El crecimiento de algunas minorías religiosas en Cataluña, sobre todo la cristiana protestante, frenan lo que a simple vista parece una caída en la religiosidad de la población en general. Así lo refleja la nueva edición del Barómetro de la Religiosidad en Cataluña, que publica la Generalitat a través de la consejería de Justicia. Un documento que se ha elaborado a través de entrevistas a 1.600 personas con edades que comprenden desde los 16 años hasta los mayores de 65.

Según el informe, más del 44% de la población catalana se considera religiosa. Lo que representa un descenso considerable respecto al primer barómetro, publicado en 2014, cuando la cifra superaba el 55%. Al mismo tiempo, el número de personas que afirman no ser religiosas ha pasado del 44% al 54% en el mismo periodo de tiempo, y el de ateos también ha aumentando en un 2% respecto a 2016, hasta superar el 18% de los catalanes.

En paralelo a este incremento de quienes se identifican como no religiosos y como ateos, el barómetro también refleja el crecimiento en minorías como la ortodoxa, que registra un 0,4% más que en 2016 y se sitúa en el 1,3% de la población, o los Testigos de Jehová, que pasan del 0,6% al 1%. La que más crece, sin embargo, es el cristianismo protestante y evangélico, que ha pasado del 2,5% en 2014 al 7% en la última edición del documento (en el conjunto de España se estima en un 2% del total de la población).

El crecimiento de la población protestante no es paralelo a su conocimiento

Aunque el protestantismo es la confesión religiosa que más ha crecido en Cataluña, el conocimiento popular acerca de ella no lo ha hecho de forma paralela. Según la última edición del Barómetro de la Religiosidad, el 76,5% de la población catalana asegura conocer la existencia del cristianismo evangélico y protestante, por debajo de quienes conocen el islam (80,6%) y el catolicismo (97,2%).

Además, la media de conocimiento popular acerca de los detalles históricos y doctrinales del protestantismo cae hasta la puntuación de 3,2 sobre una escala de 10, mientras que respecto al islam es del 3,3 y al catolicismo es del 6,8.

La diferencia se hace más evidente en la pregunta sobre el conocimiento de si existen centros de culto protestantes y evangélicos en Cataluña o no. Solo el 36,5% de los entrevistados responden de manera afirmativa, mientras que en el caso del islam lo hacen el 60,8%, y en el del catolicismo el 81,8%.

Una sociedad poco espiritual y en la que la fe tiene poco impacto

Poco más del 33% de la población se define como “muy” o “bastante” espiritual, mientras que más del 51% afirma lo contrario. De hecho, más del 68% de la población catalana dice no asistir nunca a ninguna ceremonia de culto, muy por encima del 9,7% que se congrega cada semana. El principal motivo para justificar ese distanciamiento de los centros de culto es la “falta de tiempo” y el “trabajo”, para el 35%. Aunque más de un 16% dicen sentir “falta de motivación” para reunirse con otras personas con las que comparte una identidad religiosa.

La creencias religiosas tiene poco peso en el ámbito público para los catalanes. Solamente el 4,2% las considera relevantes en sus relaciones con otras personas, a pesar de que el 90% de los entrevistados aseguran haber conocido a personas con otras confesiones diferentes a las suyas propias; el 3,4% en la política, el 3,7% en la actividad laboral y el 3,6% en su forma de consumir. 

Amplio reconocimiento de la libertad religiosa

Aunque cerca del 39% de la población dice no estar de acuerdo con el hecho de que los diferentes colectivos religiosos puedan abrir centros de culto en diferentes localidades, prácticamente un 65% considera que el derecho a la libertad religiosa está garantizado y más del 94% asegura no haberse sentido nunca discriminado por motivos religiosos. 

Entre el 20% de la población que percibe pocas garantías en cuanto a la libertad religiosa en Cataluña, la mayoría (34%) considera que es porque el resto de personas simplemente no aceptan la diversidad religiosa, mientras que el 24% culpa a las instituciones y el 16% a las dificultades para abrir nuevos centros de culto. La confesión sobre la que se registra una mayor percepción de discriminación es el islam, seguida del budismo, el judaísmo, los Testigos de Jehová, el hinduismo, los ortodoxos y luego, el protestantismo.

En cuanto a la relación de las instituciones con las diferentes confesiones, son más (38,5%) los que piensan que existe poca o ninguna colaboración que los que la valoran de forma positiva (28,6%). La gran mayoría (74%) sí considera que hay confesiones religiosas que realizan una labor de asistencia social que es imprescindible o muy importante para mantener la cohesión social.