Kathy y Tim Keller

Muchos se preguntan dónde está el secreto de un matrimonio de por vida, como el de los Keller. La respuesta está en su libro, el mejor que conozco sobre el matrimonio en lengua castellana.

04 DE JULIO DE 2023 · 10:49

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Aunque la esposa de Tim Keller (1950-2023), Kathy, revisaba y corregía todos sus libros –además de los editores, que al ser una casa del prestigio secular de Penguin / Random House, son particularmente estrictos en el estilo de redacción y comprobación de los datos que publican–, los títulos que firma con ella son bastante diferentes a los que escribe con su nombre a solas. Así también se muestra muy distinto en las charlas que hace con ella, que las que hace él, solo. No hay duda de que Kathy marcó su vida. Y él diría que para bien.

Lo primero que leí de Kathy fue su famosa carta a C. S. Lewis (1898-1963) cuando tenía doce años. La conocí cuando se publicó en inglés en 1985, pero está ahora traducida al castellano por Andrés Bello en Santiago de Chile en 1994 como “Cartas de C. S. Lewis a los niños” y por la editorial Encuentro de Madrid en 1996 como “Cartas a los lectores de Narnia”. Ella descubrió a Lewis a los ocho años en un “bibliobus”, las bibliotecas que en mi infancia llegaban en una especie de autobús a los pueblos y barrios alejados del centro de la ciudad –en su caso, aparcaba delante de un centro comercial en Monroeville (Pensilvania)–.

Kathy y Tim Keller

Kathy tenía el apellido de soltera de Kristy, el nombre de origen croata de su padre, ejecutivo de la compañía eléctrica Westinghouse, tras ser piloto en la Segunda Guerra Mundial.

Kathy tenía el apellido de soltera de Kristy, un nombre de origen croata, que era originalmente Kristolich. Su padre se había hecho ejecutivo de la compañía eléctrica Westinghouse, después de pilotar aviones en la Segunda Guerra Mundial. Ella nació el mismo año que Tim (1950), pero en Pittsburgh –él en un pequeño pueblo del mismo estado de Pensilvania, llamado Allentown–. Le dijo a Collin Hansen en el libro de entrevistas sobre la formación espiritual e intelectual de Tim, que ella de niña no sabía que C. S. Lewis era un escritor famoso. A todos los que mencionaba su nombre, ninguno lo conocía en Estados Unidos, ni encontraba sus libros en librerías y bibliotecas.

En las cartas que escribió a Lewis le hablaba de sus amigas, vecinos, sus frustraciones con sus padres, lo que aprendía en las clases y la limpieza de su casa. La primera que le contestó el profesor de Oxford fue en 1962, un día después de cumplir 64 años. La última fue apenas dos semanas antes de su muerte, que pasó casi desapercibida en América, al ser el mismo día que asesinaron a JFK en 1963 y murió Aldous Huxley, –autor de “Un mundo feliz” y “Las puertas de la percepción”, que dio nombre a los Doors, formado también en Oxford–. Será en los años 70 que Lewis se hace popular en Estados Unidos. Tras su conversión, Tim había leído “Mero cristianismo” de Lewis, pero fue por Kathy que se convierte en el autor que más cita en todos sus libros, además de la Biblia.

 

Chica intelectual

Kathy tiene ese aire intelectual que muestra en sus charlas. Es bastante seria y no muestra la ironía de Tim, que abunda en expresiones de autodesprecio, casi de humor judío. Ella nació en una ciudad famosa por la industria de minas de carbón, Pittsburgh, pero su padre era un alto ejecutivo y su madre había ido a la universidad, algo nada habitual en su generación. Kathy trabajó en la empresa de su padre, Westinghouse, desde su graduación en la universidad de Allegheny en 1972, hasta que él se jubila en 1986. Es la mayor de cinco hermanos.

