Pérdidas irreparables

En nuestro recorrido por la vida son muchas las cosas que por una razón u otra se van deteriorando y a causa de ese deterioro no tenemos más opción que dejarlas a un lado para sustituirlas por otras, o simplemente, vivir con su ausencia.

03 DE SEPTIEMBRE DE 2008 · 22:00

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Por lo general lo material es fácil de restituir, en cambio, lo que resulta más difícil y a menudo imposible de recuperar son las personas y los sentimientos que vinculamos a ellas. Las pérdidas no recuperables duelen de forma grotesca. Amordazan a la persona que se siente atropellada por una dolorosa y profunda tristeza, ahogada por una soga de un tacto terrible. Perder a un ser amado es espantoso, saber que nunca se va a recuperar nos hace frágiles ante la simple idea de esa falta. Hace escasas semanas la actualidad nos conmovió con el azote informativo de ese trágico accidente aéreo del que todos nos estamos recuperando en mayor o menor medida. Ante la pavorosa pérdida de un familiar uno comprueba como el corazón de forma metafórica se rompe en añicos, ciñéndose al alma el voraz desconsuelo. Sobrecoge el temor a ser sorprendidos por la muerte, y no tanto a que el sueño eterno pueda rodearnos, se teme aún más la falta de vida en quienes amamos. Dios nos hace ver con ojos de esperanza que la existencia es efímera pero que existe una verdadera VIDA para quienes creemos en él. Profesar fe en Dios hace que veamos las pérdidas como luces que se apagan momentáneamente, pero que serán encendidas en un lugar donde el sufrimiento no tiene cabida. Tristemente quienes no abrigan esa esperanza, quienes no la abrazan, encuentran que las ausencias constituyen un auténtico mazazo de injusta realidad. Hoy quiero dirigirme a quien a leer estas letras aún desconoce al autor de la vida. Es a ti a quien van dirigidas estas frases en las que intento plasmar aliento y optimismo. Puede que todo lo que te rodea esté plagado de un aletargado credo, un cansino rezo que limita tu fe y te hace mirar soslayadamente el presente y el futuro. Dios no se limita a oír cadentes oraciones, Él va más allá, Él desea sorprenderte. Puede que hoy la vida te invite a mirar con desprecio el horizonte en el que otros ven promesas por cumplir. Quizá te hayan robado la risa para otorgarte la ausencia de un ser al que querías más de lo que sospechabas. Dios te ofrece un pañuelo en el que enjugar tus lágrimas, un hombro en el que apoyar la cansada cabeza, una eterna esperanza en la cual cobijar los miedos y sentir el tacto hermoso de la paz interior. Hoy puede ser un buen día para conocerlo y dejarte acariciar por Él.

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