Cesan los enfrentamientos en Nagorno-Karabaj y se abre paso la incertidumbre
Después de seis semanas de conflicto bélico, un acuerdo de paz favorable a Azerbaiyán deja muchas dudas sobre el futuro para población de la región.
YEREVÁN · 17 DE NOVIEMBRE DE 2020 · 20:28
Seis semanas después de comenzar un nuevo episodio en el conflicto de Nagorno-Karabaj, Armenia y Azerbaiyán han firmado un acuerdo de paz que favorece de forma clara a Bakú. El avance de las tropas azeríes, que han llegado a tomar la ciudad de Shushi, la segunda más importante de la región, ha precipitado la negociación de unas condiciones para el cese de los combates en la que Azerbaiyán ve varios de sus objetivos cumplidos.
De entrada, la toma de control de unos territorios que desde 1994 habían estado de facto bajo control de Armenia. Rusia, que ha mediado entre los dos países, ha enviado cerca de 2.000 soldados a la región como misión de paz para garantizar el cumplimiento de los términos del acuerdo.
Sin embargo, la conclusión del conflicto genera muchas dudas en Ereván, donde días después de conocer los términos del acuerdo, miles de armenios se han manifestado para pedir la dimisión del primer ministro Nikol Pashinián, acusándolo de “traidor”. De hecho, la policía ha detenido a Artur Vanetsyan, líder de un pequeño partido de centroderecha, bajo la sospecha de querer asesinar al primer ministro, aunque ha sido puesto en libertad poco después. El propio Pashinián ha reconocido que el resultado de la negociación es “muy doloroso”.
Una ‘paz’ dolorosa para los armenios
Otro de los puntos del acuerdo prevé el desplazamiento, bajo la supervisión de Naciones Unidas, de población azerí, mayoritariamente musulmana, a la región para ocupar ciudades y pueblos que durante las últimas décadas han sido habitadas por armenios, principalmente cristianos. Entre los territorios que pasan a control de Azerbaiyán está el de la República de Artsaj, que para muchos armenios en un símbolo de su civilización histórica.
“Es justo decir que este acuerdo no hace nada por los armenios, salvo herirlos. No han conseguido nada más que el cese de una violencia que ellos no comenzaron. Creo que el propio Pashinián ha expresado mucho arrepentimiento y tristeza”, asegura Robert Nicholson, presidente de Proyecto Philos, una ONG de Nueva York dedicada a formar a líderes para la defensa de un Oriente Próximo plural, donde las comunidades religiosas puedan convivir en paz.
A Pashinián se le ha recriminado que no consultase la decisión por medio de un referéndum. “Al hablar con la población, habría presentado la situación objetiva, lo que significaba brindarle al enemigo información detallada de la situación, con todas las consecuencias que se derivan”, ha señalado el primer ministro.
A pesar de contar con Rusia como aliado, la pasividad de Moscú y la reiteración constante del apoyo de Turquía por parte del presidente Erdogan a su homólogo de Azerbaiyán, han debilitado la posición de Ereván, ya agravada por las diferentes derrotas de las últimas semanas. “Los azeríes no iniciaron el genocidio de 1,5 millones de armenios, pero su alianza con el presidente de Turquía (que se ha negado a reconocer el genocidio armenio por parte de Turquía en 1915) hace que este sea un conflicto existencial”, remarca Nicholson.
Desplazamiento de personas, casas ardiendo
Azerbaiyán ha pospuesto unos días la toma de control de la región para permitir que la población armenia deje sus casa. Sin embargo, en una imagen histórica, muchos residentes armenios de Nagorno-Karabaj han prendido fuego a las que hasta ahora eran sus casas antes de partir.
“Nuestra nación lo ha perdido todo, su patrimonio. No tenemos nada. No puedo decir nada”, aseguraba una mujer armenia llorando durante el entierro de un soldado en Stepanakert, la capital de la República de Artsaj. Según Ereván, 1.434 soldados armenios habrían perdido la vida durante el enfrentamiento, pero el número de civiles es incierto.
Otra imagen histórica ha sido la de ciudadanos armenios que hasta ahora vivían en la región de Nagorno-Karabaj transportando objetos del patrimonio religioso de la región, como las lámparas o las campanas de la iglesia apostólica armenia de Dadivank. Es mucha la incertidumbre respecto a las garantías de la libertad religiosa en el territorio, ahora que va a estar controlado por Azerbaiyán, a pesar de que la oficina del presidente, Ilham Aliyev, ha dicho que “los cristianos de Azerbaiyán tendrán acceso a sus iglesias”.
El patriarca de la Iglesia Apostólica Armenia, Caatholicos Karekin II, ha asegurado en un manifiesto publicado en Christianity Today, que “innumerables lugares sagrados” en Nagorno-Karabaj corren el riesgo de ser “víctimas silenciosas de la conquista” de Azerbaiyán. “Hacemos un llamado al resto del mundo para que sea testigo”, ha remarcado.
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