Religión y sociedad mozárabe
Heterodoxia y cristianismo en España (XXI)
(La Historia de la Religión en España)
Las herejías en el largo periodo de la Reconquista florecieron en una España dividida, en la que la Iglesia había perdido su antiguo esplendor y poder.
11 DE SEPTIEMBRE DE 2010 · 22:00
La España del siglo IX al XI fue un territorio inestable de fronteras cambiantes en el que gran parte de la población pasó de un cristianismo formal a una islamización superficial.
El cristianismo que sobrevivió aislado del resto de la Cristiandad sufrió algunas transformaciones producidas por la influencia del Islam. En Córdoba, algunos mozárabes enseñaron doctrinas antitrinitarias, iconoclastas y que ponían en duda la divinidad de Cristo.
Los mozárabes, en contra de lo que se ha enseñado muchas veces, eran ciudadanos de segunda clase en la sociedad musulmana hispana. A pesar de las limitaciones religiosas y legales, también es cierto que unos pocos lograron cierta influencia en el califato, pero la mayor parte de la población vivió limitada religiosa y socialmente.
En Córdoba, según relato de San Acisclo se conservaron seis iglesias para e culto cristiano, dos monasterios cercanos a la ciudad y otros seis en la sierra. Esto podría parecernos exiguo para uno de las ciudades más pobladas de la Península. También se conservaron algunas escuelas y en ellas, pequeñas bibliotecas que intentaban preservar la historia de los visigodos y la etapa romana.
Los cristianos conservaron algunas instituciones. Eran gobernados por un conde, juzgados por sus propios jueces, los recaudadores de impuestos y el tesorero eran también cristianos.
Al principio se permitió que las iglesias tocaran sus campanas para que los fieles acudieran a los oficios. Las únicas restricciones religiosas eran la blasfemia pública contra el profeta Mahoma y el intentar la conversión de musulmanes.
Los matrimonios entre musulmanes y cristianas se generalizaron, de esta mezcla nacieron los muladíes o mezclados.
La tolerancia duró poco. Ya Hixem, sucesor de Abderrhaman, prohibió el uso del latín y obligó a los hijos de los cristianos a asistir a las escuelas arábigas.
En el siglo IX la intolerancia aumentó y llegaron los primeros mártires cristianos, como Adulfo y Juan. Al poco les sucedió otro mártir, San Acisclo, al que se acusó de haber blasfemado contra Mahoma. Surgió en este momento una corriente de mártires que puso en apuros a las autoridades musulmanas y a la jerarquía de la iglesia.
Bajo el reinado de Mahomad se ordenó derribar toda iglesia construida desde época de los godos.
La persecución no se limitó a Córdoba, pero nos faltan datos que corroboren su magnitud y extensión.
A finales del siglo IX, un concilio religioso en Córdoba iba a intentar poner un poco de orden en una iglesia dividida y derrotada.
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