A tus pies mi rey

Cuando rocen tus pies la alfombra tejida de perlas,

bordada con hilos de oro, no podré detener mis

celos que desbordados observarán cuan amable es

el lugar que pisas.

Envidiaré el tapiz en el que posados tus desnudos

pies dejarán entreabierta mi pobre condición humana,

anhelando con todas mis fuerzas disfrazarme de aire,

onda sonora que llegue hasta ti ataviada de humildad.

Desde aquí , senda polvorienta , pobre elemento,

repetiré una plegaria, reconstruiré versos para

recitarlos a tu paso, mirando expectante a que

aparezcas en la linde del camino, y que al

observarme, puedas sentir compasión de esta

tierra que anhela ser pisada por tus pies divinos.

Es a tus pies, mi Rey , el lugar donde quiero estar, postrada ante ti como flor que recordando primaveras pasadas ha de reconocer el hastío invernal.

Abrazar el silencio y adorarte. Enjugar con el grato perfume de mi obediencia el momento que me acoge y descomponer las notas austeras de mi corazón dejándolo libre para entonar un cántico de adoración.

A tus pies, mi Rey, inclinado todo mi ser ante ti para que sólo tú seas receptor de todo cuanto traigo.