El Eclesiastés de Salomón

La traducción literal de su idea central dice: todo es variedad y correr tras el viento. Esta conclusión aboca al ser humano a una crisis de vacío profundo.

20 DE JUNIO DE 2015 · 19:00

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De los 39 libros que forman el Canon del Antiguo Testamento, solo a tres se les adjudica la autoría salomónica: libro de Proverbios, Cantar de los cantares y el libro de Eclesiastés.

No obstante la Biblia hebrea, en el primer libro de los Reyes (1ª Rey 4: 32-34), nos amplia la gran obra de tan extraordinario personaje: “Y compuso tres mil proverbios, y sus cantares fueron mil cinco. También disertó sobre los árboles, desde el cedro del Líbano hasta el hisopo que nace en la pared. Asimismo disertó sobre los animales, sobre las aves, sobre los reptiles y sobre los peces. Y para oír la sabiduría de Salomón venían de todos los pueblos y de todos los reyes de la tierra, a donde había llegado la fama de su sabiduría ”.

Nosotros también podemos aprovecharnos de los conocimientos de uno de los hombres más sabios de la historia humana; y para ello vamos a tomar en consideración, y análisis, las enseñanzas antropológicas del libro de Eclesiastés.

Este libro es uno de los más profundos y enjundiosos de toda la Revelación bíblica. Su exégesis es dificultosa y como consecuencia su interpretación (su hermenéutica) es complicada.

Algunos eruditos niegan la autoría salomónica y aducen, para hacerlo, argumentos que al autor de este artículo no le parecen suficientemente válidos. Pero no vamos a entrar en una confrontación dialéctica-lingüística con tales autores, porque a la postre lo que nos interesa es el aporte que Cohelet nos da sobre la visión antropológica que del ser humano presenta

Antes de entrar en el análisis de las consideraciones antropológicas de esta obra, considero necesario realizar algunas aclaraciones previas.

Eclesiastés o El Predicador pertenece a los denominados libros Poéticos o Hagiógrafos, considerados también como libros de La Sabiduría.

El libro constituye una tesis doctoral: vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad (Ecl. 1:2).

Por afirmaciones tan radicales, Eclesiastés ha sido desechado por creyentes, agnósticos y ateos, sobre todo en los últimos dos mil años de Historia.

En medios cristianos no se estudia con el debido rigor que se merece. Se piensa que es una obra con un mensaje negativo y desalentador. Es un gran desconocido entre los cristianos evangélicos; y en su momento surgieron grandes dificultades para admitirlo como libro canónico y inspirado.

El desarrollo del libro, tiene como finalidad la demostración de la tesis de la que se parte. El autor emplea una metodología, digna del rigor científico más exigente. Está especificada al final de la obra: “y cuanto más sabio fue el Predicador, tanto más enseñó sabiduría al pueblo; e hizo escuchar (heb-lit = pesó), e hizo escudriñar (heb-lit = examinó), y compuso (heb-lit = rectificó) muchos proverbios.

Salomón partiendo de la experiencia vivida, a nivel empírico y científico, llegó a la siguiente conclusión: “yo el Predicador fui rey sobre Israel en Jerusalén. Y di mi corazón a inquirir (heb-lit = investigar) y a buscar (heb-literal = explorar) con sabiduría sobre todo lo que se hace debajo del cielo; este penoso trabajo dio Dios a los hijos de los hombres, para que se ocupen en el. Miré todas las obras que se hacen debajo del sol; y he aquí, todo ello es vanidad y aflicción de espíritu” (Ecl. 1:12-14).

La traducción literal, reza así: todo es variedad y correr tras el viento. La vivenciación de esta conclusión aboca al ser humano a una crisis de vacío profundo y denso en la esfera de su intimidad. Se establecen los cimientos de la angustia y de la frustración humana.

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