El gobierno de Mario Draghi ya es historia en Italia. Aunque el 13 de febrero de 2021 se celebraba la toma de posesión del nuevo ejecutivo con la esperanza de que un perfil como el del expresidente del Banco Central Europeo podría salvar una legislatura que desde 2018 ya había hecho caer a los dos consejos de ministros de Giuseppe Conte, todo ha quedado en una mera anécdota.

Si Draghi gobernó casi nueve años en el BCE, su proyecto político en Italia se ha limitado a un año y medio. Aunque llegó como un perfil independiente y de renombre, escogido por la coalición de partidos en el gobierno que resultó tras las elecciones de 2018, en las últimas semanas había perdido el apoyo de tres de los socios que la forman, comenzando por el Movimiento 5 Estrellas, y más tarde también por parte de la Liga y Forza Italia, el partido de Silvio Berlusconi.

La puntilla ha sido la moción de confianza en el Senado a la que Draghi se ha sometido y durante la cual, las tres formaciones han vuelto a retirarle su apoyo. Con una sonrisa estoica y dando las “gracias”, Draghi reconocía su sentencia política. “Gracias por esto y por lo que hemos hecho juntos”, decía el economista en el Parlamento.

Nuevas elecciones en un momento de crisis

El presidente de la República, Sergio Mattarella, que en primer momento rechazó la idea de una nueva dimisión y animó a Draghi a buscar los apoyos que le había retirado el Movimiento 5 Estrellas en otras formaciones, ha disuelto el Parlamento y el Senado, y ha convocado elecciones generales para el próximo 25 de septiembre. 

“Tengo el deber de subrayar que la fase en la que nos encontramos no permite ninguna pausa en las acciones profundamente necesarias contra los efectos de la crisis económica y social, especialmente en lo que respecta al aumento de la inflación”, ha subrayado Mattarella.

La caída del gobierno en Italia, en cambio, despierta muchas dudas por la situación internacional. Enrico Letta, ex-primer ministro italiano y candidato por el Partido Democrático, uno de los que han mantenido su apoyo a Draghi hasta el final, habla de “traición a Italia y a Europa”, en referencia a la posible vinculación entre Italia y Rusia que podría aumentar en función de quién gane los próximos comicios. 

“Si consideramos las emergencia actuales, necesitamos un gobierno en pleno uso de sus poderes”, asegura el vicepresidente de la Alianza Evangélica Italiana y pastor de una iglesia en Roma, Leonardo De Chirico, en un artículo publicado en Loci Communes. Aunque no olvida que la legislatura “habría acabado de todos modos en marzo de 2023”, sí pide considerar el hecho de que “Draghi gozó de cierta estima en muchos foros internacionales”. “Así que la estabilidad del gobierno habría beneficiado la situación [de Italia] en este momento crítico sin socavar el ciclo constitucional de la democracia electiva”, añade.

Una política de “anomalías”

De Chirico se refiere al estado de la política italiana como un cúmulo de tres “anomalías” relacionadas con la llegada de Draghi al poder, el final de su gobierno y el sistema político en sí mismo. “Si los intereses ‘generales’ del país hubieran estado en el centro, el gobierno de Draghi habría tenido que llegar al plazo natural del próximo año. La terminación anticipada se debe a la anomalía de que los intereses de las partes en dificultad han prevalecido sobre los intereses generales del país”, subraya.

Además de los intereses partidistas de las tres formaciones señaladas en la caída de Draghi, De Chirico también apunta al hecho de que el nombre del ya ex-primer ministro italiano lleva años sonando para la presidencia de la República. “El Movimiento 5 Estrellas, la Liga y Forza Italia fueron los que hace meses se opusieron a la elección de Draghi como presidente de la República con el argumento de que al gobierno le iba bien y él debía seguir. En realidad, esa oposición reveló entonces que había una asignatura pendiente con Draghi, que ahora se le ha hecho pagar íntegramente”, considera el vicepresidente de la Alianza Evangélica Italiana y pastor de una iglesia en Roma.

