El Grado en Ciencias de las Religiones de la Complutense, “un hito en la historia de la Universidad española”

Este 2025 se gradúa la primera promoción de “valientes” que hace cuatro años daba el paso de matricularse en el Grado de Ciencias de las Religiones la UCM. Conversamos con Miguel Palomo, coordinador del Grado, para conocer más acerca de estos estudios.

Marina Fernández Soto

18 DE MARZO DE 2025 · 10:00

Imagen: Facultad de Filosofía y Letras de la Complutense, declarada BIC en 2017 /  <a target="_blank" href="https://www.comunidad.madrid/cultura/patrimonio-cultural/facultad-filosofia-letras-universidad-complutense"> Comunidad de Madrid </a>,
Imagen: Facultad de Filosofía y Letras de la Complutense, declarada BIC en 2017 / Comunidad de Madrid

La religión ha sido siempre un elemento fundamental en la sociedad, tanto como la cultura, la historia, el arte, la ciencia o la filosofía. Al igual que estas otras disciplinas, la religión ha sido también objeto de reflexión académica. Su estudio en el ámbito de la enseñanza superior tiene raíces profundas que podríamos remontar al propio nacimiento de la Universidad, con las madrasas o universidades islámicas, o, en el caso europeo, universidades como la de Oxford, cuyo lema es “El Señor es mi Luz”, haciéndose eco del Salmo 27.

Actualmente, el enfoque de estudio de las religiones desde la academia se ha renovado, distanciándose de ese enfoque exclusivamente teológico para adoptar una perspectiva más amplia y multidisciplinaria. Para profundizar en el tema, nos acompaña en esta entrevista Miguel Palomo, Doctor en Filosofía y Coordinador del Grado en Ciencias de las Religiones en la Universidad Complutense de Madrid

Pregunta. ¿Nos puedes contar qué son las ciencias de las religiones?

Respuesta. Las ciencias de las religiones son un campo de estudio que investiga los fenómenos religiosos desde una perspectiva académica. La idea es que en las ciencias de las religiones no se adopta, ni tampoco se rechaza, ninguna creencia en particular; es decir, no buscamos demostrar si una religión es verdadera o falsa. Tampoco hay una perspectiva atea, ni agnóstica, sino que la idea es entender cómo funcionan las religiones en la historia, en la sociedad, en la cultura…

Eso es lo que estudiamos nosotros en el Grado de Ciencias de las Religiones de la Universidad Complutense de Madrid. Para estudiar este fenómeno religioso nosotros lo que hacemos es utilizar herramientas de distintas disciplinas. Apelamos a la historia, a la sociología, a la antropología, a la psicología y también a la filosofía. De ese modo, buscamos poder analizar preguntas como, por ejemplo: “¿por qué existen las religiones?”, “¿cómo influye la religión en la política, en la moral de una sociedad, en la cosmovisión?” o “¿cómo evolucionan las creencias religiosas con el tiempo?” Ahora tenemos esta perspectiva de vivir en una sociedad secularizada, y quizás no es del todo así, ¿no? Estas son las cuestiones que tratamos nosotros en el Grado.

Hay una diferencia muy importante con respecto a otros estudios, como los de teología, por ejemplo. La teología estudia la religión “desde dentro”, es decir, uno se va a un seminario cristiano a estudiar el cristianismo. Pero nosotros, desde las ciencias de las religiones, lo que buscamos es una comprensión, lo más objetiva que se pueda y desde un punto de vista comparativo, de las tradiciones religiosas. Por eso es un campo que le interesa tanto a los creyentes como a los no creyentes. Yo creo que es una ayuda muy buena para entender mejor el papel que tiene, todavía hoy, la religión en la sociedad y en la humanidad en general.

 

P. Este es el primer grado en toda España que contempla este tipo de estudios. ¿A qué crees que se ha debido esta tardanza?

R. Pues es cierto, somos el primer Grado en Ciencias de las Religiones, porque en España nunca ha habido tradición de estudiar esta disciplina. Sí es cierto que, en el mundo anglosajón (Inglaterra, Reino Unido, Estados Unidos, etc.), sí que existen los Religious Studies, “estudios de la religión”, que en castellano se ha traducido como ciencias de las religiones. La verdad es que nuestra historia española ha barrido por completo todo lo que no fuese el catolicismo, y en las ciencias de las religiones se estudian seriamente otras religiones. Tenemos, por ejemplo, asignaturas del islam, del budismo, de tradiciones de Asia, del Pacífico… de modo que uno tenga una visión completa del fenómeno religioso.

