Palabras que vuelan
Se piensa que lo que no está escrito no tiene valor...
20 DE FEBRERO DE 2022 · 09:00

Antiguamente bastaba la palabra hablada para sellar un trato. Se decía: “te doy mi palabra” y, a continuación, se estrechaba la mano de la otra persona en señal de compromiso. Y ya está, no hacía falta firmar ningún escrito. El acuerdo venía por el oír y el oír por la palabra (dada).
Fue Caio Titus quien dijo al senado romano “verba vólant, scripta mánent” (“las palabras vuelan, los escritos permanecen”). Hoy interpretamos esta expresión justo al revés de su significado original. Se piensa que lo que no está escrito no tiene valor. Quizá los traumas personales sufridos por los cambios repentinos en los discursos de otros, “donde dije digo, digo Diego”, nos han metido al Diego, digo miedo, en el cuerpo, y eso es muy malo, tan malo que no nos fiamos ni de nuestra sombra, “a mi que me lo den por escrito”.
Este Titus, que de callo tenía poco, sabía que aprendemos a oír y a hablar antes que a leer y a escribir. “Oísteis que fue dicho… pero yo os digo”, afirmaba el Maestro, y la Palabra trotaba de boca en boca, qué digo trotaba, volaba de aquí para allá sin fronteras...
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