Si el trasfondo de Tim son los Grupos Bíblicos Universitarios –conocidos en Estados Unidos como InterVarsity–, el de Kathy es la organización Young Life –basada en Cataluña en Banyoles (Girona) con una fundación que lleva el nombre en inglés–. Tiene su origen en un seminarista presbiteriano llamado Jim Rayburn que comienza las actividades en una iglesia local en 1941. Se extiende en esa década al centro evangélico de Wheaton (Illinois). Kathy quería ser pastora presbiteriana cuando se hizo evangélica en la escuela secundaria de Gateway por Young Life. Su madre no podía entender por qué decía que se había convertido, cuando había ido a la iglesia presbiteriana toda su vida.

Kathy y Tim Keller

Kathy tiene ese aire intelectual que muestra en sus charlas, bastante seria, sin la ironía de Tim, que abunda en expresiones de autodesprecio, casi de humor judío.

Kathy hizo el bachillerato de artes en lengua y literatura. Estaba obsesionada con Lewis. De pequeña ahorraba para ir a Oxford a visitarle, lo que hizo a los catorce años, cuando Lewis ya no vivía, pero conoció a su hermano Warnie en la casa donde vivió, The Kilns. Cuando encuentra a su hijastro cristiano, Douglas Gresham –el otro, David, era muy contrario a la fe y a su padrastro, pero existió, a pesar de que no aparezca en “Tierras de penumbra”, muriendo en 2014–, le dijo que, si hubiera sido mayor, hubiera competido con su madre, para casarse con Lewis. El escritor se casó a una edad tardía con Joy, una poetisa judía divorciada, que había sido atea y comunista, llamada de soltera Davidman y Gresham por el autor de “El callejón de las almas perdidas” –escrito en la guerra civil española y llevado ahora de nuevo al cine por Guillermo del Toro–.

 

Simplemente amigos

Cuando Hansen entrevista a Kathy, ella dice que no recuerda nada especial de Tim cuando le conoció. Su relato no es nada romántico. No es un amor a primera vista. La hermana de Kathy, Sue, estaba estudiando en Bucknell. Fue a llevarle unos muebles con su madre y llegó mareada del viaje. No quería conocer a nadie, pero Sue le presentó a Tim como un estudiante de griego. Lo volvió a ver en su casa, que Sue invitó a varios estudiantes de InterVarsity a una fiesta de Noche Vieja que organizó Young Life, pero lo único que le llamó la atención es que Tim fue el único que se paró a hablar con sus padres.

Kathy oía a Sue de las lecturas de Tim, más que de su persona. Le había descubierto el libro del luterano noruego Hallesby sobre la oración, muy popular en los círculos de InterVarsity en los años 70, que Kathy decidió leer. Y ella le instó a que Tim conociera las “Crónicas de Narnia”, que no leyó hasta que acabó la universidad de Bucknell.

Cuando Kathy decide ir al Seminario Teológico de Gordon-Conwell, que se acababa de fundar en Pensilvania, Tim quiere saber algo más de él. Los dos asisten con familiares a la inauguración del Centro de Estudios del Valle de Ligonier a las afueras de Pittsburgh por R. C. Sproul (1939-2017), que saluda a cada uno de los asistentes. Los dos le dicen que irán a estudiar a Gordon-Conwell, donde se hacen amigos en 1972. Tim tenía una novia en Bucknell. Cuando la relación se rompe, tampoco se plantea el noviazgo con Kathy. Eran simplemente amigos.

Kathy y Tim Keller

Tim y Kathy estudiaron en el Seminario Teológico de Gordon-Conwell, donde se hacen amigos en 1972.

