En el camino aprendí...

Un poema lleno de encanto y sabiduría del argentino Rafael Amor, quien se nos fue a los 71 años en el 2019. Toda su temática, las verdades que lleva dentro. Cosas que yo también he ido aprendiendo.

27 DE JULIO DE 2024 · 23:25

Foto: <a target="_blank" href="https://unsplash.com/@lesargonautes">Les Argonautes</a>, Unsplash, CC0.,
Foto: Les Argonautes, Unsplash, CC0.

En una mañana de precioso verano, de esas en las que la claridad del amanecer me despertó y mientras era demasiado temprano para levantarme, vino a mi mente con mucha fuerza el poema lleno de encanto y sabiduría del conocido y reconocido poeta y músico argentino Rafael Amor, quien se nos fue a los 71 años en el 2019, toda su temática, las verdades que lleva dentro y ¡sí! Bastantes cosas que yo también he ido aprendiendo por el camino...

«En el camino aprendí,

que llegar alto no es crecer,

que mirar no siempre es ver

ni que escuchar es oír

ni lamentarse sentir

ni acostumbrarse, querer…

 

En el camino aprendí

que estar solo no es soledad,

que cobardía no es paz

ni ser feliz, sonreír

y que peor que mentir

es silenciar la verdad.

 

En el camino aprendí,

que ignorancia no es no saber,

ignorante es ese ser

cuya arrogancia más vil,

es de bruto presumir

y no querer aprender.

 

En el camino aprendí

que puede un sueño de amor,

abrirse como una flor

y como esa flor morir,

pero en su breve existir,

fue todo aroma y color.

En el camino aprendí

que la humildad no es sumisión,

la humildad es ese don

que se suele confundir.

No es lo mismo ser servil

que ser un buen servidor.

 

En el camino aprendí,

que la ternura no es doblez,

ni vulgar la sencillez

ni lo solemne verdad,

vi al poderoso mortal

y a idiotas con altivez.

 

En el camino aprendí

que es mala la caridad

del ser humano que da

esperando recibir,

pues no hay defecto más ruin

que presumir de bondad.

 

En el camino aprendí,

que en cuestión de conocer,

de razonar y saber,

es importante, entendí,

mucho más que lo que vi

lo que me queda por ver…»

 

Rafael Amor, escritor y músico argentino.

 

Me gustaría tomar alguna de las verdades que lleva implícitas este precioso poema y comentarlas a la luz de las Escrituras:

Comienza diciendo algo a lo que le llevo dando muchísimas vueltas hace mucho, bastante tiempo, “llegar alto no es crecer” ... y me encanta leer esto por parte de alguien bastante mayor que yo y con algunas ideas con las que no concuerdo, pero a un poeta y a un hombre auténtico como fue Rafael, lo que es yo le permito todas las licencias poéticas del mundo, y es que además tiene toda la razón.  Me resulta tan cansino, tan de poco buen  gusto  y de mil cosas más que me callo, cuando escucho o veo ciertas actitudes de personas cristianas que se creen que han llegado alto y les parece que han crecido, cuando en el fondo no existen más que currículums abultados, prepotencia y mucho más, que recuerdo aquello de...   “El que es el mayor entre vosotros será vuestro siervo.  Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.” (Mateo 23: 11 y 12).

Creo sinceramente que no hay cosa más bonita que la humildad, y normalmente las personas más grandes en todos los sentidos, suelen ser las más normales y humildes, no alardean de nada, y menos cuando estamos refiriéndonos a temas relacionados con la iglesia. ¡Cuánto anhelo de obispado no real causa tremendos problemas! Es recurrente en mí  el recuerdo de como dejó dicho lo único  que pusieran en la esquela acerca de él mismo,  el increíble Gregorio Marañón: Médico... a secas. ¿Recordáis al apóstol Pablo? Es apasionante su historia y el Señor trabajó tanto en su preciosa vida que pudiendo decir muchísimas cosas, se refiere a sí mismo como siervo de Dios y esclavo de Jesucristo. Y aquí vuelvo a recoger otras palabras de este precioso y sabio poema... “En el camino aprendí, que ignorancia no es no saber, ignorante es ese ser cuya arrogancia más vil, es de bruto presumir y no querer aprender.”