De hecho, la llegada al Consejo de Ministros de Draghi ya supuso una nueva anomalía en la política italiana, según De Chirico. “Draghi fue llamado por el presidente Mattarella para formar gobierno en un momento en que los partidos no podían expresar una coalición con alguna lógica política. El parlamento parecía incapaz de expresar una pizca de perspectiva. Mattarella llamó entonces a un ‘no político’ como el expresidente del BCE. En su discurso ante el Senado la semana pasada, Draghi dijo que fue llamado ‘por los italianos’. En realidad, fue Mattarella quien lo llamó: el pueblo italiano contemplaba impotente el triste espectáculo que ofrecía su clase dirigente. Draghi ha formado un gobierno ‘anómalo’, fruto de su llamamiento a todas las fuerzas parlamentarias, que solo Hermanos de Italia ha eludido”, asegura De Chirico.

En este sentido, apunta a la fantasía surrealista de las grandes coaliciones recientes en Italia. “Un gobierno abarrotado con el 80% de los votos, en el que hay rojos, verdes, amarillos y azules, es políticamente anómalo. Solo, y en parte, la autoridad personal del presidente ha logrado ocultarlo. El gobierno de Draghi ha sido el portador de su propia ‘falta de naturalidad’, que no ha podido sostenerse por mucho tiempo; ha sido una construcción artificial y forzada que no ha resistido la reactivación de los intereses particulares de las partes. Quienes defienden el gobierno de Draghi no deben olvidar esta anomalía constitutiva que lo ha convertido en un revoltijo muy frágil desde el primer hasta el último día”, añade.

“Las nuevas elecciones no serás concluyentes”

Para De Chirico, el precipitado final de la legislatura en Italia ha puesto de manifiesto la “anomalía” que es “la extraña naturaleza del sistema político [nacional]”. “Un carro de casi mil parlamentarios más otros miles de asesores que hacen y deshacen lienzos de gobierno sin tener la clave del problema”, opina.

“De vez en cuando, cuando la confusión se vuelve paroxística, se llama a un ‘alcalde’ externo, primero fue Monti y luego Draghi, para restaurar el orden en las diatribas internas”, añade. Por eso, considera De Chirico, “las nuevas elecciones del 25 de septiembre, aunque necesarias en aras de la Constitución, no serán concluyentes”. “Con el mismo sistema enfermizo y caracterizado por la misma incultura institucional, se corre el riesgo de que sea otra ronda. El reloj se reiniciará, pero sin resolver la falla, se detendrá en la primera vuelta”, agrega.

Propuestas

De Chirico, que en declaraciones a Protestante Digital ha asegurado que “la mayoría de los creyentes evangélicos [en Italia] han apoyado bastante el gobierno de Draghi, especialmente su gestión de la última ola de la Covid, de los fondos del plan de recuperación europeo y de la guerra en Ucrania”, lanza tres propuestas ante la crisis política en el país. 

Primero, dice, “para los hombres y mujeres de fe evangélica, la responsabilidad es orar por las autoridades”. “¡Qué mejor ocasión para orar durante los servicios dominicales de aquí a las elecciones de!”. 

Haciendo alusión al documento Por el bien de Italia, que la Alianza Evangélica publicó en 2008, De Chirico anima a considerar la perspectiva alternativa con la que el principal órgano de representación de los evangélicos en el país “ha pensado el futuro desde otra perspectiva”. “Conserva su frescura y puede dar ideas útiles”, señala.

Por último, dice dirigiéndose sobre todo a las iglesias evangélicas italianas, “debemos aprovechar la oportunidad de las elecciones no para alimentar la indiferencia, sino para prepararnos espiritualmente y estar culturalmente equipados”. “Una forma de hacerlo es utilizar el Vademécum para las elecciones, con el objetivo de animar las conversaciones grupales”, añade.