Aunque sí hay que decir que, las ciencias de las religiones como tal, sí que se han estudiado y sí que existen grados. Lo que pasa es que son grados que se imparten en centros religiosos. Por decirlo rápidamente, se han estudiado las ciencias de las religiones en España, pero desde un punto de vista católico, bajo el prisma del catolicismo y en seminarios católicos. Pero nosotros somos el primer Grado en Ciencias de las Religiones que es aconfesional, y creo que esto es un hito en la historia de la Universidad española. 

Como decías, hay que hablar de una tardanza. Yo creo que esta tardanza tiene que ver con la falta de una modernidad en España y con el hecho de que España siempre ha estado separada de la realidad del resto de Europa en el ámbito académico. Afortunadamente, creo que esta es una oportunidad magnífica para ponernos al día y para mostrar que, en ese sentido, estamos al nivel del resto de Universidades internacionales, y que todo ha cambiado.

 

P. En tu experiencia como profesor durante estos años, ¿qué motivaciones suelen tener los estudiantes a la hora de iniciarse en esos estudios?

R. Pues hay de todo. Hay gente que es creyente y hay entre gente que no es creyente. Hay algunos que tienen motivaciones personales. Hay otros que desean estudiar religión sin necesidad de estudiar en un seminario. Por ejemplo, podemos pensar en evangélicos que quieran estudiar la religión, pero que no quieran ser pastores, que no tengan ese deseo del pastorado, ya que en los evangélicos se estudia para ser pastor, directamente. Y simplemente hay otros que tienen una fascinación por el por el tema religioso. Así que son unos estudios muy vocacionales, porque las salidas laborales no son salidas directas, por decirlo de algún modo.

 

P. Ya que lo mencionas, ¿nos puedes contar un poco de estas salidas laborales? 

R. Bueno, la verdad es que es un tema muy importante el tema de las salidas, y, de hecho, he tenido alguna conversación con algunos alumnos. En la tradición española, normalmente uno busca trabajar de lo que estudia -que en cierto modo tiene sentido-: si tú estudias ingeniería, serás ingeniero, ¿no? 

Pero en otros países, la realidad es distinta. Los estudios, como en el caso de nuestros estudios en ciencias de las religiones, te otorgan unas competencias, unas capacidades que son transversales y que te va a servir para el trabajo que tú desarrolles. Por ejemplo, para aplicarlo en cuestiones de comercio, en servicios sociales, o incluso en funciones públicas como la policía. Podemos pensar que la religión está presente en todas las capas de la sociedad, -incluso a veces en los delitos-, y se requieren profesionales que tengan formación en religión. No todo el mundo piensa en estas cosas, pero es una realidad.

En definitiva, hay muchos lugares en los que se requieren profesionales que sean expertos en la religión. Un ejemplo que está en auge ahora es la industria del turismo religioso, una industria muy importante. Conocemos muchas personas que, precisamente por la fe que tienen, desean viajar a Israel, por ejemplo, y conocer los lugares donde anduvo Jesús. Pero también existe la figura del mediador, del gestor cultural, de la gestión en Ayuntamientos, la figura del funcionario del docente o profesor, de la investigación…. Es decir, aunque a priori uno diga “¿a qué me voy a dedicar si estudio Ciencias de las Religiones?”, la realidad es que son muchas las salidas posibles.

 

P. Llevas varios años trabajando como coordinador del grado, ¿recuerdas el momento en que te lo propusieron?

R. Me lo propuso el decano de la Facultad de Filosofía de la Complutense, ya que nuestros estudios dependen administrativamente de la Facultad de Filosofía. Yo era realmente la segunda opción, pero es que la primera opción no quiso coger el puesto por la complejidad que supone su gestión. La verdad es que para mí fue un reto enorme, pero también fue una oportunidad muy chula que se me ponía sobre la mesa.

Todos los grados son coordinados por alguien. Para que se entienda un poco la complejidad que tiene este grado, el coordinador normalmente suele tratar con 2, 3 o 4 departamentos distintos dentro de las facultades, y normalmente en una facultad (o dos, como máximo). Los profesores que participan en el Grado pertenecen a estos departamentos y facultades. El nuestro es un caso especial por la interdisciplinariedad del grado: participan 19 departamentos de varias facultades, si no me equivoco, entre 4 y 5 facultades. La gestión es complicada, difícil y en ocasiones delicada. Pero la verdad es que yo estoy encantado porque tengo mucho apoyo de todos los actores implicados (decanato, profesores, departamentos…). La verdad es que estoy contento y volvería a elegirlo sin ningún problema.

 

P. Además de estas complejidades que comentas, ¿cuál dirías que ha sido el mayor desafío a la hora de coordinar este grado tan novedoso en España?

