Por Marilee Pierce Dunke, hija de Bob Pierce fundador de World Vision.

La audacia de la fe: historias que mi padre nunca me contó es la épica historia de cómo Dios tomó a un predicador callejero de 12 años llamado Bob Pierce y lo transformó, entre otras cosas, en el fundador de World Vision y en «el mayor estadista misionero de su generación», en palabras del reverendo Billy Graham.

¡He estado esperando con ansias hacer este anuncio desde que el Señor me impulsó por primera vez a escribir la historia del viaje espiritual personal de mi padre hacia un ministerio que cambiaría el mundo!

Pero tenía un gran problema. Mi padre llevaba 40 años en el cielo, por lo que era imposible pedirle que compartiera sus recuerdos o pensamientos.

Pero Dios tenía un plan. Y en el verano de 2014, Franklin Graham, presidente de Samaritan's Purse, otra organización benéfica fundada por mi padre, me entregó amablemente todos los documentos de mi padre.

Al leer sus memorias y las 160 horas de entrevistas que grabó con sus amigos, encontré las respuestas a todas las preguntas que tenía y a muchas que no sabía que debía hacer. Y lo que es más importante, tuve acceso a los pensamientos más íntimos y a los recuerdos más increíbles de mi padre.

Caminando con audaz obediencia

La audacia de la fe nació de cientos de momentos personales de revelación. Ya sabes, esos que te dan escalofríos cuando de repente conectas los puntos y ves el panorama general emerger ante tus ojos.

Era como si Dios me hubiera puesto sobre sus hombros para que pudiera ver las cosas desde su perspectiva. La complejidad, el momento y los detalles de este drama orquestado divinamente superaban mi imaginación o cualquier obra de ficción que pudiera haber escrito.

Mientras aprendía sobre la vida de mi padre a través de sus documentos, también viajé por Asia y África, siguiendo sus pasos, a algunos de los lugares que más habían significado para él.

En estos viajes, tuve el privilegio de conocer a personas que conocieron a mi padre. Me contaron historias increíbles de cómo se habían enfrentado a grandes obstáculos sin una solución a la vista.

Entonces apareció Bob Pierce y les hizo una pregunta que otros no se atrevían a hacer: «¿Qué puedo hacer para ayudar?». Y así, sin más, Dios respondió a sus oraciones.

Pero, ¿cómo aprendió mi padre a creer que Dios proveería sin importar cuán grande fuera la necesidad? ¿Y cómo podemos aprender a caminar con ese tipo de fe audaz?

Estas son preguntas para las que buscaba respuestas mientras escribía este libro.

Cuando empecé, gran parte de la vida de mi padre seguía siendo un misterio para mí.

¿Cómo equipó Dios a un joven evangelista pobre y desconocido, que nunca se graduó en la universidad, para un ministerio que lo llevó a los confines del mundo como evangelista, cineasta, locutor de radio, corresponsal de guerra y fundador de World Vision y Samaritan's Purse? ¿Y por qué Dios eligió a Bob Pierce de entre esa generación de personas que cambiaron el mundo?

Al leer cómo Dios entrenó a mi padre para convertirlo en uno de los miembros de las fuerzas especiales del cielo, descubrí la historia de un hombre que nunca se rindió, ni siquiera en momentos de gran decepción.

En cambio, levantó la mano una y otra vez sin miedo, diciendo: «Aquí estoy, Señor. Envíame».

Y Dios lo colocó divinamente en algunos de los lugares más críticos de la historia entre 1947 y 1977, como un Forrest Gump cristiano. Papá estaba en Shanghái como evangelista pocos días antes de que China cayera en manos de los comunistas.

Estuvo en Corea del Sur antes de la guerra como evangelista y durante la guerra como corresponsal de la ONU. Fue uno de los últimos civiles en salir de Saigón durante la guerra de Vietnam.

Y entre esos momentos, viajó por todo el mundo más de cincuenta veces para predicar el evangelio, llevando a cientos de miles de personas a Cristo. ¡Y creo que su historia ayudará a otros futuros transformadores del mundo a creer que Dios puede usarlos y los usará!

Del misterio a la comprensión

Me gustaría poder decir que escuché las fascinantes historias de este libro sentada a los pies de mi padre. Pero cuando estaba en casa, pasaba la mayor parte del tiempo en la oficina, grabando programas de radio o trabajando en la película que estaba produciendo.

Mamá me contó una vez que, cuando era pequeña, terminaba mis oraciones nocturnas diciendo: «Por favor, Dios, bendice el misterio de mi papá».

Nunca corrigió mi pronunciación errónea de la palabra «ministerio», porque el ministerio de papá era en gran parte un misterio para quienes esperábamos y orábamos en casa.

Ahora creo que puedo decir que por fin entiendo lo que Dios vio en Bob Pierce, y estoy agradecida porque su vida y su ministerio ya no sean un misterio para mí.

Oro para que os sintáis tan animados, inspirados y desafiados como yo por la vida de un hombre al que Dios llevó a los confines de la tierra para ver las cosas que le rompen el corazón y luego le desafió a hacer algo al respecto. Y con la ayuda del Señor, lo hizo.

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