“Puzle irresoluble”

A mitad de sus estudios, Tim y Kathy hacen un curso de consejería con Jay Adams, en el Seminario Teológico de Westminster en Filadelfía. Viven un mes en la casa de una diaconisa de una iglesia presbiteriana de Germantown, al lado de Filadelfía. Su relación se vuelve tensa. Como él no buscaba el noviazgo, ella tomó la iniciativa y le recriminó su rechazo con un discurso que en la familia de Keller se conoce como “perlas ante el cerdo”. Hansen lo transcribe en las palabras de Kathy, que dice: “No me llamo perla, ni te llamo cerdo, pero una de las razones por las que Jesús dijo a sus discípulos que no echaran perlas al cerdo es porque un cerdo no reconoce el valor de una perla”. Aun así, Tim no quiso salir con ella.

En las entrevistas que tuvieron con Hansen, no explica ninguno de los dos, cómo llegaron a ser novios. Sólo Tim dice que pasó un par de semanas orando y pensando. Y luego hablan de un viaje a Boston en coche con sus amigos David Midwood y Louise Crocker, que se acabaron casando en 1974. Tim y Kathy lo hacen en enero del 75. La boda fue en una iglesia presbiteriana con R. C. Sproul como pastor. El texto fue Efesios 5:25-33 con el mensaje de que el matrimonio apunta al amor redentor de Cristo.

Cualquiera que haya leído el libro que firmaron los dos, sobre “El significado del matrimonio” –recomiendo la versión española de Andamio en 2013, aunque las citas que hago a continuación son de mi propia traducción–, reconocerá el escaso romanticismo con el que tratan el tema, que refleja la perspectiva bíblica, pero también su propia experiencia. Lo escribieron después de 37 años de matrimonio. En la introducción dicen que “todos lo vemos (el matrimonio) con lentes inevitablemente distorsionadas por nuestra propia experiencia”. Comienzan diciendo que “el matrimonio es muchas cosas, pero ninguna de ellas sentimental”. Reconozco el lenguaje de Tim en la descripción del matrimonio como “un puzle irresoluble, un laberinto en que te sientes perdido”.

Kathy y Tim Keller

Tim y Kathy no contaban cómo se hicieron novios,pero fue a raíz de un viaje a Boston en coche con sus amigos David Midwood y Louise Crocker, que se acabaron casando en 1974.

El secreto del matrimonio

En una sociedad donde el divorcio es tan ampliamente aceptado en el ámbito evangélico como la estadounidense –que habla en contra de la homosexualidad, la transexualidad y el poliamor, pero ha asumido totalmente la visión de la “monogamia en serie” del mundo que le rodea–, muchos se preguntan dónde está el secreto de un matrimonio de por vida, como el de los Keller. La respuesta está en su libro, el mejor que conozco sobre el matrimonio en lengua castellana. Es un estudio bíblico, pero comienza con la percepción de que se ha “redefinido el matrimonio” como el medio para “encontrar satisfacción emocional y sexual”. No se trata siquiera de “compatibilidad”.

Los Keller parten de la famosa frase del profesor de ética de la Universidad de Duke, Stanley Hauerwas, sobre que “siempre nos casamos con la persona equivocada”. Ya que “nunca sabemos con quién nos casamos, ¡eso es lo que nos creemos!; o si te casas con la persona correcta, ¡espera un poco y él o ella cambiará!”. En su apologética agustiniana, el matrimonio es algo para Keller, que sólo se conoce por experiencia. Algo que te cambia y no vuelves a ser el mismo.

Pablo describe el matrimonio como un “gran misterio” en Efesios 5. El “secreto” es que nos habla de Cristo y la Iglesia (v. 25). La entrega de Jesús nos muestra lo que es el amor de Dios, algo sacrificado, no sentimental. “La razón por la que el matrimonio es tan doloroso es porque es un reflejo del Evangelio, que es doloroso y maravilloso a la vez: somos más pecadores y llenos de defectos de lo que nos hemos atrevido a creer, pero al mismo tiempo, somos más amados y aceptados en Jesucristo de lo que hayamos nunca esperado”. Para Keller, “esta es la única relación que realmente nos transforma”.

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