Exponen en Ginebra un manuscrito de Calvino, benevolente con los suicidas
Los protestantes calvinistas con frecuencia han mostrado cierta benevolencia hacia el suicidio. Así lo muestra una carta del célebre pastor Juan Calvino expuesta desde esta semana pasada en el Museo Internacional de la Reforma en Ginebra.
GINEBRA · 11 DE NOVIEMBRE DE 2007 · 23:00
El manuscrito se conserva en perfecto estado, y fue comprado por un coleccionista y tras su muerte, el documento fue puesto de nuevo a la venta. En el pasado mes de julio, a petición del Museo de la Reforma, un grupo de mecenas adquirió la carta durante una subasta de Christie´s en Londres por 70.000 libras (alrededor de 100.000 euros) y la donó después al museo.
El documento de Calvino, robado de los archivos del Estado de Ginebra a mediados del siglo XIX, reapareció públicamente en 2002 durante una subasta de Sotheby´s.
El manuscrito de Calvino, expuesto con su trascripción escrita, presenta, según los responsables del establecimiento, una faceta "más luminosa" del reformador protestante, y le hace mostrar su lado más humano.
CALVINO Y EL SUICIDA
Esta carta fue escrita en 1545, tras la visita de Calvino a un moribundo que se había apuñalado a sí mismo en el vientre para terminar con sus sufrimientos de tuberculoso en una situación física lamentable.
En la carta se puede leer la siguiente frase: "Le hice muchas reprimendas (...). Le pregunté si no pedía el perdón de Dios por lo que había hecho y si no tenía confianza, sabiendo que Él le tendría aún misericordia".
El texto es un informe que Calvino escribió para la policía de Ginebra. En este "informe", también puede leerse las siguientes palabras de Calvino: "Le exhorté con mis palabras a armarse de paciencia y a consolarse en la gracia de Dios”.
A pesar de la indulgencia de Calvino, el caso del suicidio de Jean Vachat, del que fue testigo, no tuvo un final feliz. Aunque según Calvino, Vachat se arrepintió en dos ocasiones, sus restos no fueron enterrados en la tumba familiar, como había pedido el pastor Calvino, sino al pie de la horca en la que se ejecutaba a los condenados a muerte.
Sandra Coram-Mekkey, colaboradora científica en los archivos de Estado de Ginebra, haciendo un análisis del texto, explica, que en estos casos el suicidio concernía a la justicia penal. Se llevaba a cabo un juicio al suicida –bien contra el muerto o bien contra el superviviente- y la sentencia podía ser ejecutada sobre el cadáver en caso de fallecimiento del suicida.
Coram-Mekkey cita que en la Enciclopedia del Protestantismo, la clemencia de Calvino, así como otros ejemplos similares, tienden a mostrar que el protestantismo era benevolente en la práctica del entierro de suicidas. Benevolencia, que por ejemplo no existía en el caso del catolicismo romano, que condenaba sin excepción a los suicidas a ser enterrados fuera del “camposanto” católico, lo que significaba que moría condenado y “fuera de la Iglesia”.
Por ello, esta postura del protestantismo, que era impensable en el catolicismo, muestra una nueva dimensión teológica muy distinta y con mayor énfasis en la posibilidad de arrepentimiento, gracia y perdón.
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