Soliloquio para un 2019

El hecho de que la gente coincida en las mismas recomendaciones, usos y costumbres, débiles valores y anoréxicas virtudes, podrá parecer que la vida sea más fácil, pero nada sorprendente, ni de éticas nobles y, en consecuencia, más aburrida.

03 DE FEBRERO DE 2019 · 09:00

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 Roberto Israel, en este año 2019 serás con más juventud acumulada, con más cabello y barba blanca, conservando aún cierta esbeltez, y tus ojos pequeños y de color indefinido, necesitados de gafas progresivas; por tus problemas de corazón, tendrás un 35% de minusvalía reconocida. La Humanidad para ti se dividirá en grupos de desigual importancia: tú; familia; los que amas e Iglesia –los grupos más importantes‑ y los otros. Los otros, de la ciudad donde vives serán más de un millón seiscientos veinte mil, pero no se notará porque es la ciudad en la que crecen menos. En número no en edad, pues su media está superando el 5,1% de la edad que tienes ahora. Se estará reduciendo el porcentaje de personas en plenitud que trabajen para los niños, para los pensionistas y para los que no trabajan.

Y cuando digo personas en plenitud no quiero decir que no sean auténticas personas; más bien maduras personas en relación a las que abundan alrededor que son bastante prefabricadas. Las que se forman mediante los folletos de propaganda, las publicidad, las ideologías políticas, las de los intereses creados, las de cómo ganar dinero, o tener éxito, o ganar amigos, o caer simpáticos, o la que elije modelos de conducta que estén a la moda. El hecho de que la gente coincida en las mismas recomendaciones, usos y costumbres, débiles valores y anoréxicas virtudes, comunicándose especialmente con los medios tecnológicos a inteligencia artificial, podrá parecer que la vida sea más fácil, pero nada sorprendente, ni de éticas nobles y, en consecuencia, más aburrida, sin avidez por lo superior, y sin inquietud por el genuino amor y mucho menos por el poder de la piedad.

Claro que tú, Desde el Corazón te propones ser tú mismo. Decisión que exige esfuerzo notable. Frente a personalidades desvaídas, la afirmación espiritual tuya, por poco que te rebeles, te costará bastante sacrificio. Nadar contra corriente es arriesgado, hay que estar muy seguro de la propia orientación y brío para proseguir, bien que sabes que cuentas con la ayuda del Espíritu Santo. Por años de experiencia has comprobado, que muchísimas personas sólo a la hora de la muerte se dan cuenta, de la necedad de la vida cuando sólo se ha dedicado a las cosas de este mundo. Sólo in artículo mortis, cuando la vida otorga en su último minuto la gran clarividencia, se recurre a pensar como el rico Epulón de los Evangelios solicita de Lázaro: “que avise a los suyos en la tierra para que no vengan aquí” pero enmudecen para siempre luego, y el engaño persiste entre los vivos.

Sin duda Roberto, la inteligencia natural no sea la más brillante ni en este 2019 ni en los siguientes años. Sin embargo, en su descuido tan generalizado de la sabiduría bíblica, y la indiferencia ante la misma, se verá recompensada por las inteligencias artificiales, robóticas. Aumentará la ciencia androide y autómata y la programación de esos aparatos –si los puedes llamar aparatos‑ se habrá perfeccionado, ya habrá llegado su ingeniería a las penúltimas consecuencias. Los susodichos (prefiero no nombrarlos) estarán dotados de no sé cuántos sentidos, quizás menos el del gusto, de memoria, de un sentido común no enteramente menor al de los humanos –claro que en la medida que estos pierdan la conciencia‑ sus productos serán aún menos humanos que los propios coetáneos. Y se estarán erigiendo en insustituibles fundamentos de fábricas, domicilios privados y oficinas. Facilitarán el ocio y multiplicarán el paro (hoy ya forma dolorosa e impuesta del ocio) los hombres tendrán menos que hacer. U otro quehacer, que consistirá en preguntarse cómo llenar su vida, y proliferarán como ya son multitudinarias, las publicaciones como: Qué fem?; ¿Qué hacemos?; Guía del Ocio. Salvo que eso también se encomiende a los robots, y ellos tomen la decisión.

De todos modos, tú, Roberto, Desde el Corazón no estás convencido que el ocio, voluntario o no, conduzca a la felicidad. A la felicidad la sustituirá el pasatiempo. La diversión (no la honda, la del interior, no en la del sentido de la publicidad que te vierte o empuja a otro lado) o la búsqueda de la diversión (la que puede llevarte, ¿de dónde a dónde?) serán las actividades que nos ocupen más tiempo. Y de este modo, además de crecer la soledad, las afinidades y los sentimientos estarán tan aguados como el café americano. Hasta la educación, y sientes Roberto que debes decirlo, la religión y la política que son menesteres serios, deberán vestirse, como si de entretenimientos se tratase, con colores chillones, pues sin estos no habrá ni partidarios ni cultivadores. Las campañas electorales, teatro cirquense; las sonrisas y las corbatas, meras posturas. Los campus y las aulas y las materias de enseñanza, lo más alegres y cómodas posible. En las capillas, predicación light con muchos cánticos y luces que no ahuyente a la membresía, de por sí, ya en muchas partes mermada de compromiso. Hasta la muerte habrá que maquillarse y endulzarse con flores, músicas de ateos e ignorancia.

A pesar de todo, aunque muy previsible sea la extinción de la Fe, vaticinio que Jesús pronunció como pregunta: “… cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?” y creamos que ninguna revolución, violenta o no, solvente las cuestiones sociales. Ni creamos que el mero auge del cientifismo sin alma y ética o la expansión económica produzca el verdadero bienestar. Y muchos ya no crean que vale la pena sacrificar las vidas en función de un mundo más vivible; estamos en él, lo tenemos en las manos de los que aún creemos que debemos ser sal y luz, que estamos en gloriosa carrera, y como puedas, Roberto, a trancas y barrancas, en contra o a favor, a solas o con tus grupos importantes, trata de ser feliz en el Evangelio, y compartir con otros en este tu mundo; no tendrás otro nunca. Sé en él fiel y feliz, antes de que lo dejes. 

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Desde el corazón - Soliloquio para un 2019