La religión debe tener una dimensión pública, según el expresidente Felipe González

El ex presidente del Gobierno Felipe González afirmó hoy que la religión no sólo tiene una dimensión privada, sino otra pública que "los poderes no pueden desconocer", y abogó por evitar "el confesionalismo y el laicismo militantes y excluyentes" para lograr el entendimiento entre culturas.

Madrid · 01 DE NOVIEMBRE DE 2005 · 23:00

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González intervino hoy en el seminario "Diálogo entre culturas y religiones" organizado por la Fundación Atman, donde mostró su preocupación por que los Estados que se definen "religiosos" hagan una interpretación de la ciudadanía que "sea discriminatoria para la libertad de creencia", o que "favorezca a un credo e imponga las características específicas de esa creencia excluyendo a las demás". El ex presidente señaló que acepta que existan "denominaciones religiosas en la organización del poder", pero consideró que es "una contradicción" que un Estado, que es "una institución jurídico-política de organización del poder secular", se defina por la relación con la religión. González recordó que, si bien en la Historia la mayor parte de los choques violentos han tenido su base en "conflictos de intereses y de poder", y por tanto una justificación ideológica secular, "ahora casi todos empiezan a tener una peligrosa justificación 'en el nombre de dios'". Por su parte, el ministro de Estado de Asuntos Religiosos de Turquía, Mehmet Aydin, coincidió en que ningún gobierno democrático se verá libre de "tensiones" ante la esfera pública y privada de las religiones. A su juicio, debe haber una comunicación entre el Estado y la religión que puede "provocar cierta tensión", pero "no debe ser fuente de ansiedad o de temor" para los gobiernos. CONFESIONALISMO Y LAICISMO Por otro lado, González pidió que se excluyan los calificativos religiosos de la violencia terroristas por ser "desproporcionado e injusto" hablar, por ejemplo, de terrorismo islámico. También señaló que el fundamento de la democracia es la ciudadanía y que, por tanto, hay que evitar tanto el confesionalismo como actividad militante como el laicismo como actitud militante y excluyente. En su opinión, si el poder del Estado emana de la libre expresión de la ciudadanía, "desde luego es difícil que coincida con alguno de los poderes terrenales que vivimos con un mandato divino, más bien ninguno". Así, dejó claro que la religión es un asunto personal y privado, de relación entre la persona y Dios.

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