“Lo más triste de esta tragedia es la situación en la que han quedado miles de personas”

Desde la primera línea de acción en los municipios afectados por la DANA en Valencia, varias voces nos relatan sus impresiones.

Jonatán Soriano

VALENCIA · 08 DE NOVIEMBRE DE 2024 · 10:00

Voluntarios limpiando una calle en el barrio valenciano de La Torre. / <a target="_blank" href="https://es.wikipedia.org/wiki/Gota_fr%C3%ADa_de_2024_en_Espa%C3%B1a#/media/Archivo:2024-11-01_Voluntaris_netejant_el_desastre_a_Benet%C3%BAsser,_Alfafar_i_Catarroja_03.jpg">Pacopac, Wikimedia Commons</a>.,
Voluntarios limpiando una calle en el barrio valenciano de La Torre. / Pacopac, Wikimedia Commons.

Una semana después de que la DANA impactase en diferentes poblaciones al sur y al este de Valencia, los trabajos de búsqueda y rescate de los desaparecidos, así como de limpieza, siguen desarrollándose poco a poco. 

A los testimonios de aquellos que han perdido a seres queridos, o de aquellos que han salvado sus vidas de la tragedia de forma prodigiosa, les siguen ahora los de personas que están trabajando en el lugar, aportando cualquier tipo de ayuda.

Y es que ante una destrucción de semejante magnitud, toda ayuda es necesaria. Desde la coordinación de la recepción y el envío de alimentos y productos de primera necesidad, hasta el reparto de los mismos. Ya sea escoba o cámara en mano, todo suma para paliar los efectos tan devastadores del temporal, que ha dejado por el momento 219 muertos y 93 desaparecidos.

Apenas han comenzado largas jornadas”

Aun tras la llegada de la Unidad Militar de Emergencias, bomberos y Guardia Civil, la sensación es que se avanza despacio y que la ayuda prometida sigue sin llegar. “La situación en la zona afectada es aún bastante complicada pasada una semana ya desde la catástrofe. Apenas han comenzado las largas jornadas de búsqueda de víctimas, retirada de coches, enseres y restos de todo tipo que fueron arrastrados por la tromba de agua”, explica Juan Carlos Argandoña a Protestante Digital.

Él sirve en la Comunidad Cristiana Valentia de Alboraia coordinando las peticiones que llegan de personas afectadas y buscando los recursos más urgentes y necesarios para elaborar los paquetes que luego se envían a las familias damnificadas. “No solo se trata de entregar la ayuda material necesaria, sino también de escuchar, acompañar, consolar y transmitir un mensaje de esperanza”, remarca.

“Aún quedan casas, garajes, bajos comerciales y empresas muy afectadas. Pero lo más triste de toda esta tragedia es la situación en la que han quedado miles de personas que han sufrido la pérdida de familiares, amigos, vecinos, compañeros de trabajo dejando gran dolor e impotencia”, afirma Argandoño. “Situaciones como estas nos demuestran lo frágiles que somos y que, en cuestión de minutos, todas las falsas fortalezas en las que se sostienen las vidas de las personas pueden venirse abajo”, añade.

En este sentido, Argandoño reivindica la labor de la iglesia y el testimonio del evangelio en estas situaciones. “Es en situaciones como estas que la iglesia de Cristo ha de marcar la diferencia. El mensaje del Evangelio puede llenar los vacíos y aliviar el dolor de las pérdidas de todo tipo. Los cristianos somos llamados a consolar de la misma manera que hemos sido consolados y llamados a amar de la misma manera que somos amados por Dios”, señala. “El evangelio nos habla acerca de la fidelidad de Dios que, en la persona de Jesús, nos reconcilia con el Padre y nos fortalece en Él precisamente en los momentos de mayor vulnerabilidad”, añade, al mismo tiempo que pide oración “por las familias afectadas”.

La incertidumbre sobre el futuro que acrecienta el dolor”

La tragedia, dice José Mesa, que se encarga del reparto de alimentos en una iglesia evangélica de Valencia capital a familias necesitadas durante todo el año, “ha dejado a numerosas familias devastadas, con muchos hogares y bienes personales y materiales perdidos en cuestión de minutos debido a las intensas lluvias e inundaciones”. “En estas localidades se siente una profunda desesperación y tristeza y el panorama es desolador, así como la incertidumbre sobre el futuro que acrecienta el dolor de quienes han perdido tanto, generando una mezcla de impotencia y desesperanza”, añade.

Mesa, que tiene amigos que han perdido a seres queridos por las inundaciones, trabaja ahora en el reparto de alimentos, agua y equipos de protección, así como en tareas de limpieza, en la zona afectada Además coordina la organización del centro logístico que se ha improvisado en el local de su iglesia, en el que se reciben ayuda que luego se distribuyen. “Siento mucha tristeza e incertidumbre por todo lo ocurrido. Esta combinación de tragedias y necesidades básicas no cubiertas está haciendo que su situación sea aún más desesperante y dolorosa y me genera impotencia”, explica.

“No concibo el evangelio sin la ayuda al prójimo, especialmente en momentos tan críticos como este, en los que tantas personas necesitan apoyo y consuelo”, añade. “El evangelio trae un mensaje de esperanza, amor y consuelo. En tiempos como este, nos asegura que Dios está a nuestro lado en las pruebas y no nos dejará solos. Nos invita a confiar en que Él nos sostiene firmemente, acompañándonos en cada paso, y que Su amor nos brinda fuerza incluso en los momentos más difíciles”, subraya.

Estar en primera línea es agotador, pero no es comparable con lo que viven los afectados”

El cansancio de largas jornadas caminando entre el lodo y los escombros también se hace notar entre los voluntarios y trabajadores desplazados a la zona más afectada por la DANA. Así lo expresa Nicky Zeballos, que trabaja para una televisión y está cubriendo los sucesos del temporal en Valencia. “En situaciones así hay mucho despliegue de medios y cobertura permanente con informativos prolongados o programación especial. Estar en primera línea prácticamente desde que empezó es agotador física y emocionalmente, pero no es comparable con la situación que está viviendo la gente afectada, que ha perdido familia, o está luchando por encontrar a sus seres queridos o salvar lo poco que les ha quedado”, explica.

Zeballos explica la complejidad del encuentro que se produce con personas al borde de la desesperación. “A veces somos bien recibidos y otras increpados e insultados. A veces se acercan desesperados con fotografías de allegados desaparecidos a ver si podemos ayudar a difundir. Otras veces nos toca pagar el pato cuando el dolor y la ira nublan la razón y los responsables no están al alcance”, asegura. “Intentamos ayudar visibilizando la situación y ofreciendo veracidad y objetividad”, reitera.

A nivel personal, dice sentir “impotencia al contemplar el dolor”, pero al mismo tiempo asegura que “abruma ver tanta solidaridad y compasión de los voluntarios que van a ayudar como pueden”.

 

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