La noche de San Bartolomé (1572): A 450 años de tan infausto suceso (I)
La Noche de San Bartolomé (23-24 de agosto de 1572) fueron asesinados miles de hugonotes franceses mediante el contubernio de la familia real encabezada por Catalina de Médicis.
20 DE AGOSTO DE 2022 · 12:10
Todo el problema surgió por la pérdida de control alrededor de las siete u ocho de la mañana cuando la masacre se convirtió en una gran orgía de violencia sacra que mató al menos a dos o tres mil hugonotes y empujó a la corona, para no perder total el control de la capital presa del pánico, a buscar justificación. Pero el crimen original comenzó en efecto como una conspiración, una “trama” [pratique] para usar el lenguaje contemporáneo, astutamente improvisada por un pequeño grupo de consejeros que la puso en marcha… Hombres que probablemente fueron entonces responsables de la repentina explicación inconexa que dejó abrir cualquier número de historias posibles, esa historia mejor hecha siempre maleable y sujeta a cambios debido al curso inestable del destino... [1] Denis Crouzet.
Están por conmemorarse los 450 años de la Noche de San Bartolomé (23-24 de agosto de 1572), infausto acontecimiento en el que fueron asesinados miles de hugonotes franceses mediante el contubernio de la familia real encabezada por Catalina de Médicis.
En mayo pasado se realizó en La Sorbona de París el coloquio internacional “Esta horrible masacre tan famosa en toda Europa”: Representaciones y usos de la Noche de San Bartolomé en Europa y en el mundo (1572-2022;) que convocó a especialistas de varios países.
El 13 de abril de 2016, el alcalde de París colocó al pie del Pont Neuf una placa conmemorativa en honor a las víctimas de San Bartolomé que cita Les Tragiques del poeta Aubigné.
En esa ocasión estuvieron presentes representantes de los cultos principales. “Tras los atentados de París de 2015, esta conmemoración permitió condenar unánimemente la violencia religiosa y expresar el deseo de ‘vivir juntos’ en una sociedad pacífica manteniendo la memoria de las guerras de religión. Sin embargo, no debemos esperar hasta principios del siglo XXI para que el acontecimiento se constituya en un ‘lugar de la memoria’: sus ecos, repercusiones y representaciones le confieren muy rápidamente, en Francia, en Europa, al otro lado del Canal, incluso en el mundo atlántico, una presencia y una resonancia muy especiales”.
Esta masacre, que se sumó a otros episodios sangrientos y crueles que asolaron a Europa durante el siglo de las reformas religiosas, ha sido estudiada en profundidad por varios historiadores, entre los que destaca Denis Crouzet, profesor de la universidad convocante e integrante del comité científico del citado Coloquio, autor del ya clásico La nuit de la Saint-Barthélemy. Un reve perdu de la Renaissance. (La Noche de San Bartolomé: un sueño renacentista perdido, 1994; 2010, con posfacio inédito), así como de biografías de Carlos V y Juan Calvino.
Su texto “Violence and the State in Sixteenth-Century France” (Violencia y Estado en la Francia del Siglo XVI) es un magnífico resumen del suceso, pues explora las raíces profundas que van desde el perfil del “rey violento” (Francisco I: “Aquí también, la violencia parece haber sido necesaria para la construcción de un estado real renovado. Era un medio para que el estado redujera la violencia que tradicionalmente había amenazado su existencia, y para apropiarse de ella o canibalizarla”).[2] en contraste con “el rey no violento” (Henri III) hasta los entretelones pormenorizados.
Su valoración de lo acontecido abarca los diversos aspectos sociopolíticos del momento.
En otro texto ya citado, ensaya algunas consideraciones de fondo para comprender mejor el problema:
Si consideramos la Masacre del Día de San Bartolomé, llama la atención que, contrariamente a las teorías sobre su premeditación o al maquiavelismo de Catalina de Médicis, contrariamente a la idea de un golpe de Estado de Guisard, podemos aceptar la idea de que todo ocurrió como una especie de frenesí febril, todo muy rápidamente, durante todas las diferentes reuniones con el rey durante la tarde y la noche del 23 y 24 de agosto. Varios consejeros, la Reina Madre, y sin duda el rey, prepararon un plan para matar a los principales líderes hugonotes en París para celebrar el matrimonio real. El evento, más allá de los factores menos inmediatos y de largo plazo involucrados en él, fue un evento humano, una decisión que, si bien es compleja, solo se complica más por otros incidentes relacionados, incluso si hubo intentos de encubrirla, todavía al final dependía de un puñado de individuos que actuaban bajo presión.[3]
Sobre Henri III explica:
Bajo el reinado de Enrique III se puede observar el mismo patrón: la guerra no era un fin en sí misma. La monarquía lo usó solo para recuperar el control del centro de poder cuando se sintió debilitada por los esquemas y rivalidades de católicos y protestantes, y por las presiones que ambos podían ejercer sobre el estado real. Nunca fue una guerra a muerte, buscando aniquilar al enemigo; se usó la fuerza para restaurar la estabilidad en una situación desfavorable y sentar las bases para una paz en la que el rey pudiera trabajar nuevamente para moderar las pasiones humanas. Hubo un reconocimiento realista de la necesidad de recurrir a la guerra para promover una utopía pacifista apoyada por poder real. [4]
Una de sus observaciones sobre las razones del suceso, es digna de citarse, a propósito de la evolución de las interpretaciones, porque coloca en su justa dimensión a los actores implicados que tenían en mente elementos religiosos muy interiorizados:
La leyenda negra que se une a los últimos reyes Valois y su madre debe ser rechazada por completo. Aunque probablemente estaban familiarizados con el pensamiento de Maquiavelo, nunca fueron “maquiavélicos”. El crimen surgió como instrumento de gobierno sólo cuando hubo una necesidad urgente de debilitar o neutralizar las fuerzas de la violencia y la guerra. Así sucedió el día de San Bartolomé de 1572. Ya se ha mencionado la política de instaurar una nueva era de paz y concordia por parte del matrimonio de Margarita de Valois y Enrique de Navarra. Su objetivo era perpetuar una paz que los gobernantes creían conforme a la voluntad de Dios.
Notas
1. D. Crouzet, “Commitments”, en Natalie Zemon Davies, A passion for History. Conversations with Denis Crouzet. Truman State University Press, 2010 (Early Modern Studies, 4), pp. 146-147. Hay edición en español: Universidad de Granada-Universidad de Valencia, 2006.
2. D. Crouzet, “Violence and the State in Sixteenth-Century France”, en https://umnlibraries.manifoldapp.org/read/religious-conflict/section/48e4d272-14d3-4b2d-ad35-d7e9c00c80a4, versión propia.
3. D. Crouzet, Commitments”, p. 146.
4. D. Crouzet, “Violence and the State…”.
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