brigham Young–. Es en una montaña cercana donde organiza el festival de cine independente de Sundance, por el nombre de su personaje en “Dos hombres y un destino” (1969). Rob –como le llamaban sus amigos–dice que la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días le “intentó convertir varias veces, mandándole sus mejores hombres” pero, aunque “respetaba la cultura mormona”, ni él ni su primera esposa practicaban el mormonismo.

Tras los intentos de lograr convencer, a Maclean para que concediera los derechos para llevar “El río de la vida” al cine, por el actor ahora también fallecido, William Hurt (1950-2022), Redford invita al escritor a asistir al festival de Sundance en Utah. Este libro es curiosamente la primera obra de ficción que editó la Universidad de Chicago, donde enseñaba Maclean. Tuvo excelentes críticas, pero no quería que se llevara a la pantalla. La primera oferta vino de una productora que mandó a alguien a su cabaña de Montana con un contrato listo para firmar. El escritor lo echó diciendo que “en el Oeste, lo despacharía a tiros, dejándolo de cebo para los coyotes”.

A William Hurt se le ocurrió invitarle a pescar, sabiendo que era su gran afición. Maclean le exigió, antes de salir, que le enseñara su licencia. Cuando el actor le dijo que no la necesitaba, el autor le dijo: “entonces, yo no pesco”. Al volver unos días después con la licencia, pescaron finalmente juntos. Hurt estaba tan convencido de su maestría para la pesca con mosca que pensaba que el papel del hermano de Mclean era ya suyo. Para su sorpresa el profesor le dijo: “Eres bueno, pero no tan bueno como Paul”. Cuando el actor le propuso entonces al escritor hacer de él en la película, su respuesta no pudo ser más obvia: “Claro, pero no tenía ochenta años cuando ocurrieron los sucesos que cuento en la novela”.

 

El libro que cautivó a Redford

La obra que ahora publica una pequeña, pero prestigioso editorial de Barcelona, Libros del Asteroide, lo leí en la edición que había antes de salir la película en el modesto sello del judío argentino Mario Muchnik (1921-2022), luego comprado por Anaya. Este fascinante relato cuenta la vida de dos hermanos, que fluye como un río, sin que podamos resolver muchos de los interrogantes que plantea el misterio de la condición humana. ¿Por qué estos dos hijos, criados en la iglesia de su padre, tienen una existencia tan diferente?

Tres veces en seis semanas fue Redford a hablar con Maclaean. Las negativas anteriores no le impidieron seguir persiguiendo el proyecto de llevar la obra al cine. Logró que fuera al festival de Sundance. Le gustó, pero le dijo: “Verá, me ha llevado cuarenta años escribir esto, y ahora no voy a dejar que Hollywood lo convierta en pornografía”. Redford le aseguró que iba a ser tremendamente respetuoso con el libro. El acuerdo al que llegaron en 1987 es que el escritor revisaría el guion con derecho a veto. Lo que pasa es que el profesor muere en 1990 a los 87 años. Redford se pone entonces en contacto con su hija y su yerno para discutir el guion.

Finalmente, Redford dirige la película con Brad Pitt como hermano del escritor. Aunque la historia se desarrolla en una localidad de Montana llamada Missoula y en el río Blackfoot, Redford la rueda en Livingston y Bozema, al sur del centro de Montana y en los ríos Yellowstone, Gallatin y Boulder en 1991. La iglesia del filme es la luterana del Redentor en Livingston, no la presbiteriana del padre de Maclean. Elmer Bernstein hace una música que no le convence y le pide al músico de jazz Mark Isham que componga de nuevo la banda sonora. La película se presenta el año siguiente en el festival de Toronto.

Robert Redford y ‘El río de la vida’

La última edición la ha hecho en Barcelona, Libros del Asteroide, con la imagen del cartel de la película.

 

El pastor pescador

“El río de la vida” es la primera de tres historias que contiene el libro que publicó el autor a los 73 años como su primera obra de ficción en su larga carrera académica. Es un relato autobiográfico de su vida en los años 30, como hijo de un pastor protestante de origen escocés. Habla sobre todo de la relación con su hermano, y su afición a la pesca. Sus primeras palabras comienzan también la película que dirigió Robert Redford:

En nuestra familia no había una frontera clara entre la religión y la pesca con mosca. Vivíamos en una zona de grandes ríos de truchas en Montana occidental, y nuestro padre era un ministro presbiteriano y pescador con mosca. Nos contaba que los discípulos de Cristo eran pescadores, y eso nos hizo pensar, a mi hermano y a mí, que todos los pescadores de primera del Mar de Galilea eran pescadores con mosca.

Es evidente que la pesca se usa aquí como una metáfora de la vida misma. Los que no sabemos nada de pesca –yo intenté aprender en un lago de Hampstead en Londres, cuando era adolescente, pero fácilmente me desanimé, por mi habitual torpeza–, podemos pensar que este es un libro para iniciados, pero no es así. De hecho, es un libro que habla tanto de la fe y la familia, como de la pesca. Lo expresa así ya en la primera página:

Es verdad que un día a la semana se entregaba por completo a la religión. Los domingos por la mañana mi hermano Paul y yo íbamos a la escuela dominical y después a los servicios matinales para oír los sermones de nuestro padre. En el intervalo de las tardes de domingo, debíamos estudiar el Catecismo Menor de Westminster durante una hora y a continuación recitarlo antes de salir a caminar por la montaña con él, en el tiempo que le dejaban libre los servicios.