Toca este poema algo diferente, pero que guarda cierta relación con lo anterior, el tema de la falsa humildad, o el confundir la humildad con sumisión. ¡Me parece buenísimo!... “En el camino aprendí que la humildad no es sumisión, la humildad es ese don que se suele confundir. No es lo mismo ser servil que ser un buen servidor.”

El precioso tema de la humildad qué tanto nos gusta tocar ¿no es cierto?... sólo que en ocasiones nos equivocamos a lo grande, y aquí voy al mismísimo Señor Jesús; abandonó su trono de Gloria por todos nosotros, no os voy a decir nada que no sepáis, se humilló hasta lo sumo por amor a todos nosotros, humilde hasta lo máximo, compasivo y todo lo bueno que haya podido existir jamás en la historia de este mundo, o del mismísimo universo. Amaba a todos, se compadecía y ayudaba a todos los que le necesitaban... pero cuando tuvo que poner los puntos sobre las íes, con 12 años dejó paralizados a los doctores del templo y la contestación que les dio a sus padres terrenales..... ¡olé! ¿Y qué me decís de su modo de comportarse en el templo cuando lo vio convertido en cueva de ladrones?. Y lo dejó aquí, ni quiero entrar en el tema de la sumisión de la mujer. Pido al Señor que nos ayude a comprender bien este tema tan importante y nos ahorraríamos cantidad de problemas.

Y voy con algo que me parece precioso, aunque dejo a medias la estrofa... “En el camino aprendí, que la ternura no es doblez, ni vulgar la sencillez...”. Este también es un tema recurrente en mí y por eso lo entresaco de una estrofa que dice mucho más. ¡Me encanta la gente sencilla”... en uno de mis poemas escribí:

“... Me encanta la gente sencilla que huele a gloria, y las fragancias suaves que envuelven el corazón; la honestidad transparente como mi Cristo, que huía de cascabeles  brindando amor....”

La verdad es que así lo siento, la sencillez que me huele a gloria, las fragancias suaves que envuelven el corazón.... Y volvemos al gran Maestro y Señor ¿cómo se comportaba?... sí, ya hemos visto que decía o hacía lo que tenía que hacer cuando era necesario; pero cuando vamos a su ministerio público y su encuentro con personas tan dispares pero necesitadas de él, podemos recordar a la samaritana, a María Magdalena, a la viuda de Naín, a la mujer del vaso de alabastro,  a Zaqueo, al paralítico de Betesda.... Y a un sinfín de personas, ocasiones y necesidades. Su cariño, sencillez y sus palabras llenas de amor y compasión, incluso con los niños, marcaron un camino a seguir para cada uno de nosotros ¿lo imitamos?

Y deseo terminar con otro tema que toca este poema que me parece de vital importancia...

“En el camino aprendí que es mala la caridad del ser humano que da esperando recibir...”

Nos dice la Escritura: “Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo............. Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso.” (Lucas 6)

Y me encantan y me parecen llenas de sabiduría unas palabras hacia el final de este poema:

“... es importante, entendí, mucho más que lo que vi, lo que me queda por ver…”

Desconozco cuando me llevará mi Señor a su presencia, puede ser esta misma noche; pero mientras él me tenga aquí, sé bien que él aún no ha terminado conmigo, que me queda mucho por ver, por aprender, por hacer.... y conozco el final con certeza:

Encontrarme cara a cara con mi Cristo y reposar entre sus brazos en mi anhelada Patria celestial. ¿No te gustaría poder experimentar lo mismo? Se entregó por mí... Se entregó por ti.

 

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Follas novas - En el camino aprendí...