Némesis

Recreados por poetas y ensayistas, la mitología ha llegado hasta nosotros recorriendo el camino de los siglos para enseñar, entretener y admirar.

27 DE MAYO DE 2015 · 09:25

Nemesis / Ian Dolphin (Flickr - CC BY-NC-ND 2.0),Busto
Nemesis / Ian Dolphin (Flickr - CC BY-NC-ND 2.0)

En un artículo anterior sobre Zeus, considerado el padre de los dioses mitológicos griegos, escribí que para éste jefe del Olimpo el sexo era un asunto ineludible. Ni el amor ni el matrimonio lo igualaban. Según la leyenda, Zeus consideraba el sexo el principio y el final de todo. El placer erótico era para él lo máximo. Otros dioses de la mitología no hicieron más que seguirle. Mujer que veía mujer que deseaba. Algunas se rendían a su poder, otras a sus encantos. Las que se resistían eran acosadas hasta rendirlas con sus muchas artimañas.

Así ocurrió con la joven y bella Europa, hija de los reyes de Sidón y Tiro. Cuando la hermosa mujer jugaba inocentemente en la playa, Zeus se presentó a ella en la figura de un hermoso toro blanco. Atraída por el animal, Europa lo montó, el toro, conducido por Zeus, emprendió veloz carrera hasta los dominios del divino griego. Primero hizo con ella lo que hacía con todas. Más adelante parece que surgió el amor, pues la pareja engendró tres hijos.

Parecida fue la actitud de Zeus con Némesis, considerada como una de las deidades primordiales de la mitología griega.

Antiguos relatos chipriotas relacionados con Afrodita, nacida de la espuma de las olas cerca de la isla de Chipre, cuentan que Némesis fue perseguida por Zeus. Para librarse de él se transformó en monstruos marinos y animales terrestres. Adopta la figura de pez, ganso, cisne, y finalmente la de una oca salvaje. Zeus, más inteligente que ella y sin retroceder en sus anhelos sexuales, se transmuta a su vez en cisne y logra poseerla. Siempre según la leyenda, de esta unión Némesis concibe un huevo que, por medio de unos pastores envía a Leda, reina de Esparta, para su crianza y cuidado. De este huevo nacieron los héroes griegos Cástor y Pólux. Del mismo huevo surgió Helena de Troya.

 

Nemesis / Alfred Rethel (WikimediaCommons - Public Domain)

Nadie se extrañe de tales historias. Los relatos que componen la mitología griega son, en el más puro sentido del término, imaginaciones elaboradas en distintas épocas con diferentes finalidades. No obstante, el estudio de la mitología es tan útil como necesario. Recreados por poetas y ensayistas, la mitología ha llegado hasta nosotros recorriendo el camino de los siglos para enseñar, entretener y admirar. Según el escritor Andreas Koppen, “los dioses mitológicos aún andan entre nosotros, porque las producciones artísticas en todo Occidente, desde el Renacimiento hasta hoy, están pobladas de alusiones o referencias directas que adquieren pleno sentido cuando el lector conoce la tradición en la que se han fundado”.

Es suficiente con recordar las continuas alusiones literarias a la caja de Pandora, el “Saturno devorando a sus hijos” pintado por Francisco de Goya o la canción Penélope de Juan Manuel Serrat.

Con letra de filósofo y música cercana a lo sublime, el mejicano José Alfredo Jiménez decía que si alguien le preguntaba por su origen diría que procedía de un mundo raro. Los dioses de la mitología griega proceden todos de mundos extraños, extravagantes. Mundos oscuros, mundos ambiguos, mundos nebulosos.

