Carta de un anabautista contra la ejecución de Miguel Servet

22 DE MARZO DE 2020 · 17:00

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KAIRÓS Y CRONOS

 

CARTA DE UN ANABAUTISTA CONTRA LA EJECUCIÓN DE MIGUEL SERVET

A Lemuel Reyes,

por su amistad y apoyo bibliográfico.

 

Fue uno de los pocos, muy pocos, que defendieron a Miguel Servet. David Joris envió la misiva, que abajo reproduzco, a la “Señoría de Ginebra”, el 1 de septiembre de 1553, en la cual argumentaba por qué el español no debía ser condenado a muerte. Escribió la carta en Basilea, donde se afincó en 1543, junto con un grupo de seguidores con quienes conformó una comunidad. Joris cambió su nombre por el de Jan van Brugge para poder residir en Basilea, ya que “perseguido como bestia de ciudad en ciudad, en constante riesgo de ser aprehendido y ejecutado- y no fueron raros los casos en que escapó apenas por un pelo de quienes lo acosaban- […] maduró en su interior unas ideas muy personales sobre la cuestión de la tolerancia religiosa”.1

Joris fue parte del equipo que contribuyó con Sebastián Castellio para elaborar el libro Sobre si debe perseguirse a los herejes, publicado en marzo de 1554 e impreso por Juan Oporino.2 La obra reprodujo pareceres de autores “que se refieren a la persecución de cristianos por parte de paganos en la Antigüedad, a conflictos antiguos entre distintos grupos de cristianos, a la persecución moderna de protestantes por parte de católicos y a la persecución de anabautistas por parte de otros protestantes y católicos”.3 El principal objetivo de la antología fue para evidenciar la atrocidad cometida en Ginebra al ejecutar a Servet en la hoguera, el 27 de septiembre de 1553. La condena contó al menos con el acuerdo de Juan Calvino, si no es que fue instigada por él. Castellio, Joris y otros que colaboraron en conjuntar el libro incluyeron dos párrafos de Calvino “contrarios a la aplicación de violencia en asuntos religiosos, uno de la primera edición de su Institución de la religión cristiana (1536) –impresa en Basilea cuando Calvino estaba refugiado allí– y otro de su carta dedicatoria al rey de Dinamarca en sus Comentarios a los Hechos de los Apóstoles (1552)”.4 Al hacer tales inclusiones querían evidenciar la contradicción de Calvino con afirmaciones suyas anteriores al caso Miguel Servet.

David Joris fue un anabautista de tendencia espiritualista, y mantuvo diferencias con otros anabautistas del ala constructora de paz, como por ejemplo con Menno Simons. Murió en Basilea el 25 de agosto de 1556. Más tarde las autoridades de la ciudad descubrirían la verdadera identidad de quien conocieron con el nombre de Jan van Brugge. Mandaron desenterrar sus huesos para quemarlos el 13 de mayo de 1559 junto con sus libros y cuadros que había pintado. El siguiente es el texto de la carta:5

 

Muy nobles, justos, dignos, graciosos, queridos señores: ahora que yo, vuestro hermano y amigo en el Señor Jesucristo, he oído lo que le ha sucedido al bueno y digno Servet, cómo ha sido entregado a vuestras manos y poder no por amistad y amor sino por envidia y odio, como se manifestará el día del Juicio a todos cuyos ojos están ahora ciegos de astucia y no pueden entender las bases de la verdad, quiera Dios hacérsela entender, a todas partes y también a mis oídos ha llegado el informe de que vuestros sabios predicadores y pastores de almas quieren el consejo y han escrito a algunas ciudades, las cuales ha decidido que se le dé muerte.

Esta noticia me ha conmovido tanto que no puedo tener paz en nuestra religión ni en ninguna santa iglesia cerca o lejos, unidas en el amor y unidad de Cristo, hasta alzar mi voz como miembro del cuerpo de Cristo, hasta abrir humildemente mi corazón ante vuestras excelencias y liberar mi conciencia. Confío en que los sabios, pervertidos, carnales y sanguinarios no tengan peso sobre vosotros ni os impresionen, y que, si se congracian con vosotros, como los escribas y fariseos con Pilatos en el caso de Nuestro Señor Jesucristo, desagradarán al Rey de Reyes y maestro de todos, Cristo, que enseñó no solo en la Escritura a la letra sino de modo divino que nadie debe ser crucificado o muerto por lo que enseña. Él sí fue crucificado y muerto. Y no sólo eso, sino que severamente prohibió perseguir a nadie. ¿No será, pues, mayor perversión, ceguera, pecado y tiniebla prestarse a vergonzosa prevaricación por odio y envidia? Se habrán tenido que volver locos antes de dar muerte a una vida y condenar un alma para siempre y mandarla al infierno. ¿Es conducta cristiana o acción en verdadero espíritu? Eternamente diré que no, por muy plausible que parezca. Si vuestros predicadores no piensan así ni quieren evitar el pecado contra el Espíritu Santo, que aprisionen y maten a los hombres por sus buenas intenciones y creencias según su entender, especialmente cuando tales ministros están tan mal conceptuados que no se atreven a salir de su ciudad y su tierra. Que recuerden que son llamados, enviados y ungidos por Dios para salvar almas, para llevar a los hombres al derecho y a la verdad, es decir, para dar vida a los muertos, no para destruir, ofender y corromper, cuanto menos para matar. Esto pertenece sólo a Él, que la da, y fue crucificado y muerto con dolor.

