Las piedras también lloran

Hace tan sólo unos días, hablaba al teléfono con alguien que acaba de pasar por el "trago" nada fácil que supone una separación, y, escuchando, más que hablando, como suele, o-al menos debería ser en estos casos- en el medio de la conversación, me dijo algo que me dejó un tanto descolocada: ¿es que acaso no sabes la frase de moda?...No, contesté, entonces me dijo entre lágrimas: "las piedras también lloran".

31 DE MARZO DE 2007 · 22:00

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Lo cierto es que me dejó "de piedra"(nunca mejor dicho), nunca había oído esa expresión, al menos, en ese sentido. Cuando colgué el teléfono, me quedé pensando durante bastante tiempo, realmente el tema, la conversación y la frase no eran para menos...Pero en los días sucesivos eso de "Las piedras también lloran" no se me iban de la cabeza, pero no con respecto a la conversación que había mantenido con esta persona; si no en otro muy diferente- aunque quizá no tanto.... Hace meses, que, quizá por situaciones que estoy viendo, en muchos sitios, recuerdo mucho a Nehemías y toda la situación que le rodeaba. Dice la palabra de Dios que vinieron unos hermanos y le informaron a aquel hombre de Dios, de la situación diciendo: "El remanente, los que quedaron de la cautividad, allí en la provincia, están en gran mal y afrenta, y el muro de Jerusalén derribado, y sus puertas quemadas a fuego”. Son interesantísimas y, tan absolutamente extrapolables para muchas de nuestras situaciones eclesiales o, incluso no eclesiales, que me parecen "super exprimibles", fijaros, por favor, lo que dice Nehemías: "Cuando oí estas palabras me senté, y lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné y oré delante del Dios de los cielos" (Nehemías 1:4)
Cuando oí estas palabras... - Me senté -Y lloré -E hice duelo -Y ayuné -Y oré
Vivimos tiempos difíciles para nuestro Pueblo también nosotros hoy, situaciones duras, a la carta y para todos los gustos o, más bien disgustos de cada uno de los que amamos al Señor y...las piedras del muro, destruidas, quemadas, "Las piedras también lloran", incluso aquellas que nos parecen más inquebrantables.¿Y qué hacemos nosotros? Hace poco asistí a un foro en donde se trataban algunas de estas cosas y, salvo la magistral introducción de D. Timoteo Glasscock y la impresionante reflexión final que hizo D. Samuel Escobar, las aportaciones de los que se supone que estamos en liderazgo, la mayoría dejaban bastante que desear. Repito, ¿Que hacemos nosotros cuando las piedras lloran?.... ¿Queréis ejemplos?: lo del principio, una separación, una madre con Alzheimer, un hijo que se aparta del Señor, una crisis de fe, un luto, un amigo muy querido que no acepta al Señor...puedo seguir... Nuestra afición favorita es: trabajar, trabajar, trabajar...Subir, bajar, organizar reuniones, asistir a comités...En definitiva, convertirnos en "profesionales del evangelio" y, yo...sigo diciendo lo mismo de siempre: ME NIEGO. Hace años leí una frase que me encanta. "Hoy tengo tanto que hacer, que tengo que sacar tiempo para estar con Dios". Mi querido hermano, ¿Quieres- igual que yo- ser útil a Dios y enjugar las lagrimas de las "Piedras que lloran”? Solamente nos queda una solución, a mí entender, digna y viable, hacer como Nehemías. -Sentarnos, con tiempo, a los pies del Señor -Llorar, delante de nuestro Dios por la situación -Dolernos de corazón con las piedras que lloran -Ayunar, si lo entendemos así -Orar al Dios de los cielos. ¿Te atreves?...Yo también...Juntos, con El delante, podremos cambiar el mundo...

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