Némesis no fue una excepción. De las muchas leyendas que circulan acerca de su nacimiento sacamos en limpio que su madre fue la negra Noche. Hesíodo la considera hija de Érebo y Nix (la Oscuridad y la Noche), mientras que el geógrafo griego Pausanias, siglo segundo de la era cristiana, en su obra DESCRIPCIÓN DE GRECIA, atribuye la paternidad de Némesis a Océano, el mayor de los titanes griegos, hijo de Urano y de Gea. Como deidad primordial, Némesis nunca estuvo sometida a los dictámenes de los dioses olímpicos por ser anterior a ellos. Las deidades primordiales, como Némesis, salían de las fuerzas primigenias del Universo y no se sometían a otro control que ellos mismos, que era una representación del sentimiento moral, reprobadora de todo tipo de violencia.

 

Nemesis / liquidsunshine49 (Flickr - CC BY-NC 2.0)

En la mitología griega Némesis está considerada como diosa de la venganza. Su nombre significa “castigo merecido”. Era la personificación de diosa castigadora y de la indignación justa. Hesíodo escribió de ella que castigaba a quienes no obedecían a sus superiores y a los hijos que desobedecían a sus padres. Otra de sus funciones era la de recibir los votos y juramentos secretos de amor y vengar las infidelidades sentimentales y el abandono de las mujeres. También castigaba a los ambiciosos y a quienes acumulaban riquezas que guardaban para sí. Una leyenda cuenta que Creo, rey de Lidia, seis siglos antes de Cristo, demasiado feliz por su riqueza y su poder, fue arrastrado por Némesis a una guerra contra Ciro, rey de Persia. El maleficio de Némesis hizo que Creso perdiera la guerra, el poder y las riquezas.

En algunas representaciones aparece con alas para expresar la celeridad con la que ejecuta sus acciones. En otras se la pinta armada con antorchas, espadas y serpientes, todos instrumentos de venganza. Robert Graves observa que “el látigo de Némesis fue inicialmente usado para la flagelación ritual, para hacer fructificar los árboles y las cosechas”. Este autor británico añade que fue Orfeo quien llevó el culto a Némesis a tierras de Grecia. Considerada por muchos como la fuerza o poder del sol, su culto se extendió rápidamente por toda la tierra. Fue venerada por los persas, los asirios, babilonios, egipcios y etíopes. Los romanos, en tiempos de Claudio y Adriano, acuñaron monedas imperiales con la imagen de Némesis. En Roma llegó a ser tan querida que tenía un altar en el mismo capitolio. Los guerreros ofrecían a la diosa machetes o cuchillos antes de partir para los combates.

En literatura, el arte de escribir consiste en el arte de interesar. Durante siglos, los personajes y los mitos de la antigua Grecia, su mezcla fascinante de dioses y héroes, han atraído a escritores de todos los tiempos, de todos los países. La mitología griega ha sido desde siempre motivo de curiosidad y fuente de inspiración para historiadores, ensayistas, poetas y novelistas. Religiones de nuestros días originadas en el Cristianismo, como catolicismo y anglicanismo, siguen practicando consciente o inconscientemente fiestas de ídolos prohibidos que  recuerdan los antiguos mitos paganos.

Autores conocidos como Isaac Asimov, Agatha Christie y otros han utilizado el nombre de Némesis como título para sus escritos.

En el siglo segundo de nuestra era el poeta lírico griego Mesomedes compuso la letra y la música del himno que pone punto final a este artículo:

Némesis, alado equilibrio de la vida,
diosa de oscuros ojos, hija de la Justicia,
tú que dominas la vana arrogancia de los mortales con inquebrantable brida
y condenando la dañina vanidad, la negra envidia eliminas.
Bajo tu sempiterna rueda intangible
vira la fortuna de los hombres.
Sigilosa acechas y la insolencia vences;
con tu vara siempre mides nuestras horas
y ceñuda vigilas nuestros pensamientos,
sosteniendo en tu mano la balanza.
¡Apiádate de nosotros, dichosa, alada Némesis,
Justo equilibrio de la vida!

¡Alabada diosa Némesis inmortal,
vehemente victoria de alas extendidas, infalible,
tú que nos muestras el alto pedestal de la Justicia;
tú que quebrantas la soberbia humana
y a los hombres arrojas al Tártaro!

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Enfoque - Némesis