R. Bueno, yo creo que realmente el mayor desafío es coordinar en sí a los profesores y departamentos, porque nosotros, los coordinadores, nos encontramos con mucha burocracia. Además, somos testigos de la burocracia que inunda tanto a profesores en su práctica docente como a los departamentos, y eso yo creo que es el mayor desafío.

Pero, sobre todo, quizás el mayor desafío también me lo encuentro con los alumnos. Mi interés real es que aprendan, que esto no sea un mero trámite académico para los alumnos, para recibir el título y ya está, como si esto fuera una academia. Tengo interés real en que aprendan, entonces en la gestión de la coordinación hay muchas tareas que deben hacerse para que la enseñanza funcione adecuadamente. Así que bueno, ahí estamos trabajando en ello, intentando que sea la mejor experiencia posible para para los alumnos.

 

P. Este año se gradúa la primera promoción de alumnos de este Grado. Durante estos 4 años, ¿dirías que ha evolucionado en algo la percepción social de las ciencias de las religiones?

R.  Efectivamente, se gradúa la primera promoción, que son una promoción de valientes. Pero, respecto a la percepción de las ciencias de las religiones, yo creo que no ha cambiado desde que empezó el grado hace 4 años hasta el día de hoy.

Fíjate, le puedes preguntar a cualquiera. Los españoles tenemos la manía de que cuando pensamos en el cristianismo, por ejemplo, lo identificamos directamente con el catolicismo. Eso, por supuesto, es un error enorme; el cristianismo es muy complejo. Ahora, imagínate si aplicamos esto mismo al resto de religiones (islam, budismo, etc.). Es muy difícil cambiar la perspectiva que se tiene de la religión en tan poco tiempo. Pero bueno, estamos en ello. Todavía tenemos que hacer un esfuerzo grande por dar a conocer nuestros estudios y cambiar este paradigma, esta forma de pensar sobre la religión. 

Tenemos también programas de máster y doctorado en Ciencias de las Religiones. La verdad es que son muy exitosos, y hay gente que se queda en lista de espera. Pero el grado todavía es menos conocido. Así que tenemos que conseguir que la sociedad comprenda el papel de la religión en nuestra sociedad, algo que debe de ser estudiado por la importancia que tiene. Si estudiamos la historia o la antropología, ¿por qué no estudiar también el fenómeno religioso, que ha determinado el funcionamiento de nuestra sociedad, desde el principio de los tiempos e incluyendo el día de hoy?

 

P. Antes de ser coordinador del grado, te doctoraste en Filosofía. ¿Dirías que tus estudios han afectado a tu relación con Dios? ¿Hay algún autor que te haya influenciado especialmente?

R. Soy de Córdoba y nací en una familia que asistía a una iglesia evangélica allí. La verdad es que yo siempre he creído en Dios, siempre he tenido esa esa idea. Nunca he dicho, en ningún momento de mi vida, “Dios no existe”. Hoy sigo siendo creyente, pero es verdad que cuando empecé a estudiar la carrera de Filosofía, pensaba que iba a ser un reto constante a mi fe. Pero mi sorpresa fue que, estudiar filosofía, lo que ha hecho, curiosamente, es confirmar continuamente que la fe cristiana no es un simple consuelo emocional o una tradición que mantenemos, sino que la fe tiene un respaldo racional. 

También me ha mostrado que las mentes más inteligentes que ha habido sobre la faz de la tierra han afirmado que Dios existe. Así que hay muchos casos que son de interés para mí, pero quizá el que más me gusta es el del filósofo y científico Leibniz, del siglo XVII-XVIII. Me doctoré realizando una investigación sobre su filosofía.

Él fue uno de los más importantes, aquel que dijo la que la pregunta más fundamental que podemos hacernos “¿por qué existe algo en lugar de la nada?” Para Leibniz, la existencia del universo no podría explicarse solo por causas internas (esto que se suele decir de que el universo se crea a sí mismo). Realmente, según él -y yo estoy de acuerdo-, se requiere una razón última fuera de sí mismo, o sea, fuera del universo. Y esa razón última sólo puede ser Dios.

Esto es como pensar que yo, por ejemplo, no me creo a mí mismo, sino que yo tengo unos padres que me han creado, y mis padres han tenido unos padres, etc., etc. Si observamos todo lo que existe en el universo, todo tiene una causa externa. ¿Por qué el universo se crearía a sí mismo? No tiene sentido, sino que requiere también de una causa externa. Según él, esta razón última sólo es Dios.

Creo que es uno de los argumentos más fuertes para defender la existencia de Dios, todavía a día de hoy. Este argumento se llama el “argumento de la contingencia”.