Robert Redford y ‘El río de la vida’

Redford hace El Río de la vida con Brad Pitt como el hijo del pastor, ya que el actor tuvo una estricta educación bautista.

 

La gracia de la vida

Aunque Maclean cree que nunca formulaba más que la famosa primera pregunta del Catecismo – “¿Cuál es el fin primordial del hombre? –, respondían los dos juntos, para que pudiese continuar uno, si el otro se olvidaba: “El fin primordial del hombre es glorificar a Dios y gozar de Él por toda la eternidad”. La conocida respuesta de este documento reformado -que ha inspirado la obra de autores como Packer o Piper-, expresa la fe de su padre. Maclean aprendió que el hombre es un desastre por naturaleza –como dice al principio de la película–, pero que por Gracia puede volver a estar en armonía con Dios, recuperando el poder y la belleza.

En una semana normal de su infancia, el autor recibió tantas horas de instrucción de pesca, como de temas espirituales. Porque “hasta que el hombre sea redimido, siempre echará la caña demasiado atrás y demasiado adelante”. Ya que “es natural que el hombre procure alcanzar la fuerza sin la Gracia”. El recuerda que, para su padre, “todas las cosas buenas –tanto la trucha como la salvación eterna– se adquieren por Gracia”. El escritor intentó por eso conciliar su vida de periodista con “los objetivos de la vida que responden a la primera pregunta del catecismo de Westminster”, dice.

Su hermano Paul trabaja de guarda forestal, pero enseguida se aficiona a las chicas y las apuestas, olvidando las palabras “pintadas en una pared lateral de nuestra escuela dominical: Dios es Amor”. La dureza del hijo del pastor se muestra desde su resistencia a las gachas de avena, como en su inclinación a las peleas. La descripción de su ropa coincide exactamente con la que Brad Pitt lleva en la película.

Robert Redford y ‘El río de la vida’

Redford leyó el libro de Norman Maclean (1902-1990) en 1980 y quedó cautivado por él hasta que lo logró llevar al cine en 1992.

 

¿Cómo ayudar a quien no quiere ayuda?

Maclean recuerda que su hermano rechazaba siempre cualquier ofrecimiento de ayuda. El escritor lucha con la frustración de “cómo ayudar a alguien cercano, de quien piensa que necesita ayuda, aunque el otro no piense así”. No comprende a su hermano, pero quiere ayudarle, ser “salvador de su hermano”, en el lenguaje bíblico.

Desde el principio de la Escritura, con la historia de Caín y Abel, entendemos que uno es “guardián de su hermano” (Génesis 4:9). El problema es que, como el hijo mayor de la parábola de Jesús, cuando hablamos al Padre, consideramos a nuestro hermano perdido como si no fuera siquiera nuestro hermano – “ese hijo tuyo que ha despilfarrado tu fortuna con prostitutas” (Lucas 15:30) –. El hijo pródigo tiene un fariseo como hermano. Tristemente, la Iglesia está llena también de hermanos mayores.

“La ayuda implica dar parte de ti mismo a alguien”,, dice su padre, el pastor. Lo que pasa es que “pocas veces podemos ayudar a alguien, bien porque no sabemos qué parte dar o bien porque no nos gusta dar ninguna parte de nosotros mismos”. Además, “más veces de las que pensamos, la parte que se necesita no es la que se quiere”. Y lo que es peor, “más a menudo todavía, no tenemos esa parte que se necesita”.

Robert Redford y ‘El río de la vida’

Robert Redford (1936-2025) estaba obsesionado con la historia de el pastor y sus dos hijos en El río de la vida, que lleva al cine en 1992.

 

El hermano que necesitamos

Gracias a Dios, tenemos un Hermano mejor. Alguien que no sólo va a una provincia lejana a buscarnos, sino que ha venido del cielo a la tierra. Él no nos ofrece dinero, sino el coste infinito de su propia vida, para llevarnos a la Familia de Dios.

Todos nos hemos rebelado contra el Padre. Maclean recuerda que “tiempo atrás había aprendido, para mi pesar a veces, que la piedad está acompañada por un conocimiento previo y completo del pecado”. Merecemos la alienación, el aislamiento, y el rechazo. El perdón tiene un precio, pero nuestro Hermano mayor ha pagado la deuda, en la cruz, por nosotros. Su amor sacrificado cambia las cosas.

Despojado de su dignidad, es exhibido desnudo en la cruz, para que nosotros podamos disfrutar de su dignidad hoy. Si Él fue despreciado, es para que nosotros podamos entrar en su Familia, por la Gracia de Dios. Bebió la copa de la justicia eterna, para que podamos levantar la copa de alegría, por el gozo del Padre. Si el Señor del Universo nos ama tanto, ¿de qué podemos tener miedo? “Podemos amar completamente, sin entender completamente”, como dice el pastor de “El río de la vida” en su sermón final.

 

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