Un difícil sendero
Hay personas que se toman la libertad de decidir cuándo y cómo acabar con todo. ¿Qué ocurre en la mente de alguien para llevarle a extremos tan trágicos e inexplicables?
05 DE SEPTIEMBRE DE 2014 · 07:00

El sendero es dificultoso, pero mientras lo transito voy aprendiendo de él. Curvas, recodos, piedras que lo obstaculizan, barro, polvo, estrecheces imposibles.
Nunca voy sola, es por ello que confío en que al final de mi recorrido encontraré un remanso de paz en el que reposar eternamente.
Sería injusto si sólo me dedicara a avanzar con la máxima de llegar a mi destino y no disfrutara de aquello que diviso mientras camino. La vida no es un sendero cómodo, pero posee la virtud de ofrecerte paisajes de los que disfrutar marchando por ella. Escenas hermosas, plagadas de una calidez conmovedora, panorámicas un tanto menos bellas pero poseedoras de una luz muy realista. Áridos espacios de ajada naturaleza que entristecen el corazón pero que nos recuerdan épocas primaverales.
Veamos lo que veamos mientras andamos por la vida es sensato aprender a contemplarlo con los ojos ungidos de ilusión y prestos a vislumbrar atisbos de belleza.
Hay muchas personas que pausan su existencia y deciden acabar con ella antes de que su viaje haya concluido. Se toman la libertad de decidir cuándo y cómo acabar con todo.
¿Qué ocurre en la mente de alguien para llevarle a extremos tan trágicos e inexplicables?
Pienso que no es lo que ocurre, sino más bien lo que no ocurre.
No ven el sendero como un itinerario hacia algo más, contemplan la vida con la carencia de valores y sin sentido para seguir transitándola. Con la negra espesura del entristecimiento y hondo penar que acaba atenuando cada día con un sufrimiento insufrible.
Aquellos que cada mañana emprendemos una nueva jornada con la premisa de hacer de ella un recorrido grato, no podemos entender lo que les sucede a quienes simplemente ven en cada nuevo amanecer un sinsentido que carcome su alma hasta llevarlos a la angustia más profunda.
Ruego a mi Dios que haga llegar la luz a esos lugares donde la oscuridad lo ciñe todo.
Que mediante útiles sencillos encienda una llama en las oquedades donde la luz es una utopía.
Hay vidas carentes de vida, lóbregas y perdidas. Personas asoladas por la soledad, esa horrenda soledad del acompañado.
Ruego a mi Dios que derrame agua fresca en esos corazones sedientos, corazones cansados de vagar por un desierto de inexistentes oasis.
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