Más de ochenta cristianos fueron asesinados el lunes en un sangriento ataque perpetrado por yihadistas en el este de la República Democrática del Congo, según la agencia Amaq, controlada por el Estado Islámico.

Las Fuerzas Democráticas Aliadas (ADF), una milicia yihadista vinculada al Estado Islámico en África Central (ISCA), reivindicó la autoría del ataque.

En un comunicado, afirmaron que «el ataque se dirigió contra una gran multitud de cristianos en la aldea, matando al menos a 100 de ellos e hiriendo a otros», informó el SITE Intelligence Group, con sede en Estados Unidos, que supervisa las actividades militantes.

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Una masacre premeditada

La matanza tuvo lugar durante un funeral cristiano en Ntoyo, una aldea del territorio de Lubero, en la provincia oriental de Kivu del Norte.

«Las víctimas fueron sorprendidas en una ceremonia fúnebre alrededor de las 9 de la noche, y la mayoría de ellas fueron asesinadas con machetes», explicó Macaire Sivikunula, un administrador local. Otras fueron asesinadas a tiros.

Los terroristas quemaron unas 30 casas y otras propiedades cristianas antes de marcharse. «Los recientes ataques en Oisha y Lubero se produjeron después de que las fuerzas congoleñas y ugandesas afirmaran haber restablecido la seguridad en esas zonas», decía el comunicado yihadista, cuestionando la labor del ejército.

Además de este incidente, las autoridades informaron a la agencia de noticias Reuters de que otras 18 personas también murieron en un presunto ataque del ADF en otra aldea.

RDC: un objetivo frecuente para los yihadistas

La República Democrática del Congo es un país predominantemente cristiano. Los cultos cristianos y las iglesias se han convertido en objetivos habituales de estos violentos ataques, cuyo objetivo es intimidar y desplazar a las comunidades cristianas.

La masacre de Ntoyo no es un incidente aislado: en agosto, el ADF mató a más de 50 civiles en múltiples ataques, mientras que en julio un ataque del ADF contra una iglesia católica romana dejó 38 muertos.

Las ADF surgieron en Uganda en la década de 1990, pero desde 2019 operan bajo el paraguas del Estado Islámico, tras la promesa de lealtad de su líder. Desde entonces, han intensificado los ataques contra aldeas indefensas en el este de la República Democrática del Congo, donde han matado a miles de civiles.