 

P. ¿Han sido tus creencias un impedimento al ir avanzando en tu carrera como investigador? ¿Cómo lo han visto tus colegas académicos?

R. Yo creo que nunca han sido un impedimento. Es decir, mis creencias y mis investigaciones son dos cosas distintas, que van en paralelo pero que no tienen por qué tocarse todo el rato. Aunque bueno, no todo el mundo piensa así. No todo el mundo piensa que puede ir una investigación por un lado y tus creencias por otro. 

En la Universidad, en la Facultad de Filosofía, se puede hablar de Dios sin problema. Nadie te puede poner ningún tipo de queja en ese sentido, ¿no? Por ejemplo, hablamos continuamente de las pruebas de la existencia de Dios, y es una materia filosófica muy importante.

Pero quizá el problema está, para muchos de mis colegas, cuando se dan cuenta de que para mí esto no es un simple juego racional, sino que es una realidad. Yo realmente intento seguir el principio socrático de que hay que dejarse llevar por el argumento; creo que es la mejor forma de actuar. Pero bueno, no todo el mundo piensa de ese modo.

 

P. Además de trabajar en la Universidad Complutense, encuentras tiempo para dedicarlo a tu cuenta de Instagram. ¿Qué tipo de contenido podemos encontrar? ¿Te siguen ahí tus alumnos? 

R. Pues sí, yo tampoco sé muy bien de dónde saco tiempo, la verdad. En mi tiempo libre hago apologética, hago defensa de la fe cristiana en mi cuenta. Estoy en Instagram, en Tiktok y también en Youtube bajo el nombre “Filo Palomo”; “Filo” de filosofía y “Palomo” de mi apellido. Lo que más me gusta hacer es vídeos en los que leo libros ateos y desmonto sus argumentos. He leído libros de Richard Dawkins, Daniel Dennett y otros ateos famosos, y también otros libros ateos que de vez en cuando saltan a la fama por cualquier motivo y que se convierten en Best Seller.

La verdad que, analizando los argumentos de estos libros, hay que decir que algunos argumentos son infantiles y totalmente pueriles. Pero es verdad que también hay otros que son más serios y que hay que tratarlos con calma. Intento hacerlo de la mejor manera posible para darle herramientas a los creyentes para que puedan defender su fe, y mientras tanto, entretenerlos también. Intento hacer ese ejercicio para ayudar a los creyentes y a todo el que quiera escucharme.

Me preguntabas por mis alumnos, y me consta que sí, que me siguen muchos alumnos. Incluso algunos me escriben en privado o me lo dicen por los pasillos, en la cafetería. Normalmente en privado es cuando me hacen preguntas. La verdad es que yo soy quizás el primer sorprendido, porque tenemos la visión de que la religión no interesa a los jóvenes. Pero estamos terriblemente equivocados, porque les interesa, y mucho. En cuanto tienen una oportunidad de hablar de estas cosas, la aprovechan. Así que sí, sí que me siguen, y espero que sigan haciéndolo.

 

P. Para acabar, retomando el tema del que hablamos al principio, ¿por qué animarías a una persona, tanto cristianos como no cristianos, a estudiar este Grado de Ciencias de las Religiones?

R. Yo animaría a cualquier persona -ya sea creyente o no, ya sea cristiano o no- a estudiar nuestro Grado en Ciencias de las Religiones, porque realmente permite comprender de la mejor manera uno de los aspectos más influyentes de la historia de la cultura y sociedad humana. 

La religión no es solamente una cuestión de fe personal, sino que es un fenómeno que ha moldeado civilizaciones enteras; por ejemplo, ha inspirado movimientos artísticos y filosóficos. Insisto en que, todavía a día de hoy, aunque pensamos en una sociedad secularizada, la religión sigue teniendo un papel clave en la política y en las relaciones internacionales.

Yo, como cristiano, pienso que, para alguien cristiano, este Grado ofrece una oportunidad de profundizaren nuestras tradiciones, en la tradición del pensamiento cristiano, desde una perspectiva seria, académica y comparativa. Creo que esto es muy bueno para fortalecer la fe, dotándola de un mayor conocimiento, de una capacidad de diálogo con otras cosmovisiones. También incluso para gente no cristiana o no creyente, es una forma de entender cómo y por qué las religiones han sido tan fundamentales para el desarrollo humano, más allá de esa creencia personal.

Dicho de otro modo, en un mundo cada vez más globalizado y plural como en el que nos encontramos, conocer las religiones y el impacto que tienen es clave para entender, no solamente el pasado de los seres humanos, sino también para interpretar el presente, comprender nuestro día a día y, sobre todo, para prepararnos para el futuro.

 

 

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