Al gobierno le manda Dios que castigue en el cuarpo a quienes pecan con él contra el amor a la verdad y contra la ley del Cristo de Dios. El gobierno debe castigar al malo y proteger al bueno para que aquel no le perjudique y mate. Pero, como dice el doctor Martín Lutero, los sirvientes del templo han incitado a los magistrados a maltratar a gente buena y recta que no se les sometía.6 Cristo, Nuestro Señor, ni enseñó ni hizo esto, aguantó y sufrió haste el fin, y declaró: “Os expulsarán de las sinagogas, e incluso llegará la hora en que todo el que os mate piense que da culto a Dios. Y lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí” [Juan 16:2-3]. ¿Se aplica esto a quienes hacen sufrir o a quienes sufren? Los perseguidores no han creado al hombre, y no deben destruirlo contra la ley verdadera de Nuestro Señor Jesucristo. Que los sedientos de sangre den muerte a sus hijos e hijas si están en error. Ningún padre recto lo hará. Solo el diablo, asesino y falsario desde el principio [“Vuestro padre es el diablo, homicida desde el principio, mentiroso y padre de la mentira”, Juan 8:44].

Nobles, sabios y prudentes señores: considerad qué pasaría si a vuestros adeversarios se les reconociera el derecho a matar herejes. ¿Cuántas personas quedarían en la tierra si cada uno tuviera tal poder sobre el otro y lo considerara hereje? Los judíos tienen por tales a los cristianos y a los islámicos, y los cristianos igual. Los papistas y los luteranos, los zwinglianos y los anabutistas, los calvinistas y los adiaforistas,7 se proscriben mutuamente. ¿Han de odiarse y matarse los hombres por estas diferencias de opinión? “Quien vertiere sangre de hombre por otro hombre debe ser su sangre vertida”, como dice la Escritura [Génesis 9:6]. No tomememos, pues, la espada, y, si alguien tiene mente errónea y malvado entender, roguemos por él y despertémosle con amor, paz y unidad.

Si el dicho Servet es hereje o sectario ante Dios, no le dañemos, pues es uno de sus miembros: advirtámosle amistosamente, y como mucho, echémosle de la ciudad si no rechaza su obstinación para que no perturbe la paz con sus doctrinas. No debemos pasar de eso.

El Señor mismo juzgará nuestra alma y separará buenos y malos. Pronto vendrá, dice la Escritura, contra los rebeldes, malos, secretos malhechores como hipócritas, mentirosos, envidiosos, engañadores, traidores, perseguidores de la verdad, y contra el Anticristo mismo para matarlos, con “el espíritu de su boca” y “el aliento de sus labios”, no con espada del mundo, porque “hace salir el sol sobre buenos y malos” y quiere que le imitemos en su hondo dolor, gracia y misericordia [citas implícitas de 2 Tesalonicenses 2:8, Isaías 11:4, Mateo 5:45-48 y Lucas 6:35-36].

Indicó a los criados deseosos de adelantarse al tiempo de la siega que dejaran la cizaña con el trigo. A la siega enviará sus ángeles y con su saber y entender los separarán, mentira y verdad, puros e impuros, nuevos y anticuados, luz y tinieblas, rectitud y pecado, carne y espíritú, y darán a cada cual su lugar en espíritu y en verdad, porque los juicios de Dios son verdaderos y eternos y no pueden fallar, pero hallará grandes diferencias en los hombres cuando amanezca el día de la luz y del espíritu de perfección.

Las personas de mal espíritu deben aprender a no condenar en sus días de ignorancia y ceguera. Nadie se atreva a juzgar. El Señor nos ha dado nuevo mandato en amor, hacer a otros como queremos que nos hagan. Entonces, sed compasivos, amables y buenos, haciendo como se hizo con vosotros, honorables señores, y como el Señor quiere. “No juzguéis y no seréis juzgados” [Mateo 7:1]. No condenéis a nadie y no seréis condenados. No derraméis sangre y no hagáis violencia, queridos señores. Entended de quién sois discípulos, pues nada ha castigado más el Señor y perdonado menos que la idolatría y derramar sangre inocente. A nadie sigáis y a nadie creáis más que a Dios y a Cristo, Señor en Espíritu y en verdad.

De vuestra buena intención espero que atendáis a esto, pues no he sido capaz de evitar escribiros conforme a mis conocimientos. Aunque omito mi nombre, no debéis dar menor consideración a este escrito. En estos tiempos no puede uno escribirlo todo, pues no hay que fiarse ni de la pluma. Como mejor puedo, me presento con toda humildad a vuestras altezas como vuestro hermano y amigo en los caminos del Señor.

1 George H. Williams, La Reforma radical, Fondo de Cultura Económica, México, 1983, p. 522.

2 Sebastián Castellio, Sobre si debe perseguirse a los herejes, Instituto de Estudios Sijenenses Miguel Servet, Huesca, 2018.

3 Pablo Toribio, “Introducción” a Sobre si debe perseguirse, p. 23.

4 Ibíd., pp. 21-22.

5 Misiva incluida en Miguel Servet, Obras completas. Vida, muerte y obra. La lucha por la libertad de conciencia, vol. I, edición, introducción y notas de Ángel Alcalá, Prensas de la Universidad de Zaragoza, Zaragoza, 2003, pp. 282-286.

6 Según Roland H. Bainton, la alusión puede ser el tratado de Lutero Sobre la autoridad secular: hasta dónde se le debe obediencia, de 1523. El texto en Martín Lutero, Escritos políticos, Joaquín Abellán (estudio preliminar y traducción), tercera edición, Editorial Tecnos, Madrid, 2013, pp. 21-65. Lutero cambió de postura a raíz de la Guerra de los Campesinos, 1524-1525.

7 Del griego adiaforos, que significa indiferente o no importante. Así fueron llamados quienes distinguían entre puntos doctrinales o usos prácticos dogmáticamente imprescindibles y otros secundarios.

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