Exposición ‘Nova Music Festival’: una experiencia que sobrecoge
El 7 de octubre de 2023, Hamás atacó a Israel y asesinó cientos de personas en el sur del país, donde se celebraba el Festival de Música Nova. Una exposición en Berlín recuerda la tragedia.
Evangelical Focus, Pro Medien Magazin · BERLÍN · 15 DE OCTUBRE DE 2025 · 19:30
6:29 a.m. Esta hora quedó grabada en la memoria colectiva de Israel. Después del lanzamiento masivo de cohetes desde la Franja de Gaza, miles de terroristas de Hamás finalmente cruzaron la frontera y comenzaron su expedición asesina hacia Israel. Unos minutos antes, no había indicios de esto en el lugar del Festival Nova.
Los jóvenes bailaban y celebraban con entusiasmo hasta el amanecer. Esa es la escena que abre la Exposición del Festival de Música Nova, que se inauguró en Berlín.
Al principio, no hay rastro del horror del 7 de octubre. En la primera sala de la exposición se proyecta un vídeo de siete minutos sobre el Festival Nova. Los participantes dan su opinión y describen la alegría de vivir y la despreocupación que representaba el festival ese 7 de octubre de 2023, poco antes de las seis y media de la mañana.
Pero entonces todo cambia.

La exposición nos conduce ahora a través de una cortina negra y se abre ante nosotros la gran sala de embarque del antiguo aeropuerto de Tempelhof. Y ahí está, el horror.
Los visitantes se sumergen ahora en el recinto del festival, sumido en la penumbra, y tienen que orientarse. En primer lugar, hay varias pantallas que muestran vídeos de Hamás en bucle continuo.
Junto a ellas hay otra pantalla en la que se ve a testigos relatando lo ocurrido aquella mañana. En medio hay una tienda de campaña que parece haber sido abandonada apresuradamente, donde probablemente habían estado durmiendo los participantes del festival.
Atmósfera inquietante
Y luego está el ruido de fondo, casi insoportable. Una gran variedad de sonidos emanan de las innumerables pantallas repartidas por la sala de embarque, algunas en posición vertical, otras tiradas en el suelo. Disparos. Gritos. Testimonios de testigos presenciales.
Las últimas llamadas telefónicas de los participantes en el festival a sus padres. “Estoy contigo, cariño. Todo irá bien”. Y, al mismo tiempo, todo parece vacío. No hay gente. No hay alegría. No hay vida.

En el suelo ligeramente arenoso, una escalera conduce al gran salón. Los restos de coches calcinados yacen entre árboles y tiendas de campaña. Después de que los primeros cohetes volaran el 7 de octubre, numerosos participantes del festival corrieron hacia sus coches en busca de seguridad. Pero los terroristas acechaban en las calles.
En el borde hay dos réplicas de búnkeres bañados en luz roja. Estaban situados en la autopista 23, cerca del recinto del festival. Muchos asistentes al festival buscaron refugio de los cohetes en su interior. Pero cuando llegaron los terroristas, estos cubos de hormigón sin ventanas se convirtieron en trampas mortales.
Los paneles y vídeos que hay dentro de los búnkeres cuentan la historia. Uno de ellos habla del sargento Aner Eljakim Schapira, que intentó defender el búnker desarmado. Consiguió devolver las granadas de mano que los terroristas lanzaban una y otra vez al interior del búnker. Pero, finalmente, los terroristas lograron matar a Schapira. Un total de 16 personas murieron solo en este búnker.

Al otro lado del pasillo hay retretes Dixi amarillos acribillados donde los asistentes al festival intentaron esconderse de los terroristas, sin éxito. Un vídeo muestra a un hombre disparando con su rifle contra los retretes.
Justo al lado hay un bar abandonado. Una placa cuenta la historia de Liron Barda, que trabajaba como camarero en el festival y no huyó durante el ataque, sino que prestó primeros auxilios.
Son historias como estas, entre todas las exposiciones, el ruido de fondo, los vídeos y los informes casi insoportables sobre violaciones y genitales mutilados, las que brillan como una chispa de humanidad en medio de la barbarie. Es uno de los puntos fuertes de la exposición.
Asimismo, los vídeos están censurados o editados de tal manera que no se muestran las terribles atrocidades. Incluso sin estas imágenes explícitas, la exposición es impactante y permite comprender la magnitud de los crímenes.
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Las víctimas
Y la exposición muestra a las víctimas. En la pared del fondo de la sala de embarque cuelgan las fotos de todos los participantes asesinados en el festival.
En el lado opuesto se encuentran las fotos de los participantes que fueron secuestrados por Hamás y llevados a la Franja de Gaza. Entre ambas hay un mar de luces y mesas repletas de ropa y zapatos abandonados.

Esto evoca recuerdos de las pilas de zapatos de los campos de concentración nazis.
La exposición es impactante. Es deprimente. Ofrece una visión del sufrimiento incomprensible que sufrió Israel el 7 de octubre de 2023. Muestra de lo que son capaces los seres humanos.
¿Se puede recomendar una exposición así? Sí, porque es tanto un recordatorio como una advertencia. Porque lo que ocurrió puede volver a ocurrir.
El atentado contra el Festival Nova está considerado como el más mortífero perpetrado contra un evento musical en todo el mundo.
Los terroristas asesinaron a 411 de los aproximadamente 3000 asistentes y cientos más resultaron heridos. 44 participantes en el festival fueron secuestrados y trasladados a la Franja de Gaza.
La exposición Nova Music Festival Exhibition puede verse hasta el 16 de noviembre en los terrenos del antiguo aeropuerto de Tempelhof, en Berlín, Alemania. Anteriormente se ha mostrado en Jerusalén, Estados Unidos, Canadá y Argentina. La entrada cuesta 20,60 €. Más información de la exposición aquí.
Martin Schlorke, corresponsal en Berlín de la revista PRO Medienmagazin en Alemania. Este artículo fue publicado por primera vez por PRO, traducido al español y republicado con permiso.
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